Prologo

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De pequeña me vendieron a Unkar Plutt en Jakku, un planeta desértico del borde exterior. Plutt, un viejo que comercializaba en un cementerio de naves. Yo era la más pequeña de sus nuevas adquisiciones, apenas podía hacer ciertas cosas para ganarme mis raciones de comida, era difícil ya que estaba sola. Me establecí en un At-At destruido del imperio. En una de sus paredes de metal contaba los días desde que llegué aquí.

Un día dentro de un destructor imperial encontré un bastón, en ese entonces doblaba mi tamaño, no dudé dos veces en llevarlo a la vieja nave que llamaba hogar. Lo traje conmigo jugando hasta que me di cuenta de que podía servirme como defensa para cuando los mayores trataban de robar las piezas que encontraba. Y así fue, entrené con el bastón hasta que aprendí a dominarlo.

El día que cumplía tres años de mi abandono llegó una nave como tantas otras que había visto. Era un destructor, pero este no era imperial, la insignia era diferente, no la conocía. Corrí, con mi bastón en mano, hasta donde estaba el viejo Plutt, al llegar se acercó a mí me tomó del brazo y me jaló hasta llegar a un hombre con un uniforme color negro que cruzaba los brazos en su espalda; esté me miró.

-Esta es la niña que le prometí, señor.- UnKar jugueteaba con sus manos a la altura del pecho, en ese momento estaba asustada.

-Muy bien- Respondió el hombre se dio la vuelta y se subió a un transportador –Llevenla al trasportador, nos vamos- ordeno a unos troopers que lo acompañaban.

El viejo crolute vio como me llevaban, al voltear vi como suspiraba de alivio porque se marchaban conmigo.

Ese día me convertí en esclava de la Primer Orden.

Desde el momento en que llegué me enseñaban cómo comportarme ante mi nuevo amo. Con sumisión. Me enseñaron etiqueta, modales, entre otras cosas, para la clase de esclava que iba a ser. La mujer que me entrenaba decía que iba a ser una muy lujosa por lo que le había costado a la Primer Orden, entre lo que pagaron a Unkar Putt por mí, las lecciones que me estaban dando y las ropas y joyas que me vestían. La mujer que nunca me dio su nombre, decía que no era necesario que lo supiera. Sin embargo, dijo que nunca olvidara el mío, porque podrían llamarme de una y mil formas pero nunca debía olvidar quien era.

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Después de unas semanas ya comenzaba a servir a algunas personas. Solo como entrenamiento.  En ese momento estaba al servicio de Pashma, la capitana de los Stormtroopers.

Ese día en especial llegó una nave con 7 muchachos. Yo era una niña en ese entonces, ellos ya eran adolescentes, vestían ropa que nunca había visto. Al observarlos hice contacto visual con uno de ellos. Era el más alto. De las razas que pude ver entre ellos había una twi'lek, un bothan, el resto parecían humanos, aunque no dudaba que fueran de planetas distintos.

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Cuando llegué a la nave de la Primer Orden con mis compañeros, después de haber destruido los últimos rastros de los Jedi, nos pusimos en marcha hacia el Líder Supremo.

Ya lo conocía, él me hablaba, sabía que llegado el momento me iba a dar la espalda mi familia, y así fue. Mi ex maestro, Luke Skywalker intentó matarme. Mis padres me abandonaron dejándome solo con mi tío, no me visitaban ni se comunicaban conmigo, eso era señal de lo poco que les importaba.

En cuanto deje mi hogar, mi padre voló en su viejo carguero y su amigo para continuar contrabandeando. Mi madre se hizo ministro de la Nueva República, como alguna vez lo hizo su padre. Mi familia ya estaba rota. Ni su supuesto amor por mí los hizo quedarse a mi lado  No se comunicaban ni para preguntar cómo se encontraba su hijo, al que sepulté en aquel templo que ahora estaba en ruinas.

Mi entrenamiento inició, como Snoke había prometido. Ahora formaba parte del lado oscuro de la fuerza. Me hablaba de mi difunto abuelo y sobre las cosas que hizo para salvar la galaxia, quería seguir esos pasos y lo iba a hacer con la ayuda del Líder supremo.

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Después de varios años de entrenamiento para ambos y haberse encontrado en el hangar de ese destructor estelar, Rey y Ben Solo, que ahora se hacía llamar Kylo Ren, se volvieron a encontrar en la base de la Starkiller que se encontraba en construcción.

Estaba Kylo Ren en sus aposentos cuando tocó a la puerta una mujer muy bella. Ella era la que se encargaba de las esclavas.

-Con su permiso señor...- dijo entrando a la habitación –Le traigo a su nueva esclava. Por órdenes directas del Líder Supremo, ella será quien le sirva de ahora en adelante.- El no dijo nada, solo permanecía parado, dándoles la espalda, mirando por la ventana. La mujer dio la vuelta y se retiró dejando a una Rey, de ahora 15 años, parada en la habitación.

Rey permanecía parada con la mirada en el suelo y las manos entre lazadas al frente. No sentía miedo. Él no la intimidaba como a los demás que le habían servido en el pasado. Después de unos minutos él la volteó a ver hizo una mueca, sintió revolver su estómago y le ordenó retirarse.

-Cuando te necesite te llamaré- le dijo antes de abandonar la habitación y dirigirse a sus apocentos. 

Ella asintió dándole la espalda.

¿Por qué le ordeno que se fuera? ¿Qué sintió él en ese momento?

Soy tu Esclava (Fanfic Reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora