"Lluvia"

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Karma ante abrió los ojos. Un claro cielo le dejaron ver. Levantando la parte superior de su cuerpo, bostezó, no recordaba exactamente cuando se quedó dormido en aquella pequeña colina cerca de donde estaba su salón de clases y todo lo que el constituía.

Parpadeando un poco intentaba despertar, aunque no fue del todo necesario, pues una cantidad de agua cayó sobre él.

¿Lluvia?, ¿Luego de aquel despejado cielo azul?

No hizo muchas preguntas, pues corrió rápidamente a refugiarse. Dando pasos húmedos llegó a toparse con la puerta semi abierta del salón de ciencias. Mostró curiosidad, ignorando así lo mojado que se encontraba.

—Uh, Okuda-san.—Instantáneamente la nombró. No lo evitó al verla allí.

—Oh, Karma-ku...—La chica callo por su propio grito.—¡Karma-kun, estás empapado!

—Ah, si, la lluvia me atrapó.—Murmuro, no muy preocupado por ello. Estaba demasiado empapado como para secarse con solo una toalla a fin de cuentas.

—¿Lluvia...?—Okuda negó.—D-Dejame ver si tengo algo para secarte.

—A menos que tengas una toalla y ropa de mi talla, lo dudo mucho, Okuda-san.—Bromeo, aunque no pareció afectar a la fémina de gafas, quien buscaba en su bolso.

—¡Lo encontré!—Karma callo cualquier burla al ver como Okuda se aproximaba a él con un diminuto pañuelo.

—Okuda-san, aprecio el gesto, pero enserio dudo...—Karma mantuvo silencio al sentir la textura del pañuelo en su pómulo izquierdo.

—De verdad, terminarás por atrapar un resfriado.—Manami mostraba aflicción, Karma solo la observó silencioso.

Luego de tal vez 5 minutos de intentos de Manami por secarle la cara a Karma. Está hizo contacto visual.

—Karma-kun, deberías cambiarte inmediatamente de ropa.—Artículo seriamente.

—Si, debería, pero, no tengo cambio de ropa.—Termino este. La azabache suspiro, tomando así su mentón, luego de unos minutos, donde Karma disfruto de ver pensar a la joven, está pareció recordar algo.

—Espera aquí, Karma-kun.

—No te preocupes, si llego así a casa, me matarán.—Sonrío Karma, era mal momento para que sus padres no estuvieran de viaje, pensó.

El pelirrojo, en espera, se quitó el saco y calcetines. Preguntándose así, de que modo Okuda haría un milagro con él.

—¡Karma-kun!—22 minutos. Okuda Manami hizo su aparición.

Karma observó rápidamente las manos de ella con ropa que posiblemente le podría caber. Aunque en realidad, lo que llamó su atención fue una serie de moretones en la muchacha. Tanto en sus rodillas como rostro.

—Okuda-san...—Karma se le aproximó, aún mojado, pero menos que antes.

—Cámbiate rápido, esperaré afuera.—Clamo con prisa, entregándole las ropas para así salir.

Karma suspiro, se cambiaría solo para saber que o quien le hizo eso a la pequeña Okuda Manami.

Quitando sus húmedas prendas se colocó aquella polera de manga corta blanca y ese pantalón de gimnasia negro.

—Okuda-san.—La de gafas sonrió. Karma usaba lo dalo, su cabello pelirrojo seguía algo mojado, pero era lo de menos.

—Ahora podrás irte a casa, espero tu uniforme esté mejor para mañana, yo aún tengo cosas que hacer, así que puedes...—La chica fue callada rápidamente por Karma, quien la detuvo tomando ambos hombros.

Porque de elegir a alguien, te quiero a ti | Karmanami Donde viven las historias. Descúbrelo ahora