Kibō --> Park Jimin.(En Edición)

CAPÍTULO 14: La realidad Pt 2

 Esperanza se tuvo que poner ungüento sobre la cara por el golpe que se había dado contra el suelo la noche anterior, tenía un corte inofensivo pero el moretón de su mejilla era lo que la preocupaba. Sus muñecas no se quedaban atrás, así que untó la mezcla apoyada en la encimera de su casa. Chris se había ido a comprar, Esmeralda estaba en su casa con Mark, así que tenía un momento a solas para relajarse un poco. Se paseó por la casa ordenando un poco y le dio de comer a la gata, hasta que alguien tocó a su puerta. Suspirando, pensando que era Emer, gritó que estaba abierto.

-No debería decirle a cualquiera que su puerta está abierta, señorita Kibō. - La voz de niño la frenó en lo que hacía y se giró con la ropa que estaba por meter en la lavadora, en la mano.

  Era el mismo niño de ayer, que ahora tenía ropa de calle y estaba limpio, a diferencia de la noche anterior, que estaba con la ropa hecha jirones y mugrienta. A la luz del día, pudo diferenciar cicatrices sobre la piel del niño, sobre el rostro, sobre sus manos. La morena respiró hondo antes de seguir con lo que hacía para poder acercarse y preguntarle qué hacía ahí.

-Por favor, dime que no te escapaste. - Esperanza sabía que los más jóvenes, podían ser los más problemáticos en lo que respecta a respetar órdenes.

-No, vine con la señorita Rose. - El niño sonrió. - Soy Carlos, lamento haberla atacado ayer. - Dijo mirando el suelo.

 La morena se arrodilló unos momentos frente a él.

-Mucho gusto, Carlos, soy Esperanza, pero puedes decirme Kibō. - Cabrera estaba inquieta, no sabía muy bien cómo reaccionar ante el niño, o ante ninguno.

-La señorita Emer me pidió que le avise, que su madre ya está viniendo para festejar su cumpleaños.

 Fue entonces que la morena entró en pánico. Había olvidado por completo que era su cumpleaños y  que su madre iría a visitarla con su familia. Luego de maldecir para sus adentros, agradeció al niño y corrió a buscar algo decente que ponerse. Carlos trataba de no reírse mientras la veía revisar su armario como una loca, pasear por la casa, encerrarse en el baño, probarse un conjunto que no le gustaba, y repetir todo otra vez. Por un momento, la morena agradeció que el tiempo estuviese descontrolado y que estuviera agradablemente fresco para ser noviembre, porque si tenía que festejar su cumpleaños con calor, sería peor que en esas condiciones.

 Odiaba tener que festejar, pero su madre y mejor amiga, insistían en que debía agradecer otro año de vida, pero sin importar qué, Esperanza no estaba de acuerdo en comer pastel y tener que sonreírle a su familia como si todo estuviese bien. Había dejado de disfrutar sus fiestas a los ocho años, y que su padre muriera, solo fue otra razón para no querer hacer nada. Los siguientes años, intentó siempre encontrar una excusa para no estar presente, desde estudiar, hasta salir a bailar, cuando ni siquiera le gustaba salir de fiesta, lo que siempre terminaba en ella durmiendo en la casa de Jae o Astrid. Recordando eso, cayó en la cuenta que Jae no estaría presente  y las ganas de hacer algo se fueron por completo.

 Resopló sentándose en la cama junto a Carlos, que acariciaba a la gata junto a él.

-Debería cancelar, si no es lo que quiere hacer hoy. - el niño la miró por entre sus extrañas pestañas en un violeta oscuro, casi negro. - O ponerse esto e ir al departamento de su amiga. -Carlos levantó algunas prendas de ropa y la movió frente a ella.

 Era un simple suéter oscuro y un jean roto de color claro, algo exactamente como lo que usaría ella. Con una sonrisa algo triste pero agradecida, tomó la ropa y se retiró al baño para vestirse; se dejó el cabello suelto sobre los hombros y tomó sus lentes del mueble del baño. Eran de descanso y servirían para disimular que se había tenido que maquillar un poco los restos del moretón en el rostro, se puso una muñequera de BTS en un brazo y algunas pulsera en el otro, dejando ocultas las leves marcas aún visibles en sus muñecas. Su madre era la única que sabía sobre su doble vida con Fénix, pero el resto de su familia no, y prefirió no tener que buscar una historia que contar.