¿Por qué no puedo dejarte ir? MLB 2° temporada COMPLETA

Capítulo 32

Ya para ese día había perdido toda esperanza.

Bridgette comenzaba a ver las cosas desde una perspectiva tristemente realista y con ello intentaba sobreponerse al hecho de que Félix Agreste no la llamaría jamás.

Para el jueves seguía teniendo esperanzas, el sábado aun no quería darse por vencida y ya el lunes se entregó a la posibilidad de que esa llamada nunca llegaría pues, a una semana de la cita y sin noticia alguna de su galán, cualquiera abandonaría la idea de que llegara con otro ramo de flores a pedir un segundo encuentro.

- Fue todo –dijo soltando un sonoro suspiro y acariciando a su pequeño gato— seremos solo tú y yo por siempre

La criatura soltó un pequeño ronroneo como expresándole que esa idea no le desagradaba en lo más mínimo, lo cual contribuyo un poco a devolverle el ánimo a su queridísima dueña.

Era lunes por la tarde y necesitaba urgentemente hacer algo que alejara esos inútiles pensamientos de su cabeza por lo que recurrió a uno de los pocos consejos sabios que le había enseñado su madre.

- Una mente ocupada no extraña a nadie –hablo poniéndose de pie y revisando si su bolso deportivo traía todo lo necesario— no creo que a Víctor le moleste que llegue temprano hoy

Precisamente ese día parecía que más de algún parisino no tenía nada que hacer. O tal vez era el efecto colateral del enamoramiento prematuro entre dos personas desconocidas que llevaron a Adrien a encontrarse con una escena muy poco usual en su departamento, siendo apenas las tres de la tarde.

- ¿Qué haces tú aquí tan temprano? –le pregunto de muy buen humor a su hermano

- No tenía trabajo –respondió el aludido mirando un punto fijo en el suelo mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa

- ¿estás bien? luces preocupado –apunto Adrien sentándose frente a él con un vaso de agua— además ¿cómo es eso de que no tienes trabajo? Tu siempre tienes trabajo

- Estoy bien enano, ¿no ves? ¡En perfecto estado! –le regaño quitándole el vaso de las manos para llevárselo a la boca

- Mmm Félix... eso es agua

Acto seguido la escupió sobre él. Félix Agreste no era alguien que tomara agua. Jamás en la vida había sido un hombre tan sano como para beber solo agua.

- ¡Hey! –reclamo Adrien limpiándose la cara

- ¡¿Por qué no me dijiste que era agua?!

- ¡El vaso es transparente! ¡Qué tan difícil es darse cuenta!

- Arg asco

- Dímelo a mí, tengo tu baba encima –tendría que cambiarse la camisa si pretendía estar presentable para más tarde— ya está, dime que rayos pasa

- No sucede nada

- Por favor Félix, llevas días de mal humor. Refunfuñando por ahí y peleándote con medio mundo, ¡hasta tiraste el sofá a la basura!

- Ese sofá valía su peso en mierda

- ¿ha sí? Y entones dime ¿porque tiraste el equivocado?

- ...

- ¿Eh?

- Fue un pequeño desliz. Todo en la vida tiene un rango de error Adrien –balbuceo intentando sonar como si eso fuera una buena explicación