°Capítulo 42°

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Esos pequeños detalles que te llenan la vida de alegría. Como cuando hace mucho calor y tienes la oportunidad de comerte un delicioso helado, cuando tienes tiempo sin ver a una persona especial y puedes tener la posibilidad de darle un abrazo o simplemente cuando por fin conseguiste lograr lo que tanto habías anhelado. Son esos los instantes que tanto hacen faltan en la vida para hacerte feliz.

Mi caso era distinto, no necesitaba más nada en este momento para ser feliz. Estaba en un hermoso lugar con una persona a mi lado muy especial, ¿Qué más felicidad que esta? En este instante, ninguna.

Su piel contra la mía, su mirada penetrante y su sonrisa haciendo que la mía saliera por si sola, no quería que este momento terminara.

Estaba recostada en aquella manta mientras Kook besaba mis labios con una lentitud torturante. No había más nada a mi alrededor, solo estábamos él y yo y en mi interior solo pensaba que esto era lo que tanto había necesitado en mi vida.

—Kook, espera.— me separé un poco de él cuando sentí sus manos comenzar a bajar por mi vientre

—¿Qué? ¿Aún no quieres hacerlo? Pensé que si querías.— agregó Jung sobando suavemente mi rostro

—Claro que quiero, lo deseo mucho, pero así no lo haré.— dije firmemente, él aún no había captado

—No entiendo, ¿Cómo así?.— arrugó su frente —¡Ah! Ya entiendo.— dijo luego de unos segundos —espera aquí.— sonrío para luego depositar un beso en mi frente e irse corriendo a dentro de la casa

Observaba la arena perfectamente limpia, el mar estaba en calma, la luz del cielo pasaba de ser de un color anaranjado a un azul oscuro, el cuál nos daba a entender que la noche se aproximaba. Tenía mucho tiempo sin venir a la playa y la verdad era que jamás imaginé que volvería viniendo a un lugar tan hermoso como este.

—Aquí estoy.— voltee hacia arriba viéndolo mientras agitaba el paquetito que traía en sus manos —ahora si podemos seguir.— se recostó sobre mi para continuar lo que habíamos dejado

Se suponía que era normal que se sintiera frío estando en la playa sin ropa y más aún siendo de noche, pero eso jamás te sucederá si alguien que esta en la misma situación que tu te proporciona el calor suficiente como para sentirte totalmente a gusto, era lo que hacía Jungkook conmigo.

Su cuerpo contra el mio, estando como Dios nos había traído al mundo; besándonos, tocándonos y me atrevería a decir que hasta amándonos porque solo dos personas podrían tocarse, sonreírse, besarse y mirarse de esa manera si realmente sienten amor la una por la otra.

Su hombría entraba y salía de mi a un ritmo inimaginable, como si realmente estuviéramos hecho el uno para el otro, encajando a la perfección. Sus gruñidos y mis gemidos se acoplaban tan bien que podría decir que hasta salía una dulce melodía. El sudor que emanaba de nuestra piel lograba darle una sensación de placer puro y nuestras caricias podían hablar por si solas, no había manera de describir un momento más romántico.

Eran mágicos los instantes cuando dos personas podían experimentar el clímax al mismo tiempo, ese era nuestro caso. Con un solo movimiento, pude sentir ese cosquilleo en mi vientre y al mismo tiempo se podía sentir como el miembro de Jungkook se contraía en mi interior haciendo que los dos ahogáramos un sonido de placer intenso y hermoso dejándonos exhaustos uno encima del otro, ¡Por más momentos así!

No dijimos nada, nuestras sonrisas decían más que mil palabras. Él simplemente me cargó cual princesa y me llevó hasta una de las habitaciones recostándome en la cama mientras él se acomodaba a mi lado.

—¿Te confieso algo?.— preguntó él sobando mi cabello mientras yo sentía los latidos de su corazón al estar acostada en su pecho

—Lo que quieras.— pronuncié

Trabajo de Verano.《Jungkook》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora