CAPÍTULO 22: Castigo

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Camila estaba recibiendo los gritos de Marco por un lado y de Rose del otro, que señalaban el libro de hechizos de Carlos, las pantallas y el cuerpo de la joven, que solo podía ver con lágrimas en los ojos, como los fantasmas de Ray y Nash hacían estragos en la ciudad para vengarse del escuadrón sombra, que estaban allí pidiendo ayuda como podían, debido a que no estaban solos.
Fue Pablo quien soltó un grito y los alejó de la morena, que había dejado caer algunas lágrimas; en cuanto los otros dos vieron aquello se callaron, aún con los ceños fruncidos. El muchacho estaba abrazando a su menor por lo hombros preparándose para tener que repartir cachetazos si no bajaban los ánimos.
-Podemos hablar de por qué en otro momento, ahora debemos deshacernos de esos dos antes de que destruyan toda Seoul. - Pablo señaló las pantallas. - Además Camila no fue la única que planeo esto, fuimos los dos, ambos queríamos que se haga el hechizo...
-Sí,¡ y le pidieron un niño que haga uno en el que hasta yo podría equivocarme! - espetó molesta la hechicera.
-Estas son las consecuencias de los secretos, que irónico, ¿verdad? - Comentó Tadashi con las manos sujetas en la espalda.
Los presentes guardaron silencio unos momentos, mirándose con culpa entre ellos.
-¿Cuál es el plan? - Cortó Carlos ya vestido con su traje y cruzado de brazos. Se sentía muy tonto por haber intentado el conjuro incluso sabiendo que era peligroso para alguien de su edad, por más poderoso que fuera.
- Debemos establecer comunicaciones con los demás, los necesito a todos para poder terminar con esto. - Rose agarró un papel y escribió con furiosa rapidez sobre el. - Lo haremos a mi manera. - La castaña miró a Carlos y a Valentín, dando el papel al menor. - Necesito esos ingredientes, llévalos hasta la cancha de baloncesto en el tercer piso cuando los encuentren, Carlos. Marco, necesito tu habilidad para distraer a los demás, nadie puede saber la identidad de éste escuadrón; Camila, Pablo, prepárense para la pelea, son lo suficientemente corpóreos para conducir un transporte y usar sus poderes aquí. Iremos todos a ese parque y sacaremos a la gente lo más rápido posible de allí, en cuanto nos deshagamos de Nash y Ray no será por mucho tiempo, debemos volver aquí a media noche para hacer el hechizo que destierre a los fantasmas de una vez por todas, o alterarán este plano para siempre y podrían no ser los únicos en darse cuenta que pueden morar entre los vivos.
Rose había estado paseándose con sus compañeros por todos lados mientras explicaba el plan, se había cambiado de ropa con un hechizo y estaba lista en la puerta. Marco también estaba listo, organizando a su gente en el lugar, dando órdenes a los gritos mientras se ponían a los escuadrones en alerta máxima para proteger la base cueste lo que cueste y a cualquier grupo o individuo en peligro.
Corriendo se subieron al vehículo más cercano y Pablo condujo como alma que se lleva el diablo por las calles de la ciudad, tocando bocina como un desquiciado mientras Rose señalaba el camino sujeta al asiento como si fuera en la montaña rusa. Camila estaba sentada detrás mirando a Marco poniéndose su traje en silencio, estaba tan enfrascada en sentirse culpable por todo lo que sucedía, que no se dio cuenta cuando su jefe le entregaba un arma en una funda; la muchacha reconoció sus iniciales grabadas en el mango. Su vieja pistola.
-No interesa por qué lo hiciste, sé que no querías que nada de esto pase, pero debemos hacernos cargo de las consecuencias de nuestras acciones, Cam, siempre te lo hé dicho. - Marco acarició el cabello de la menor. - A veces olvido lo joven que eres, lamento haber sido tan duro contigo antes.
Marco tenía esas cosas muy pocas veces: ser como un hermano mayor. La había reclutado junto con su hermano hacía años, pero siempre había estado enemistada con Chris, pero su jefe siempre la había defendido junto con sus compañeros de escuadrón. Se había vuelto su familia, la querían a pesar de todas sus cosas raras y la protegían con uñas, dientes y balas, no importaba qué.
La morena asintió tomando el arma y abrochando la muslera donde debía, sintiéndose extrañamente más ella con el objeto, con su peso tan familiar. Tadashi palmeó su espalda y sonrió a su antiguo aprendiz aprobando aquella conversación. El canoso se sentó y miró extrañado como dos espadas aparecían sobre su regazo. Miró inmediatamente a Rose, que tenía la mano en alto y la bruma de su magia se estaba desvaneciendo.
-Se que no son tus espadas porque las tiene Kibō, pero son igual de eficientes, te lo prometo. - Las castaña volvió la vista al frente, dejando a Iwa observando los objetos en su regazo, pensativo.
Como fantasma ya no se sentía cansado, tenía fuerza y podría pelear, pero había algo que no lo dejaba tranquilo, quizá el hecho de que vería a su joven aprendiz allí, y que sabía que le rompería el corazón el que tuviese que irse de nuevo ese mismo día a medianoche.

Kibō --> Park Jimin.(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora