¿Por qué no puedo dejarte ir? MLB 2° temporada COMPLETA

Capítulo 36

El viento cálido se volvía cada vez más frio conforme avanzaba a toda velocidad, sintiendo que entre más rápido iba, mas ventaja le sacaría a eso que estaba persiguiéndola. Pero eso que la perseguía no venía detrás sino que estaba dentro de sí y ella lo sabía.

Sabía que tarde o temprano tendría que asimilarlo y tarde o temprano tendría que llorarlo, pero la heroína de París se negaría a derramar una sola lágrima siendo ella. Ladybug era la fuerte y Adrien no le arrebataría eso, por lo que solo se limitó a avanzar siendo la oscuridad de Paris el escenario para su frenético vuelo de vuelta al quinto piso de su edificio.

Alcanzo el barandal del balcón y se quedó una milésima de segundo agarrada a él con todas sus fuerzas como haciendo tiempo antes de entrar, hasta que finalmente dio un ágil salto y estuvo dentro.

Puerta asegurada, cortinas cerradas, todavía sin luz y un fino hilo de voz le broto de la garganta firme y sin quebrarse, como ella imagino que saldría.

- Fuera motas

La luz que la rodeo no se hizo esperar y al instante Tikki salió flotando de ella. Quedándose a una distancia prudente, y casi en estado de shock, intentaba buscar las palabras que arreglarían esta situación, pero desgraciadamente no encontró nada.

Ella lo vio todo y aunque no quisiera creerlo no sería inteligente quitarle el crédito a la evidencia que ambas acababan de presenciar. Solo se limitó a guardar silencio y esperar a que su portadora decidiera hacer lo que quisiese hacer, pues había sentido de primera mano los amargos sentimientos que le brotaban del corazón.

Por su parte, Marinette se quedó ahí con las manos empuñadas haciendo uso de toda la fuerza de la que era capaz, llegando incluso a lastimarse en busca de algo que sosegara esa ira creciente que sus pequeños amigos no merecían presenciar.

Francis la miraba con la cara ladeada y la lengua afuera, sin entender porque todo estaba tan oscuro y en silencio, y Tikki solo podía verla con esa mirada de lástima que había visto tantas veces en el pasado.

Miro a su alrededor sintiendo el escozor en los ojos que le anunciaba las inminentes lágrimas, y lo que encontró no le agrado para nada.

La mesa puesta, en perfecto estado para una cena que prometía solo cosas buenas. La comida lista tenía un aroma delicioso y eso denotaba todo el trabajo que había puesto en ella, sin mencionar el postre que parecía salido de una revista de repostería, hecho con mucho amor.

Recorrió todo en apacible silencio y solo pensó. Pensó bajo la atenta mirada de su Kwami y la cautelosa presencia de su perro que, inquieto, empezó a sentir que algo andaba muy mal. Todo mientras Marinette solo pensaba, generando en su cabeza un horrible flash back desde día en que Adrien volvió a su vida. Desde ese maldito día en que le permitió regresar.

Recordó cuando Adrien y Bridgette se conocieron por su causa en ese mismo lugar. Su sagrado departamento ahora le recordaba un absurdo y malintencionado error. Vino a su mente lo mal que se habían llevado ambos desde aquel entonces y la palabra mentiras vino como por arte de magia.

Volvió al día en que Bridgette comenzó repentinamente a interesarse por él. Donde vivía, con quien vivía y haciendo preguntas que no parecían ser adecuadas para alguien que "se supone" que odias.

Recordó todas y cada una de las infinitas veces en que le insistía que Adrien no era adecuado y que debía quedarse con Philippe, e incluso la vez en que quedaron de ir a cenar pero ella no llego para que ambos estuviesen solos.

"Que Philippe es bueno" "Es decente" "Es mejor" "Él no te haría daño"

Mas mentiras, pensó con amargo pesar mientras se adentraba en la cocina donde el horno aún tenía algo de calidez, con la perfecta cena lista dentro de él.