Capítulo 25

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—Mamá, ¿y si se entera? ¿Qué vamos a hacer? —preguntó Diana con miedo.

—¿Qué vamos a hacer? Dirás, qué vas a hacer —dijo Andrea irónica.

—¡Pero tu fuiste a la que se le ocurrió que le cargara esto del bebé!

—Deja de alterarte ¡Ya! Que luego sí vas a perder a ese niño, ni hijo tendrás y ni dinero vamos a sacar —trató de calmarla—. No va a pasar nada, Alfonso ni siquiera se va a enterar.

—Pero el Doctor al que me llevó es amigo de él. Seguro el le dice todo.

—¿No lo sobornaste?

—No, porque es tan amigo de él y seguro también le cuenta que lo soborno o algo así.

—No va a pasar nada. Es más, es momento de que uses tu condición, si estas embarazada tienes que tomar reposo, así que dejas de trabajar y que te empiece a mandar cheques para el bebé, ¿ya sabes no? Para la cunita, la ropita, consultas y todo eso, así todo será más creíble.

—Eso sí, estoy harta de trabajar... Iré a su casa, sirve que vamos juntos a una junta que hay en la empresa y ya ahí le digo de una vez que busque a otro vicepresidente porque yo estoy embarazada.

...

Después de un orgasmo en la biblioteca, ambos debían borrar el rastro de que acababan de tener sexo.

A Alfonso no le importaba mucho pero Anahí sentía que tenía en la frente un letrero que decía "recíen follada" y sus cabellos alborotados, sus mejillas coloradas, la capa de sudor y que se sentía pegajosa daban razón a su sentir. Por lo que decidieron tomar una ducha.

Bueno, Anahí quiso tomar una ducha pero Alfonso practicamemte se invitó solo.

La lluvía artificial caliente de la regadera de la habitación de Alfonso caían sobre sus cuerpos desnudos.

—Oye, ¿no será raro que ambos salgamos con el cabello mojado? Se darán cuenta —dijo Anahí algo preocupada. Él rió.

—No me importa si se dan cuenta.

—Claro, a ti te vale pero a mi no —rodó los ojos.

Anahí le daba la espalda y Alfonso la ayudaba a enjabonarla, aunque se aprovechaba ya que se detenía en los lugares más debiles de ella.

Como si delineara una pintura, delineaba con las yemas de sus dedos su cintura. Subió a sus hombros y los masajeó haciendo que ronroneara por lo bien que se sentía.
Y mejor aún se sintió cuando bajó sus caricias a sus senos, con movimientos circulares como sus redondos pechos presionaba y masajeaba haciendola gemir.

—Po.. Poncho —suspiró su nombre en cuanto presionó sus pezones.

Los pellizcó mientras besaba el punto más debíl de su cuello.

—Tienes.. una.. junta —dijo entrecortadamente a causa de las manos maestras de Alfonso.

—La junta puede esperar —dijo en su cuello—. Ahora lo único que quiero fundirme en ti —con su voz ya ronca susurró sensualmente en su oído, después de morder el lobulo de su oreja.

Anahí gimió con solo esas palabras, se dió la media vuelta para chocar sus labios contra los de él, con desespero y con deseo. Fundieron sus lenguas en la cabidad bucal del otro y jadeos ya eran presentes.

Alfonso bajó su mano e introdujo un dedo en ella tomándola por sorpresa haciéndola estremecer. A pesar del agua sintió la humedad distinta de Anahí.

Doble Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora