04

11.4K 546 8
                                    

Viernes 21 de septiembre de 2018

Son las seis de la mañana. Apagué  la espantosa alarma, me levanté con pesadez mientras me desperezaba. Lo primero que hace fue vaciar mi vejiga. Preparé mi ropa y me metí a dar una ducha. 

Elegí unos jeans, una playera negra holgada que en el pecho tiene la palabra "Dreams" grabada, ah, y claro, no pueden faltar mis cómodas converse del mismo color de mi playera.

Cuando terminé de vestirme, maquillarme un poco los ojos y planchar mi cabello para acomodarlo y que se vea de una forma presentable, por fin salí de mi habitación.

Vivo con mi mejor amiga, ella y yo nos conocemos desde cuarto grado, desde entonces no hemos vuelto inseparables. Ella quedó embarazada cuando tenía dieciocho años, no la juzgo, es su vida, pero lo que más coraje me da es que sus padres le hayan dado la espalda.

Al encontrarnos en las puertas de nuestras habitaciones sonreímos, ella lleva de la mano a la pequeña Nathalia de tan solo cinco años, le sonreí a la pequeña.

Juntas caminamos a lo que venía siendo la cocina, el comedor y una pequeña sala.

Me dejo caer en el taburete de la barra de desayuno.

– No te veo muy contenta. – me mira con un tono burlón.

– Ya estoy harta, parece que la semana a conspirado contra mí y se ha hecho más larga, Christina, no es para que brinque de alegría. Lo bueno que es viernes. – bufé.

Solo rio negando, yo solo pose los ojos en blanco. Preparamos unos sándwiches para desayunar y nos sentamos en la barra. Nathalia en medio de las dos.

– ¿A qué hora llegaste anoche? – pregunta sin mirarme, le estaba dando de comer en la boca a la pequeña. 

– No lo sé. Creo que eran como las dos de la mañana. – me encogí de hombros.

Empecé a jugar con las manos de Naty, mientras que su madre le daba de comer. 

– No dormir bien te hará daño. – regañó Chris.

Allá vamos de nuevo. 

Me empezó a dar un sermón sobre que tengo que dormir más y no sé qué. No le puse atención. Todos los días era lo mismo. Por dios, no es mi madre.

Bueno, a decir verdad, mi madre no se preocuparía así por mí. Maldita vieja.

– Sí, Chris, procurare llegar a una hora más prudente. – rodé los ojos.

Ella solo negó y me miró con cara de "no sé qué voy a hacer contigo."

A decir verdad, es que quiero terminar de pagar cuanto antes lo que le debo a William, me gusta bailar, pero no me gusta mucho el trato que luego tiene con nosotras.

– ¿A qué hora vas a venir a casa? – me miro mientras se volvía a sentar en la barra.

– No lo sé, sabes que saliendo de la escuela voy a ver a mi padre al hospital. – sonreí con un poco de nostalgia – ¿Por qué?

– Es que estoy pensando en decirle a la señora Moody que me dé horas extra de trabajo, pero no tengo quien cuide a Nathalia. – miro a su hija suspirando.

La señora Moody es la dueña de la cafetería en donde trabajaba Christina medio tiempo. En cuanto yo llego a casa, ella se iba a trabajar.

– En el hospital hay una sección donde podría dejar a Nath, si quieres saliendo de la escuela vengo al departamento por ella. – la miro.

SutraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora