Capítulo 41

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Isla de Manhattan, Nueva York. Estados Unidos.

La vida en París parecía haber sucedido hace varios años, cuando en realidad solo habían pasado tres semanas de vivir en un sitio de otro mundo.

Nueva York era una ciudad imponente, frenética pero extrañamente hermosa que decoraba la ventana de su apartamento con una maravillosa vista hacia Central Park desde la Quinta avenida. Vista que se volvía aún más brillante al salir y ponerse el sol, convirtiéndose en una de sus postales favoritas precisamente a esa hora de la mañana. Y todo cortesía de Gabriel Agreste.

Marinette frecuentemente se preguntaba si el resto de sus compañeros estaban teniendo la misma clase de atenciones de las que ella gozaba pues el lugar no debía ser para nada barato considerando su ubicación, pero poca comunicación había tenido con Claude o Annette durante esas últimas semanas ya que uno había partido a Tokio y la otra a Rio de janeiro, haciendo casi imposible el intercambio de experiencias.

Experiencia que en lo personal podía considerar, con forzada certeza, estaba sentándole de maravilla, pues no solo tenía mucho éxito con su pasantía si no que tanto trabajo y distracciones contribuían a alejar de si las cosas que buscaba eliminar. Cosas que la alcanzarían tarde o temprano.

- Bonjour –saludo una voz masculina tras de si

- Bonjour –respondió ella con una gran sonrisa— ¿Cómo has dormido?

- Bastante bien. ¿Qué tal tú?

- Bien –dijo riendo un poco— hablas en sueños ¿lo sabias?

- ¿De verdad? –pregunto sonrojándose casi al mismo tono de su cabello— ¿Dije algo embarazoso?

La azabache lo miro sonreír y se acercó para rodearle el cuello con sus brazos, recibiendo de inmediato lo que buscaba. Unas manos que la estrecharan y la hicieran sentir a salvo.

- Solo mi nombre

Los ojos de Philippe no eran como los de Adrien. Si contaban con casi el mismo tono de verde pero el pelirrojo tenía el iris manchado con algunos rayos de café cobrizo que solo eran visibles estando tan cerca como ella lo estaba ahora.

- Eso es porque pienso en ti incluso estando dormido

La beso lentamente y eso se sintió bien. Bien como algo que desaparece después de un rato sin indicios de llegar a ser imperecedero, pero bien al fin y al cabo, y eso era todo lo que necesitaba.

Las últimas tres semanas habían sido una locura de sensaciones que avanzaban a la velocidad de la luz pero que no tuvo intenciones de ralentizar o detener pues, dentro de todo, intentaba convencerse a sí misma de que Adrien era cosa del pasado. Y con Philippe ahí sentía que de verdad podría lograrlo.

El viaje, su nuevo departamento, nuevo trabajo, una cantidad sublime de personas importantes a las que frecuentaba cada día, la tía Charlotte y sobre todo el pelirrojo habían sido su vista habitual durante todo ese alocado tiempo lejos, empezando por la caótica partida que ambos tuvieron desde París.

Partida que, para bien o mal, parecía repetirse todos los días en su mente.

- Llame a Alya hace un momento –comento la azabache volteándose para seguir admirando la vista mientras el pelirrojo la abrazaba por la cintura

- ¿Qué te dijo? –pregunto algo tenso, como cada vez que hablaban de la morena

- No contesto. Ya no contesta ni mis llamadas ni mis mensajes –afirmo triste— Creo que está molesta conmigo

¿Por qué no puedo dejarte ir? MLB 2° temporada COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora