Esperanza dejó la taza de té sobre la mesa de luz a punto de volverse loca y enfrentó a los siete chicos frente a ella. El segundo año en Fénix, había confundido las hierbas para la trampas de ilusión con las curativas y había alucinado con estar en disneylandia por más de cinco horas, hasta que el efecto pasó.
-Bueno, no bebí tanto de esta cosa, así que quizá esto pase rápido. - Evaluó acercándose a un confundido Seok Jin. - ¡Vaya! Se siente real. - dijo mientras picaba la mejilla de chico, luego dejó una cachetada, provocando que el chico suelte un grito.
-¡Esperanza, deja de golpear a Jin! - Esmeralda apareció por entre los chicos histérica.
-Las ilusiones no sienten Emer…. Espera, ¿qué? - la morena dirigió su mirada al frente nuevamente, encontrándose con el puchero y mirada de incomprensión de Seok Jin que se frotaba la mejilla. - Dios, lo siento, creí que no eras real. - la chica se acercó al mayor, pero rápidamente se frenó y los miró confundida. - ¿Qué carajos hacen aquí, Esmeralda Ritoski? - inquirió señalando al grupo que se miraba sin saber qué estaba diciendo la morena.
Emer hizo seña a los chicos para que hablen y Jin fue quien se animó viendo el ceño fruncido de la joven, que estaba entre enojada y feliz de volverlos a ver.
-Vinimo a disculparnos. JungKook habló con Esmeralda la noche de tu accidente, y cuando supimos la verdad y que habías sobrevivido, quisimos venir a disculparnos por no haberte escuchado. - El castaño se miró las manos triste. - Fue todo mi culpa; cuando me enteré de la noticia, me enojé tanto que le dije a la gente del Staff que no les permitiera a los miembros hablar contigo, fui muy estúpido. Lo lamento.
Aunque Seok Jin esperaba otra bofetada, en cambio sintió los delgados brazos de Esperanza rodearlo en un abrazo que le sacó un peso de los hombros. Los chicos empezaron a festejar, y no faltó mucho para que Suga se queje de que Jin fuera el que se lleve toda la atención. Riendo, la morena abrazó a su rubio amigo, luego siguió Tae y Hoseok, seguidos de RM y la galleta; éste último le dijo que se alegraba de que estuviese sana y salva. Mientras los chicos hablaban con Esmeralda, la morena se topó con el rostro que había inundado sus sueños tanto tiempo.
JiMin le sonrió saludando con la mano.
-Me gusta tu pijama. - Señaló el muchacho provocando la risa de la joven.
Inmediatamente, Esperanza lo rodeó en un abrazo cálido lleno de mucha ansiedad. Había estado poco tiempo con ella durante su estadía en el país, pero no se había dado cuenta de cuánto lo había extrañado hasta ese momento que la vio frente a ella, todo nervios y ternura. Se encontró con que estaba llorando sobre su hombro, porque jamás había estado tan agradecida de decidir vivir; si se hubiese dado por vencida hacía cinco días, quizá jamás habría vuelto a ver al muchacho, ni siquiera como un fantasma, porque dudaba que haya algo que la ligue a él; si tan solo supiera lo mucho que JiMin pensaba en ella. El moreno le pidió que no llore repetidas veces mientras le acariciaba la espalda, pero como no dejaba de hacerlo, el resto de los chicos se sumó en un abrazo grupal que hizo reír a Esperanza, que luego de soltarse de JiMin, se abrazó a Emer dándole las gracias, sabiendo que ella tenía mucho que ver con que los chicos estuviesen allí.
Y así era. Llevaba cinco días planeando todo con JungKook, siendo él quien dio la idea de viajar para ver a la morena, claro que él quería ver a Emer también. Creyó que le iba costar convencer a sus hyungs, pero no fue así, ni siquiera a Jin, que una vez que escuchó la verdad, no paró hasta conseguir el viaje, porque qué Esperanza tuviese un accidente, sirvió de lección para éllos, de que en cualquier momento podría pasar algo, que te aleje de una persona que te importa, por lo que siempre debes estar seguro de que has dicho todo lo que debías, a ese alguien. Los chicos no querían arriesgarse a no decirle a la joven cuanto sentían no haberle creído y cuán agradecidos estaban de que hubiese abierto las puertas de su hogar para ellos.
Entonces Emer empezó a apurar a su mejor amiga para vestirse con ropa decente sin querer decirle que iba suceder ni a dónde iban, era una sorpresa. Los siete muchachos aguardaban en el departamento de la rubia, cuando una ansiosa Esperanza salió del departamento con ropa de calle; JiMin pensó que se veía diferente a la última vez que la había visto en la casa de playa, en dónde estaba vestida como una completa señorita, pero allí estaba entonces, con su jean rasgado, zapatillas y una sudadera demasiado grande, sumado al gorro que cubría sus orejas del frío afuera y la bufanda azul francia.
En otro momento, no estaba seguro de fijarse en una chica que no se preocupe en arreglarse, pero había algo en la personalidad de Kibō, que incluso vestida de una forma tan corriente, la hacía verse radiante. Por un instante sopesó la posibilidad de que tuviese que ver con su procedencia, las cosas en Argentina no eran nada parecidas a como lo eran en Corea, desde el idioma, hasta las costumbres más simples; aunque le pareció estúpido atribuir la sencillez de la morena a algo más que su increíble personalidad para que le importe muy poco lo que la gente pueda pensar de ella.
JiMin tuvo que darse varios golpes mentales por estar desvariando como el mejor loco, pero es que, cada vez que la muchacha rondaba sus pensamientos, nada tenía sentido. No estaba muy seguro de que fuese sano que alguien te haga salir tanto del mundo terrenal, pero había algo adictivo en la sensación que tenía cada vez que estaba cerca de la chica, y nuevamente comenzó con sus teorías disparatadas mientras se dirigían al hotel en la camioneta de las muchachas. Quizá debería ir a una iglesia y pedir un exorcismo o algo parecido, porque ¿Cómo era posible que alguien sueñe con una persona que ni siquiera conoce, y que además las posibilidades de conocer sean mínimas? Era triste en cierto modo que ambos fueran de mundos totalmente distintos, pero el moreno no tenía ni idea de cuán pequeña quedaba esa referencia para su situación; porque no era solo que Esperanza fuera una ciudadana regular, completamente lejos de ser conocida, sino porque paralelamente se dedicaba a salvar vidas de gente que era distinta y arriesgar su vida incontables veces en un campo de batalla que era completamente invisible para los humanos corrientes. Corporaciones y agencias se encargaban cada día de cubrir rastros de experimentos ilegales; la iglesia misma dejaba en ridículo a la gente parecida a Rose, que podía controlar fuerzas consideradas profanas.
Los peligros de una relación siquiera amistosa entre ambos, era alto, Esperanza estaba al consciente de eso, y sabía que estaba desafiando muchas leyes y reglas al no haber cerrado la puerta en las narices de los siete chicos en cuando los vio, pero entonces recordó cuando estuvo en el mundo de los muertos por esos míseros treinta segundos; en como tan corto tiempo, en el que creyó que no volvería a ver a quienes apreciaba, le había dejado la marca de la desesperación. Muy pocas personas podían conocer a un ídolo o alguien importante y entablar la más mísera relación; ella había sido afortunada, y sabía cuán egoísta era por no alejarse sabiendo la amenaza que representaba, pero quería vivir, quería esa vida, quería ser feliz. Sabía que el camino sería peligroso, posiblemente terminaría mal, pero egoístamente, podría tener momentos invaluables.
Una parte de Esperanza quería hacer lo correcto, dar un paso al costado, pero lo deseaba, y no se detendría. Tadashi le había dicho que quería que ella viva lo que él no pudo, y eso no solo abarcaba una infancia llena de amor, que terminó en bastantes desilusiones y muertes cuando la adolescencia llegó; sabía que él esperaba algo distinto para ella, incluso aunque no fuera eterno, y ella desearía lo mismo para su aprendiz el día de mañana, porque vivir sin estar realmente vivo y ocultarse del mundo, era otro tipo de ausencia de libertad.
La morena había comenzado a decir que era mala idea estar en el hotel con ellos sabiendo que la prensa se inmiscuye en sus vidas por lo que había pasado, pero sus amigos no dejaron de decirle, una y otra vez, que dejara de pensar tanto en lo que pasaría en el futuro y que disfrute el presente. Refunfuñando incluso dentro del ascensor, el resto estaba teniendo conversaciones completamente ordinarias, y por unos momentos se sintió agradecida de no escuchar sobre gente muerta y planes arriesgados, o misiones a lugares peligrosos. Pero si le sorprendió que NamJoon los obligue a sacarse una foto grupal para subirla a Twitter.
-¿Sabes lo que nos odia ARMY? - inquirió la morena despotricando tratando de quitarle el teléfono al coreano. - Si subes eso…
-Las dejarán en paz. - Seok Jin le revolvió el cabello a la morena. - Explicaremos todo, y así volverás a socializar con ARMY’s sin que te insulten, sabrán disculparse por lo que pasó, así como nosotros pudimos.
Incluso aunque la morena siguió explicando que le parecía una mala idea, ni siquiera Emer la tomó en cuenta mientras comenzaban a repartir la comida por la habitación de hotel de YoonGi, Seok Jin y NamJoon, la cual sería público de las más grande estupideces de esa noche, desde TaeHyung bailando con Hoseok y JungKook canciones de grupos femeninos, hasta los juegos de mesa divididos en grupos; hasta jugaron a las escondidas, aprovechando que las habitaciones estaban conectadas. Solo hubo risas, al menos hasta que el teléfono de Esperanza sonó, significando malas noticias.
Pidiendo disculpas se acercó al balcón para contestar la llamada; Marco habló del otro lado de la línea totalmente exaltado.
-Tenemos una situación algo interesante, te necesito aquí ahora mismo. - El castaño estaba corriendo por los pasillos de la base mientras se aseguraba que el personal se encontraba en buen estado, los estaba atacando una criatura extraña,por lo que necesitaban todo el apoyo posible.
-¿Me estas cargando? - Esperanza miró al interior de las habitaciones, en donde Esmeralda reía a carcajadas con los siete coreanos. - Es un terrible momento, sabes que no soy buena con las excusas. - La morena se mordió las uñas pensando cómo zafarse. Luego de llamar a su amiga a los gritos y explicarle, la morena entró corriendo con alguna excusa que Esperanza no escuchó.
Las dos salieron entre reverencias de disculpas con los jóvenes que repetían que no había problema. Los siete vieron cómo las jóvenes corrían gritando cosas en español de manera acalorada; hasta que se perdieron por el hueco del ascensor. Mientras que ellos entraban a la habitación, las dos jóvenes se subieron a la camioneta salvajemente, mientras Esperanza probaba por primera vez los tatuajes conjurados que Rose había estado preparando para ella luego de perder sus espadas. Era práctico poder sacar sus espadas de ser necesarios sin necesitar llevarlas en sus fundas cuando andaba de civil; así que en cuanto pisaron el suelo de la base de Fénix, la morena ya tenía sus armas listas mientras entraba corriendo con su mejor amiga, que ya relucía en su piel de diamante. Esperanza tenía un mal presentimiento al sentir el lugar tan callado y tranquilo, cuando la empresa era un ajetreo interminable cada hora de cada día del año. Emer no se quedó atrás, comprobando los malos pensamientos de la morena al salir volando de donde estaba en la sala principal.
La morena giró sobre sus talones varias veces con el sudor pegándose en su frente buscando la fuente de tal golpe a la rubia, que se había sentado frotándose la cabeza maldiciendo. Sus sentidos estaban lo suficientemente agudizados para notar que algo se acercaba, así que dio un salto en el aire en un intento de esquivarlo, topándose con lo que parecía la mano de un monstruo gigante color morado. Instintivamente, movió sus espadas cortando los dedos de la criatura, que se esfumó como si no hubiese estado allí. Cabrera cayó sobre sus pies en un limpio movimiento, aterrizando sobre los escritorios de la sala principal; por su derecha, por uno de los pasillos, sus compañeros aparecieron corriendo.
-Por favor dime que no le arrancaste nada. - Rose miró las espadas de su amiga llena de porquería color marrón.
-Le rebané los dedos, ¿por qué? - La morena limpió sus espadas con la tela de la ropa de Marco y las guardó en sus tatuajes nuevamente.
Rose comenzó a despotricar por toda la sala mientras señalaba los dedos de la criatura en el suelo.
-Es un dotado de origen no humano. - La castaña golpeó la cabeza de Esperanza como reprimenda. - El chico se puede cambiar de forma en un demonio. ¿En qué estabas pensando? No todo es rebanar cuerpos por ahí.
-Él golpeó a Emer, ¿qué se suponía que debía hacer?
-¡No rebanar a un pobre chico que no controla sus habilidades! - Rose pasó a regañar a Marco. - ¡Te pedí que les avisaras!
La morena se cubrió el rostro frustrada mientras se acercaba a los dedos del chico demonio.
-¿Sabemos algo más? ¿Por qué no debía rebanar nada?
-Nuestro amiguito tiene problemas de ira, y básicamente, ahora te va a cazar, a menos que devolvamos al chico a su forma humana. - Chris movió las manos restándole importancia. - Tranquila, serás una buena carnada, estás tan acostumbrada a estar cerca de la muerte, que será fácil para tí.
El castaño se ganó un golpe por parte de la rusa, que ya estaba recuperada del ataque del chico demonio. Toda la base se puso a trabajar inmediatamente en la trampa para el muchacho, que según Rose, no tardaría en regresar. Básicamente, Esperanza tenía que quedarse afuera sobre la pista de aterrizaje y atraer al cambiaformas hacia los dibujos arcaicos que la hechicera había trazado sobre el suelo con ayuda de Valentín. Emer aguadaría con Marco y un grupo de agentes de otro escuadrón por la derecha, y Mark estaría junto a Chris por la izquierda, con otro escuadrón más.
Esperanza se puso de pie en medio solo con una espada detrás de la espalda mientras aguardaba en total silencio, orando en japonés por protección a sus ancestros. Los dotados de origen no humano, es decir, que no había obtenido sus habilidades por experimentos o accidentes, eran algo nuevo para Fénix; se conocían muy pocos hechiceros, algún que otro con habilidades raras, el linaje de Esperanza, pero el chico que cambiaba de forma en un demonio, era muy nuevo. Rose tenía algunos conjuros que había estado aprendiendo desde que tenía un escuadrón de manera oficial, por lo que podía devolver al chico a su forma humana, o intentarlo, al menos. Solo esperaba que fuera un hecho, o Esperanza podría perder una extremidad, o la vida. Había leído que los demonios cambiaformas eran difíciles de tratar, y odiaba la idea de usar a su compañera como carnada, pero era un mal necesario si querían mantener al chico bajo control.
Muchos dotados controlaban sus habilidades y se les permitía vivir en el mundo humano, pero aquellos que no, debían aceptar estar bajo vigilancia, no solo por su seguridad, sino por la de otros. Kibō solo podía imaginar cómo debía ser no tener control de tu propia vida, siempre tener miedo de reaccionar y relacionarse.
Abrió los ojos cuando sintió que algo se acercaba a paso tranquilo, arrastrándose. Miró en la oscuridad del lugar una mancha gigante, que seguramente era el muchacho, así que sólo aguardó. La mano a la que le había rebanado los dedos, estaba intacta y sus extremidades habían vuelto a crecer como si nunca las hubieran cortado.
Estaba tan concentrada en sacar conclusiones sobre la naturaleza del chico, que saltó tarde cuando la criatura arremetió contra ella, enviándola lejos, donde cayó sobre una camioneta.
-Si lo corto antes de que llegue al dibujo, ¿Se va a regenerar? - se quejó la morena tratando de enderezar su cuerpo sobre el techo del vehículo. Estaba segura de que le iba a doler mucho al día siguiente.
-Nada de cortes, Kibō, trae a ese chico aquí de inmediato. - Gritó Rose encendiendo los dibujos con las llamas violetas que representan su poder.
Resoplando, la morena se giró sobre su cuerpo como pudo, pero ya tenía al joven sobre ella, por lo que le dio una patada, arrojándose hacia el suelo desde el techo de la camioneta. Se dio la mejilla contra el pavimento y soltó un grito de frustración mientras se ponía de pie seguida del chico demonio, el cual estaba furioso; no lo cortó ni o hirió, fue él que le dio la paliza de su vida mientras la joven se acercaba lo más posible a los dibujos en el suelo. Estaba maldiciendo sonoramente cuando llegó a su destino y se quedó en el suelo, con el demonio sobre ella, soltando un gruñido gutural. Esperanza gritó por un momento asustada.
-Rose, haz lo que sea que ibas a hacer, su boca huele espantoso. - Rogó la morena sin poder moverse, presa de las garras de la criatura.
Rose entonces empezó a mover sus manos, el sudor se le pegaba a la frente. Las llamas se hicieron aún más altas, provocando que su compañera tuviese que cerrar los ojos debido al brillo que emanaba. El chico cambia formas comenzó a hacer ruidos extraños mientras se retorcía, apretando con fuerza las muñecas de Kibō, que trató de no dejar ir las lágrimas por el dolor que estaba sintiendo.
Pasaron los segundos, quizá habían sido minutos, hasta que la presión en la morena, desapareció, siendo concentrada sobre su pecho y piernas. Con el ceño fruncido, se incorporó un poco para ver sobre su cuerpo, encontrándose con una mata de pelo violeta de un simple niño. Se sentó observando al menor que estaba inconsciente en sus brazos, totalmente estático; sus pequeños ojos comenzaron a abrirse de a poco, confundido por el rostro que encontró al despertar.
-¿Quién es usted? - preguntó con la voz quebrada sin poder enderezarse. - ¿Traté de asesinarla? - Las lágrimas se hicieron presentes en los ojos del pequeño e inmediatamente, Esperanza lo abrazó como acto reflejo.
-Está bien, no eres el primero. - Kibō buscó con la mirada a Rose, que estaba en el suelo recuperando el aliento.
El resto se acercó consternado a observar al muchachito en los brazos de la morena; la joven estaba nuevamente observando su rostro, el cual estaba inerte cuando se quedó nuevamente inconsciente.†*******†*******†******†
BMBUMBUMBUMBUMBUM
Ahre, disfruten criaturas del señor.
Mel, fuera.
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Kibō --> Park Jimin.(En Edición)
Ficção CientíficaSinopsis: - ¿Confías en mí? -Con mi vida. Jimin observó a la joven frente a él y se preguntó qué más había detrás de esa sonrisa y ojos cargados de culpabilidad. Esperanza, una chica que vive una adolescencia común y corriente, se encuentra repe...