Capítulo 40

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***Jack Frost***

Las lágrimas de Elsa resbalaron por mis dedos, eran frías no tibias, toma mi mano para llevársela a su mejilla mientras me sonreía.

-Estás con vida....-Dijo con tono aliviada después de sollozar una sonrisa.

Intenté hablar pero me calaba la garganta de la resequedad y de lo débil que estaba.

-No puedes hablar ¿Cierto?

Con lentitud negué con la cabeza.

-Bien emm – Ella miró hacia el suelo en busca de alguna solución – Ya sé ¿Puedes levantar la mano? ¿Mover los dedos?

Me cuestionó y yo le contesté moviendo mis manos con pesadez y temblor.

-De acuerdo, levanta un dedo para si y dos para no –Suspiró - ¿Te duele algo?

Levanté dos dedos.

-¿Sabes por qué estás aquí?

Me encogí de hombros muy muy torpemente. No recordaba mucho, sólo me sentía muy vacío y cansado.

Comencé a parpadear de lo pesado de mi sueño hasta quedarme dormido.

Abrí los ojos pero ahora era ya de día, Elsa no estaba ya a mi lado y el sol iluminaba por un costado el área. Intenté encorvarme pero los huesos me tronaron y calaron al hacerlo.

-Tranquilo – Oí su voz – Tienes que esperar un rato.

Meme apareció a mi lado, resplandeciendo con el dorado de su ser y su sonrisa cálida.

-Si te lo preguntas, te he ayudado porque sé que cambiarás, lo has hecho y continuarás así. Cualquier problema con Pitch se ha librado, puedes hacer e ir a donde tú quieras, la vida se puede perder de un día a otro sin saberlo, ya lo confirmaste.

Le miré analizando sus palabras, él me dedico otra sonrisa para comenzar a desvanecerse de mi mirada.

Cuando el desaparece escucho la puerta abrirse, me giro lentamente y veo a un chico castaño, sonriendo con sus dientes blancos impecables y acercándose. Se trataba de mi mejor amigo Hiccup.

-Jack – Me abrazó pero no muy fuerte, podía escuchar un sollozo entre un risa – Eres un imbécil, no sabes lo frío y gris que han sido estos días sin ti de todo vivo.

Se apartó y con sus manos se limpió el rostro, abrí ligeramente la boca para hablar pero detrás de él apareció la bella mujer que amo y un joven de cabellos negros con vestimenta de médico.

-Hasta que tomaste tu decisión –Dijo – Tranquilo si no puedes hablar, te traeremos alimento y mucha agua y al día de mañana ya podrás hasta cantar, al igual que te ayudaremos a poder levantarte y a continuar.

Elsa me sonreía con unas mejillas rosadas que tanto adoro admirar, pero aun así en sus ojos hay algo diferente.

Pareciera estar deprimida, cómo si algo le fuese arrancado de ella.

Al paso del día aparecían más personas, pero no las veía a la mayoría, ya que continuaba durmiendo.

Pero tal cómo el pelinegro dijo, al día siguiente me dieron alimento del hospital, una gelatina, sopa de pasta caliente y un emparedado vegetariano.

La comida la comía con pausas mientras que bebía mucha agua.

Elsa no se separó de mí desde que desperté.

-¿Y bien? –Preguntó el pelinegro – Me llamo Bay.

-Es....un gusto...Bay –Dije por fin, aliviado de no sentir tanto estorbo en mis cuerdas vocales.

Atraída Por El Enemigo (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora