Capítulo 34

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La luz de al parecer una lámpara, comenzó a fastidiarle la vista a Anahí, que despertó en un cuarto pequeño, en el suelo, amarrada y confundida.

Poco a poco retomó conciencia, fue recordando porque estaba donde estaba al punto de alterarse y comenzar a dar tirones a la soga donde estaba amarrada. Inutílmente ya que no podría desatarse por si sola.

Gritó cuantas veces su garganta le permitió, pero la cinta adhesiva en su boca obstruía cualquier sonido.

Lo primero que intentó fue irse de ahí, a cualquier lugar, por lo que se arrastró pero chocó con un mueble, haciendo una estruendosa caída de un vaso de vidrio. Eso hizo que Manuel viniera rápidamente para darse cuenta que Anahí por fin estaba despierta.

—Hasta que te dignas en despertar —dijo Manuel frustrado.

Anahí al verlo se asustó más y trató de escapar.
Manuel la tomó del cabello y la alzó para que lo mirara mejor.

—Pero que bonita te miras así, calladita... ¡Si tan solo te hubieras quedado así, callada! —le tiró de los cabellos causándole dolor— ¿Tienes sed? —le preguntó y al instante recordó que no había bebido nada y quizo, asintió.

Le jaló bruscamente la cinta y ésta gimió de dolor.

—¡Shh! Será mejor que te calles o si no, no te doy nada —dijo. Tomó la botella, abrió la tapa y se la acercó a la boca, pero justo cuando iba a beberla, él se la hechó encima, empapándola toda.

Gritó por lo fría que se encontraba el agua, y le entró hasta por la nariz, tosió por ello. Manuel rió burlándose.

—¡Qué quiére de mi! —gritó fúrica dejándo de lado el miedo. Él la miró con superioridad.

—Te dije alguna vez que quien me la hace, me las paga Anahí... ¡Por tu culpa me han clausurado el antro y me busca la policía! —estalló enojado.

—¡Es lo menos que se merece! —le contestó. El la vió con ira en sus ojos. La tomó del cuello y lo aprisionó fuertemente prohibiendole respirar. Trató de safarse pero cada vez se debilitaba más y se mareaba, hasta el punto de que Manuel la tuvo que soltar. La aventó hacia un lugar del pequeño cuarto lastimandose con la caída, mientras tosía.

—Decidí que me las iba a cobrar contigo primero, después.. ¿adivinas con quién? —le preguntó burlón. Anahí negó suplicante. —¡Exacto! ¡Tu noviesito Alfonso Herrera! —exclamó— Pero quien te viera Anahí, si que te buscaste un buen partido.

—¡A él no le haga nada! —gritó alarmada.

—No, claro que no. Primero me aseguraré que pague por tu libertad, una cantidad de acuerdo a lo que le importes o no—explicó sínicamente.

—¿Me dejará libre?

—¡Já! ¡Para nada! —negó— Eso le haremos a entender, pero no.. No creas que esto será tan fácil... —sacó su celular y marcó a un teléfono y lo puso al altavoz.

Estaba llamando a Alfonso, que al instante le contestó.

¿Bueno? ¿Quién habla? —se escuchó en la línea su voz preocupada y ronca por el llanto. Anahí comenzó a llorar al escucharlo.

¿Alfonso Herrera? —preguntó por puro protocólo.

Sí, soy yo..

Quiero aclarar primero que no me gustan los escándalos, ¿sí? Tengo a Anahí conmigo —explicó.

¿Quién eres? ¡¿Dónde está Anahí?!

Permitame presentarme, soy Manuel Velasco y me gustaría hacer tratos con usted —dijo sarcástico.

Doble Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora