Capítulo 11

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—Anahí, ¿qué haces aquí? —preguntó algo emocionado.

—Necesito hablar contigo.

—Claro, después de irte así como así, quiéres llegar y que este todo como antes ¿no? —dijo Diana y Anahí solo agachó la cabeza.

—No es el momento Diana, por favor —dijo Alfonso algo avergonzado—. Pues ahorita yo estaba por salir a comer con Ana Paula, si quieres puedes venir con nosotros y me cuentas.

—¿Yo también, verdad? Me muero de hambre —dijo Diana.

—No, tú no Diana ni yo —llegó Ana Paula con ellos —. Hola Anahí ¿por qué no habías venido? —dijo fingiendo que no sabía nada de ella.

—¡Hola Ana Pau! —le siguió la corriente.

—¿Por qué dices que tu y Diana no irán? —preguntó Alfonso.

—Papá es que tengo muchas cosas que hacer y Diana, le quería pedir un favor ¿Me ayudarías en algo? —preguntó Ana Paula y Diana solo suspiró, pero quería quedar bien ante Alfonso.

—Claro que sí Ana Pau, ¿pero en qué? —preguntó Diana.

—Nada dificil, es una tarea de entrevistas y esas cosas.

—¿Pero no prefieres ir a comer antes y ya venimos a  hacer tus cosas? —preguntó fastidiada Diana pero Ana Paula negó.

—No, mejor dejemos que ellos se vayan a comer, lo mío son muchas entrevistas. ¡Vamos! —la jaló del brazo para llevarla a la biblioteca— ¡Que se diviertan! —gritó y ambos se quedaron solos.

—¿Vamos? —preguntó Alfonso y Anahí asintió con una sonrisa imborrable.

No te ilusiones Anahí, tienes que contarle la verdad de todas formas. Pensó Anahí.

...

—Pasa —le dijo Alfonso a Anahí, le abrió la puerta del coche y la ayudó a bajar.

—Gracias.

Le ofreció su brazó y Anahí sólo lo miró con los ojos bien abiertos, pero cuando le dedico una de esas sonrisas que la vuelven loca, se derritió ante tal gesto y entrelazó su brazo al de él gustosa.

Pasaron al restaurante y tomaron la mesa que Alfonso había reservado antes.

—Que bonito lugar —dijo Anahí sonriente, admirando.

—Que bueno que te guste —dijo Alfonso, que estaba mas encantado por ella que por el lugar.

Esperaron por un par de minutos en silencio, algo agradable, a que el mesero trajera la carta y tomara su pedido.

—¿Pues qué rompí? Todo esta un ojo de la... —dijo Anahí sin pensar y al instante sus mejillas se tornaron rojas de pena, Alfonso rió ante el gesto.

—A mi traeme el plato fuerte número cinco y a la señorita, ¿te gustaría lo mismo? —preguntó y Anahí solo asintió sin saber que era— La entrada igual y un vino tinto reserva 1965, por favor —dijo Alfonso y el mesero asintió y se fue para traerles la comida.

—Alfonso, creo que solo me alcanza para la pura entrada... — dijo Anahí rebuscando en el bolso.

—¿Cómo crees? Claro que yo voy a pagar.

Anahí trató de insistir, su terquedad ahora no fue victoriosa, porque Alfonso terminó ganando y se decidió que sería el quién pagaría la cuenta.

Doble Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora