"¿Una carta para Okuda?"

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Karma lo decidió.

Ese día se lo entregaría.

Era verdaderamente una pena ver cómo toda la clase estaba al tanto de lo que haría, y estaban dispuestos a molestar al pelirrojo para que esté fallara.

Todo gracias. A Koro-sensei, claro.

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Karma suspiro aturdido. Su cabeza daba le dolía. Y no por enfermedad o algo similar.

Sino por el pedazo de papel que yacía en sus manos.

—Tienes mi apoyo, Karma.—Nagisa le sonrió. El pelirrojo suspiro, iba a hablar, pero...

—¡Estoy al tanto, Karma-kun!, ¡Felicidades!—Koro-sensei quitó la paz que ambos jóvenes compartían, haciendo reír a Nagisa y suspirar, otra vez, a Karma.

—No sé si hablamos de lo mismo, pero gracias, Koro-sensei.—Soltó Karma, parecía relajado en su exterior, solo e exterior, claro.

—Hablamos de tu confesión a Okuda-san, ¿No?—Hablo el pulpo, Karma palideció, estaban en mitad del salón y habían varios de sus compañeros allí, para no decir todos. Le aliviaba saber que la azabache no estaba.

—¿Podrías guardar silencio...?—Pidió Karma, con una mirada asesina, Koro mostró temor, disculpándose.

—Lo siento, Karma-kun, tan solo quería confirmar que era cierto.—Jugo con sus tentáculos.—¡Pero dime, ¿Cómo se lo dirás?!—El maestro ya tenía el rostro rosa y su diario en los tentáculos, listos para anotar lo que fuera.

—Hmm...—Karma gruño, con pesadez.—Le daré una carta.

—¡¿Qué?!—No solo Koro-sensei. Nakamura, Megu, Kanzaki, Yada, Okano y Kayano mostraron sorpresa.

—¡¿Cómo qué por carta?!

—¡Debe ser en persona!

—¡Ten dignidad!

—¡No esperaba esto de ti, Karma-kun!

El pelirrojo suspiro pesadamente. Lo que le faltaba. Una pila de mujeres, y Koro-sensei, enfadadas.

—Es mi confesión, tengo derecho a decidir cómo será.—Soltó, arrogante, jugando con el sobre.

—Lo siento, Karma-kun, pero si será de ese modo... No me dejas opción.—El pulpo mostró seriedad.—¡Tomen la carta!

—¿Eh?—El pelirrojo reaccionó ante el movimiento de uno de los tantos tentáculos de Koro-sensei.—¡A-Alto!, ¡¿Qué creen que hacen?!

—¡Te hacemos un favor!—Clamo Nakamura, lista para atacar.

—Lo siento, Karma-kun, pero no puedo aceptar este tipo de actos.—Hablo Megu junto a Kayano.

—¡Vamos!—Clamo Okano.

Karma maldijo a su sensei, comenzando a correr. Debía estar atento, sino, Koro-sensei se la quitaría de camino a su viaje por helado a Italia.

Porque de elegir a alguien, te quiero a ti | Karmanami Donde viven las historias. Descúbrelo ahora