Capítulo 3

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Kylan estaba sentando con las manos unidas, su quijada apoyada a estás. Pensativo y mirando la puerta por la cual había salido Mishel no hace más de media hora. El extraño sentimiento que tuvo al verla llorar aún estaba ahí. No era la primera vez que veia llorar a una mujer, había sido una constante desde que supo lo que es un encuentro sexual con una. Siempre empezaban a llorar en cuanto el tenía la intención de irse después de una noche. No le importaba, nunca le importó. Pero... ¿Que cambio con Mishel? No era diferente, por lo menos no para el. Pero aún así se sintió diferente. Verla contener las lágrimas para que después estás decidieran salir a pesar de su lucha, fue perturbador. Pero lo que más llamó su atención fue el leve temblor de sus labios. No se sentía bien. Le era difícil respirar y una opresión en el pecho que jamás sintió se hizo presente. Pero no dejó que ella lo viera, no podía dejar que viera lo que causo en el. Nunca mostró debilidad ante nadie y ella no iba a ser la excepción. Dijo palabras que no pensaba o al menos no creía en ellas. Pensó que tal vez ella pararía de llorar, pero no, solo aumento más su llanto. Fue demasiado frustrante, más aún para el.

Una semana después del incidente la relación entre Kylan y Mishel, prácticamente empeoro. No hablaban, cenaban en completo silencio y cada uno se iba a su habitación después de terminar.

Mishel logro que le dieran una oportunidad para dar el examen, aunque fuera por el ochenta por ciento de calificación, pero al menos la dejaron. Logrando ella sacar el total de los puntos.

Kylan estaba por demas estresado. La unión de las empresas había sido la mejor decidión, prosperaban como nunca posicionándose aún más alto de lo que por si ya estaban. Pero era un trabajo agotador, llegaba a casa esperando tener un momento de paz, pero ver a Mishel tratandolo con indiferencia lo molestaba. Siempre que estaban en el comedor, que era donde únicamente coincidían. Ella no lo veia, se limitaba a servir la comida y si él le preguntaba algo simplemente contestaba con monosílabos. A su parecer. Ella no era la misma mujer que le había preguntado si dormirían separados. Está Mishel era otra. Pero... ¿Acaso no era lo que el quería?

Al parecer no lo era.

Kylan se caracterizaba por ser un hombre frío y manipulador, bueno en los negocios a su corta edad y un mujeriego de primera. Y aúnque todo eso era verdad. Dentro de él siempre había querido una familia y esposa como la que había tenido su abuelo. En el tiempo corto que lo conoció. Vio lo maravilloso de envejecer con alguien que te acompañe. Aunque ver a su padre y madre nunca le sembró nuevamente ese deseó. Siempre fueron más los negocios, dinero y tener a tu esposa más como un accesorio para ayudarte en los negocios, que como la mujer que te acompañaría el resto de tu vida. Aún así cuando se caso y llevo a Mishel a su casa, pensó que al fin tendría a alguien esperándolo en casa. Algo así como cuando veía a su abuela esperar a su esposo. Y lo era. Pero era diferente, Mishel no lo esperaba ansiosa y con una sonrisa. Era callada y no lo veía a la. Pero algo más cambió. Desde el día en el cual el olvidó papeles importantes en casa y ella se los llevo. Todo cambió. Entendía que fue por como la trató, pero pensó que eso duraría un día, tal vez dos. Pero no. Mishel no cambio después de los dos días, ahora siempre se veía seria, solo se encargaba de servir el desayuno, almuerzo y cena. Como si fuera solo una empleada tal y como el se lo había dicho. Ya no habían preguntas ocasionales que antes le hacía pero que el no respondía, era como estar solo. Como antes de casarse. Desde que tuvo razón de ser, se dió cuenta de varias cosas. Nadie hacía algo que fuera por el, o se preocupaba por el. Todo el personal que había en la casa de sus padres se limitaba a servirlo y nada más. Nada era exactamente por su bien y eso de alguna manera lo molestaba. Las dos primeras semanas Mishel lo recibia con un sonrisa tímida. Como si esperara algo de el, una respuesta que el no tenía pero que ella esperaba de todos modos. Ahora no había nada. Ni siquiera una mirada. Lo extrañaba. Nunca imagino extrañar algo como una pequeña sonrisa y ahora lo hacía.

EL Dolor es Debilidad (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora