CAPÍTULO 6: Sangre inocente.

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  Esperanza llevada dos años alejada de sus amigos. Casi no hablaba, no dormía y no comía como antes. Tampoco había vuelto a bailar o cantar junto con sus amigas, ni se reía de Pablo cuando este se hacía el galán, tampoco disfrutaba de cuando Esmeralda la peinaba, le cortaba el cabello o la teñía, eran cosas que solo hacía por verla satisfecha, pero ninguno de sus compañeros estaba a gusto con aquella actitud, extrañaban a la Kibō de antes, la risueña y activa que no paraba de hablar de BTS y toda la música que escuchaba, que amaba improvisar un rap en los almuerzos o en la cena con tal de hacer reír a sus amigos.

  Ahí estaba entonces, sentada con unas ojeras pronunciadas bajo los ojos vestida con ropa informal en su día libre, bebiendo café, callada. Muy a su pesar, sus amigos se sorprendieron de verla fuera de su habitación como acostumbraba hacer, por lo que creyeron que podía ser la oportunidad para hablarle, en uno de los tantos intentos por descubrir lo que le pasaba.

   Flint estaba en una de las mesas aledañas leyendo totalmente concentrado mientras Esperanza no dejaba de mirarlo llena de preocupación, miedo y veneno puro. Odiaba ser tan débil como para deshacerse de él, y Marco se sorprendió cuando ella misma le dijo que no lo sacara del escuadrón alegando que tanto como si dejaba de acosarla podría haber otras chicas soldados con el mismo problema. Desde entonces había empezado a vigilarlo de cerca, se quedaba toda la noche despierta o se escapaba al santuario para Tadashi donde lloraba desconsolada, pero eventualmente también había dejado de ir por miedo a que Flint encontrara como corromper otro aspecto de su vida.

  Esperanza bebió de su café; junto a sus brazos, sobre la mesa, estaban en sus fundas las espadas de las cuales no se separaba en ningún momento en cuanto supo quien era su acosador. Sabía que no tenía la fuerza para usarlas llegado el momento, pero decidió pasar cada minuto mentalizando de cada músculo de su cuerpo de que había cosas que uno debía hacer aunque no quisiera, incluso si eso era matar a un mentiroso y malvado ser humano como Flint. La noche pasada no había podido ganarle al sueño, y había quedado rendida durante una hora antes de tener que levantarse y cuando se había levantado había una flor dentro de un frasco de vidrio sobre su mesa en la habitación. Lo había arrojado a la basura de la sala común en cuanto había entrado a esta bajo la atenta mirada del castaño; los otros obsequios estaban en una caja con candado debajo de su cama, estaba buscando que hacer con ellos, de qué manera deshacerse de todo lo que él le había obsequiado.

  Mientras meditaba la idea de prender fuego todo dentro de aquella caja, sus compañeros se acercaron tranquilamente, pero demasiado sigilo para alguien tan paranoico como Esperanza, no era una buena idea. La morena ya tenía la mano sobre el mango de una de sus espadas cuando la menor del grupo habló.

-Buenos días, Kibō. - Saludó con una sonrisa dulce, tanto que esperanza deseó llorar allí mismo y abrazar a la jovencita frente a ella. Pero no lo hizo.

-¿Qué tiene de bueno? - Replicó en cambio mientras volvía a beber de su café. Tadashi la había golpeado en el brazo con el bastón como correctivo por ser tan mal educada. Instintivamente se tocó el lugar luego de dejar la taza sobre la mesa.

-Estoy harta. - Esmeralda obligó a su amiga a mirarla de una manera brusca que sorprendió a todos, incluido Flint, que observaba todo por encima de su libro. - Es momento de una intervención, Esperanza, esto termina ahora. - Chilló molesta sosteniendo las mejillas de su amiga. - ¿Qué es lo que sucedió contigo?

-Desde aquel día que te encontramos llorando no has vuelto a proferir palabra, sabes que puedes confiar en nosotros para decirnos lo que sea, ¿verdad? - Camila tenía una mano amigable de Mark sobre su espalda para darle fuerza en lo que le decía su amada.

Kibō --> Park Jimin.(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora