CAPÍTULO 28: No me quiero despedir

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Esperanza leía con el ceño fruncido la primer actividad para la academia y el concurso. Debía preparar con sus compañeros una presentación de un grupo de chicas con una intro, dos canciones como mínimo y el break de baile antes del final. Sus compañeros masculinos se sonrieron divertidos porque ya sabían que querían bailar, mientras que las chicas estaban pensando que podrían hacer. Mark entonces ofreció la opción de crear su propio intro con una base remixada de Twice, cantar TT, yes or yes y preparar el break mezclando ambas bases.
Se miraron entre sí de acuerdo; Valentín iba a empezar con la mezcla de la música mientras que las chicas serían las encargadas de aprender la coreo primero para después poder mostrarla a los demás. Esperanza estaba estirando a un lado metida en su propio mundo, sabiendo que las cosas con sus amigos estaba raras después de discutir con Marco por la misión, su mes sin paga ni trabajo, su vida en peligro, todo. Esmeralda trataba de hablarle lo menos posible, incluso aunque estaba de acuerdo con los ideales de quien consideraba su hermana menor; no quería perderla y negaba a tocar el asunto. Chris seguía relacionándose como siempre con ella, mientras que Mark se sentía en un brecha a la mitad. Rose, por otro lado, estaba reacia a siquiera dirigirle la palabra a Esperanza, porque a pesar de que estaba de acuerdo con sus intenciones y sus principios, estaba enojada con ella por no pensar en que ya no solo dejaría a sus amigos si moría en esa misión, sino también a su nueva familia con los chicos de bangtan, que la querían como una más de ellos. Si moría, ¿qué explicación le darían a su novio?. Tener pareja tenía más consecuencias que simplemente una pelea, todos eran conscientes de aquello, pero ninguno se atrevía a juzgar a la morena en voz alta, como si fuera algo prohibido.
Kibō fue la primera en dar el grito para que todos se acerquen a practicar la coreo, y la explicó luego de organizar quién interpretaría a cada una de las nueve chicas, quedando que aquellos con más experiencia en el baile, tendrían que ser dos. Mark sería Sana, Chris sería Tzuyu, Valentín sería DaHyun y Jeong Yeon, ya que era quien había practicado danza por más tiempo, Rose sería Chae Young, Esmeralda sería Mina y Momo, quedando Esperanza por ser Nayeon y JiHyo. La práctica comenzó con cada uno interpretando su parte guiados por Kibō de forma individual, y luego lo hicieron todos juntos, conversando de a momentos cada inquietud que tuvieran. Se les había ido el día en la sala de prácticas cuando quisieron darse cuenta, por lo que decidieron terminar por ese día y volver a sus respectivos hogares.
Esperanza estaba guardando sus cosas cuando el teléfono sonó con el tono de llamada de JiMin. Atendió con una sonrisa cansada por el día de ensayo, conversando mientras salía de la academia, contándose lo que habían hecho respectivamente.
-¿tienes planes para ésta noche?- inquirió Park con ánimos.
-Planeaba darme una ducha y estudiar un poco antes de irme a dormir. - Mentía en lo de dormir, porque debía ir a entrenar con sus estudiantes hasta entrada la madrugada.
-¿Puedo invitarte a cenar? Seok Jin hyung me recomendó un restaurante increíble.
Esperanza estaba ya en su habitación gracias al portal que Chris había creado. Miró su traje de entrenamiento y luego contestó.
-Claro que sí, JiMinnie.
-Perfecto, pasaré por ti a las nueve, para poder regresar temprano y que descanses. - Park comenzó a dar saltos por la cocina siendo observado por su mayor antes mencionado, quien había hecho la reservación para ambos como un regalo.
-Nos vemos entonces, te quiero.
La llamada se cortó y Esperanza suspiró agotada. Por un momento quiso llorar con todas sus fuerzas por la frustración al pensar que podría ser su última cena con su pareja. Miró la puerta de su habitación y salió rumbo al cuarto de Emer, en donde la rubia se estaba cepillando el cabello mientras leía. La morena aguardó en el umbral en total silencio, aguardando a que se le ocurriera algo que decir.
-Se que no quieres hablar conmigo, pero ¿puedo pedirte ayuda con algo? - soltó Cabrera medio llorosa.
Esmeralda se giró preocupada al escuchar a su amiga tan quebrada, encontrándose con una temerosa Kibō, que se veía pequeña y débil a comparación de muchas otras noches en las que la morena iba a buscarla por consejo. Ritoski se acercó a ella con cuidado, aguardando a que su amiga diga algo más.
-No le puedo seguir mintiendo, ya no lo aguanto, Emer. - La rubia sabía perfectamente de qué hablaba la menor, quien ya estaba llorando entre sus brazos, temblando.
-No es fácil decir una verdad así, pero esto es bueno, significa que eres consciente de que debes ser sincera con él. - Esmeralda soltó un poco a Esperanza antes de continuar. - ¿Qué te parece esperar hasta luego de tu misión?, puedes contarle la verdad cuando regreses sana y salva, si le dices la verdad ahora y no regresas...
-Además debo pensar cómo se lo diré, no es algo que puedas decir con tanta facilidad.
-Exacto, exacto. - Emer sabía que decirle a su amiga lo que esperaba escuchar, era mejor que llenar su mente con más estrés. Podía disculparse cuando todo se relaje.
-Yo... necesito ayuda con ropa. Me invitó a cenar, y no dejo de pensar que podría ser nuestra última cena juntos y...
-Quieres que sea especial. - La menor asintió ante las palabras de su amiga. - Bueno, por ahora mejor vayamos por una merienda nutritiva, y pensaremos que puedes usar.
Kibō sabía que Esmeralda se estaba esforzando por ayudarla. La rubia odiaba estar enemistada con ella, ambas lo odiaban, por eso no les duraba mucho. Bajaron juntas medio abrazadas, Esperanza aún estaba algo llorosa, y los presentes no necesitaban muchas explicaciones para saber que algo no andaba bien. Rose, quien había llegado con Valentín luego de ducharse, también decidió ignorar sus quejas ante las decisiones de su amiga y estaba siendo participe. Chris llegó entonces con Carlos, que venía de la escuela de Fénix hablando hasta por los codos; el niño al ver a su tía llorando, corrió para abrazarla preocupado. Esperanza sintió que su corazón se le hacía pesado en el pecho cuando sintió los cálidos brazos del niño rodeando su cuerpo magullado y cansado. Entonces la morena le comentó que cenaría con JiMin, y que le contaría la verdad al volver de su misión; el niño comenzó a curiosear con ella contento de al fin haya tomado aquella decisión.
-Para que estés segura de que vas a pasar una noche como película de Disney, te ayudaré a buscar qué ponerte.
-Niño, deja de robarme mi trabajo. - se quejó Esmeralda con el ceño fruncido.
Los demás rieron.
-Además tienes tarea que hacer. - Mark miró a su hijo por encima de su taza de café, provocando que el niño resople desanimado.
Esperanza no resistió tener que pellizcar sus mejillas asegurando que la ayudaría en la próxima, Carlos era a la única persona a quien no podía negarle un capricho, sea cual sea. Inmersos en conversaciones banales, la merienda pasó para el escuadrón Sombra, terminando en Esperanza retirándose para poder darse una ducha que duró más de lo normal, debido a su cuerpo entumecido. Se había pasado varios minutos bajo el agua simplemente mirando a un punto no específico, hasta que Emer tocó la puerta para decirle que se apure para prepararse.
Bostezando y luchando por mantenerse despierta, la morena salió en bata hasta su habitación, dejándose caer en la cama totalmente agotada. Esmeralda estaba revisando el guardarropa con ojo inquisitivo y lo cerró simplemente con unas medias y unas botas en mano, junto con un tapado negro que su amiga guardaba sin usar. Extrañada, Esperanza se sentó en la cama.
-Camila habló con Rose y le dijo que podías usar cualquiera de sus vestidos. - Mark estaba de pie en la puerta de la habitación con una prenda que pasó a dejar sobre la cama.
Cabrera miró la prenda con añoranza y la acarició suavemente, deseando poder abrazar a su menor como el peluche abrazable que ella le repetía que era. Inmediatamente, Esperanza notó que no tenía ningún tipo de manga y su cuerpo se tensó un poco cuando dirigió una mano a su brazo. Las cicatrices serían imposibles de explicar cuando se quitara el abrigo, eran incluso más llamativas debido a lo pálida que estaba debido al poco sol que tomaba, sumando que no se ponía ningún tipo de crema, a diferencia de Emer, que se cuidaba la suya con todo tipo de tratamientos. La parte femenina y cuidadosa que la rubia explotaba al máximo, Kibō estaba segura de haberla dejado en el útero de su madre.
-Y Chris eligió ésto por su parte. - Mark dejó algo más sobre la cama, resultando ser una camisa blanca que quedaba perfecto con el vestido azúl oscuro.
-Gracias, chicos. - dijo la morena medio llorosa.
-Deja de llorar, niña, debo maquillar esa cara de fantasma desinflado. - Esmeralda dijo aquellas palabras con una sonrisa cariñosa mientras obligaba a su amiga a ponerse de pie y sentarse frente al tocador, el cual la rubia le había regalado.
Mark las dejó solas después de dejar un beso en la mejilla de ambas. Kibō observó a su delegada hermana mayor, muy concentrada mientras peinaba su cabello y hacía algunas ondas en las puntas. La morena se puso a pensar en lo hermosa que era incluso estando horriblemente de entre casa, con un simple moño alto sujetando sus rizos rubios y una sudadera obviamente de JungKook. Esperanza se sintió algo culpable de sentirse avergonzada de sus cicatrices, cuando Emer podía ser un sol radiante con la cara marcada; pero al menos era la única que llevaba y la podía explicar sin problemas, un accidente podía tenerlo cualquiera.
La rubia había comenzado a maquillarla cubriendo sus ojeras, dando un color lo más saludable posible a sus labios y a sus mejillas; cuando se miró al espejo luego de vestirse, no reconoció a la joven en el reflejo que debería ser suyo. Parecía una chica común a punto de salir con su pareja, con un empleo normal, con estudios en curso. Por un momento realmente pensó en convertirse en esa chica de una vez por todas, dejar todo atrás y hacer su vida con JiMin, pero tenía un deber, una obligación, que ni siquiera por el hombre que amaba, podía dejar.
El timbre sonó, y pudo escuchar a Valentín contestando el portero. Se tragó las lágrimas y salió de su habitación seguida de Esmeralda, que le acariciaba la espalda con cariño mientras caminaban. Antes de salir acompañada de la mayor, saludó a todos sonriendo un poco ante los halagos y algún que otro piropo de camionero por parte de sus amigos.
No le preguntó a Emer por qué la acompañaba con tanto frío que hacía fuera, pero lo agradeció, porque se sentía un poco menos cansada, cuidada. En cuanto salieron del edificio, Esperanza vio a JiMin de pie con las manos detrás de la espalda aguardando junto a un auto negro estacionado en la acera. Sintió una emoción irreconocible dentro de su cuerpo, y le agradó que JiMin sea el único en provocar algo tan agradable para ella.
Emer la dejó continuar hasta la calle sola luego de abrazarla y darle una bendición como madre preocupada. La morena rió alejándose de su amiga, pasando a caminar hacia el muchacho que había cambiado su cabello a un color rubio, casi blanco.
-Pero si es mi ángel. - Las palabras de JiMin provocaron su sonrojo, el cual empeoró cuando de detrás del joven, se asomó un ramo de jazmines.
-¿Por qué eres tan dulce? - inquirió la morena abrazando al chico.
-Debe ser que me encanta verte sonreír y hacerte feliz. - Park recibió un sonoro beso por su sonriente novia. - Ven, una cena nos espera.
Ambos se subieron al auto riendo y conversando. El camino fue totalmente tranquilo, el sueño de Esperanza había sido reemplazado por una sensación de completa paz y felicidad, jamás podría terminar de agradecer a JiMin por ser su pedazo de paraíso. Las mejillas le dolían de sonreír, y el estómago de tanto reírse ante los chistes del joven, que manejaba y hablaba con su acento de Busan.
Una vez llegaron al restaurante, Esperanza reconoció el lugar de inmediato, había estado allí la noche de la pelea con Clarice y la pareja problema. La joven entró al lugar que había visto muy por encima, encontrándose con un hermoso lugar iluminado. Inmediatamente recordó a Seok Jin caminando del brazo con NamJoon totalmente estallado en risas, como si los problemas del mundo no pudiesen afectarlos.
-Buenas noches, tenemos una reservación a nombre de Park JiMin. - el joven sonrió al mozo que recibía a las personas en la puerta.
-Bienvenidos, señor y señora Park, la señorita les mostrará su mesa, por favor disfruten. - El hombre sonrió a la pareja que se miró sonrojada siguiendo a la mesera, que los guió hasta un reservado apartado y tranquilo.
-Nos llamó señor y señora, tendré que darte un anillo pronto. - comentó JiMin empujando la silla de la joven, que se quedó roja como un tomate erguida en su lugar.
El joven rió lo más disimulado posible al ver el rostro de su novia, que lo pateó por debajo de la mesa con suavidad. Se disculpó entre risas.
-Ahora si no lo haces, tendré que ir a terapia. - comentó la morena, continuando con las risas.
La mesera dejó con suavidad el menú frente a ambos, que estaban muy ocupados en conversar sobre el lugar y otras cosas que la joven no entendió. Leyeron la carta y Esperanza pidió consejo al rubio sobre qué pedir para cenar. JiMin, sabiendo que su novia no era fan de la comida muy picante, ordenó por los dos. La morena aplaudió suavemente cuando la camarera se fue, emocionada por probar comida coreana en un restaurante tan bonito. Volvieron a hablar tan pronto que la jarra de agua quedó vacía entre los dos, que estaban riendo por lo bajo, se miraban con cariño por largos ratos.
Kibō se retiró educadamente al baño cuando el agua le hizo efecto. Se lavó las manos luego de sus necesidades y se miró un momento al espejo, arreglando su cabello con rapidez. Salió mirando a las personas a su alrededor y un hombre chocó sin querer con ella, así que se disculpó con una reverencia y una sonrisa, volviendo a retomar su camino hacia su mesa, donde su novio esperaba para comenzar a comer. Cuando se sentó, acomodó su falda mirando su plato con una sonrisa y curiosidad, pero cuando puso su servilleta sobre su regazo, sintió algo en su bolsillo. Lo tomó curiosa y lo ojeó con el ceño fruncido, JiMin notó que no había comenzado a comer, y detuvo su cuchara con comida a mitad de camino.
''Asegurate de revisar todos los archivos en el sur, Esperanza, te sorprenderán los secretos que tu propia familia te ha estado ocultando.'' Era una nota impresa en papel rosa pastel, como si fuera papel de carta; escuchó como JiMin preguntaba si todo estaba bien al verla mirar a su alrededor. El hombre que la había chocado no se veía en ningún lugar cerca, y curiosamente tampoco recordaba un rostro.
-Creo que Emer usó este vestido y dejó este papel dentro, qué cabeza de novia que tiene. Se lo daré cuando vuelva a casa, ¿comemos? - Esperanza sonrió a su novio, que se encogió de hombros restando importancia al asunto, con su usual sonrisa pintada en el rostro.
Ambos se habían enfrascado en una conversación totalmente aleatoria, comentando la comida, mientras Esperanza hacía ruidos de emoción bajos. JiMin estaba riendo con su comida ya finalizada; el postre llegaría enseguida, y con ello, parte de una sorpresa que tenía preparada para su pareja, que no paraba de hablar de la academia y sus estudios, lo que hacía y lo que no.
En cuanto la mesera estuvo nuevamente junto a su mesa, dejó los respectivos postres delante de los comensales, sumado a una pequeña caja que dejó junto a Esperanza. La joven vio el paquete nuevamente erguida en su lugar y sintió la mano de JiMin tomar la suya sobre la mesa.
-Vamos, ábrelo, por favor.
-Si llega a ser un anillo, Emer te va a asesinar. - Esperanza necesitaba hacer algún tipo de broma, porque en lo único que podía pensar era en que algunos ojos curiosos de las mesas contiguas, estaban sobre ella mientras abría la pequeña caja, encontrándose con una llave y una papel con una serie de números. - Me ilusioné.
JiMin rió un poco.
-Estuve ahorrando dinero y compré un departamento, esa es la llave y la clave de seguridad. - El rubio parecía repentinamente nervioso mientras apretaba la mano de la chica otra vez. - Puedes ir cuando quieras, aún estoy terminando con la mudanza, pero estoy seguro que luego de la gira que tendremos ahora, estará todo perfecto. Quizá podrías considerar vivir conmigo, pero es solo una idea, yo sé que tienes todo el asunto del estudio y el trabajo, además de que vives con tu familia y no es fácil tomar una decisión así...
-Además te mueves mucho al dormir, y hablas dormido. - Esperanza primero dijo eso seria,pero comenzó a reír cuando vio la dulce mueca de su novio. - Cuando vuelvas, yo misma te ayudaré con la mudanza, me encantaría vivir contigo.
Sabía que quizá ella no volvería de la misión, y que si lo hacía y hablaba con él, probablemente, terminaran su relación, pero en ese momento solo podía pensar en la ilusión en la cara de JiMin y el las felicitaciones de algunas parejas de adultos. Era egoísta por estar haciendo algo como eso, pero solo quería pasar su mejor ultima noche antes de sumirse en lo que estaba segura que se convertiría en un infierno.
Cuando se fueron del restaurante, caminaron abrazados sin hablar, no era necesario, estaban tranquilos en su mundo perfecto, donde la gente no los reconocía, y si lo hacían, pasaban de ellos. Al menos excepto hasta que unas fans de Argentina que estaban de visita en Corea, reconocieron sobre todo a Esperanza debido a que su presentación con su grupo era un éxito en las redes, a pesar de cómo había resultado todo, obviamente. La morena recibió los elogios de las jovencitas algo nerviosa y les sonrió con cordialidad, pero JiMin la salvó cuando mencionó lo tarde que era y que debían volver a sus hogares. Se sacaron una foto todos juntos y la madre de las chicas le gritó a Esperanza que era preciosa.
-Eso fue lo más vergonzoso que me ha pasado hasta el día de la fecha. - comunicó Cabrera comenzando a reír, retomando el camino hacia el auto.
Estaba mensajeando con furia a Emer sobre que por favor vaya a la base a alimentar a Yiu y que le dijera a los chicos que podían salir si querían, que ella no iría esa noche. Claro que su amiga comenzó a mandar audios gritando que tenga cuidado, que descanse y le avise si quería que la pasara a buscar al día siguiente. Riendo, contestó los mensajes de su hermana mayor, asegurando que estaría todo bien y dando afirmativa a la idea de recogerla al día siguiente, ya que tenía mucho papeleo de oficina atrasado y debía trabajar en la cafetería.
Cuando quiso darse cuenta, JiMin había estacionado en un garaje que no reconoció y el chico se bajó emocionado. Esperanza lo siguió por las escaleras, saludaron al portero en cuanto estuvieron en la planta baja del edificio y subieron en el ascensor hasta el quinto piso, donde el muchacho la arrastró hasta una puerta de color oscuro, en donde le pidió que ingrese la clave en el panel junto a la puerta, que hizo ruido cuando la clave ingresada abrió la cerradura. Kibō aguantó la respiración al pasar, pero rápidamente comenzó a saltar contenta cuando se encontró con el living, la cocina estaba a un lado, contando con una mesada de grande dimensiones, tanto para poder comer, como para poder cocinar sobre ella. La joven inmediatamente se paseó dando saltitos medio gritando.
JiMin entonces la llevó de la mano hasta una de las habitaciones, pasando por el baño, el cual la joven ojeó elogiando la bañera con chistes divertidos. Él abrió la puerta en cuanto estuvo frente a ésta y le mostró una habitación con algunas cajas amontonadas, un sillón frente a una tele, libros apilados cerca de lo que parecía una biblioteca a medio terminar, un escritorio. Esperanza siguió al rubio otra vez por el pasillo, hasta otra habitación, donde había una cama matrimonial con las sábanas dobladas a los pies de la misma, dos mesas de luz, el armario empotrado, una cómoda.
-Incluso puedes poner tu tocador aquí, y admiten animales. - JiMin miró a su novia expectante, que se paseaba por el lugar con una sonrisa pequeña.
-Es increíble, JiMinnie. - Esperanza lo abrazó fuerte con una sonrisa radiante y dejó un beso en su mejilla.
Contento con la respuesta, el rubio se ofreció a hacer la cama mientras ella preparaba café para ambos. La morena entonces hizo un saludo militar riendo y se fue a la cocina a preparar la infusión. Se sintió increíblemente enternecida de el juego doble de tazas de café, vasos, platos, cubiertos, incluso palillos; JiMin había pensado en ella incluso antes de recibir una afirmativa a alguna propuesta, y el corazón le pesó en el pecho al imaginarse una vida con él, desayunar juntos, verse durante las tarde, o en la noche al volver cada uno del trabajo. Sintió que si seguía torturando su mente con todo aquello, terminaría llorando, así que simplemente preparó la bebida y llevó todo al living, que la sorprendió al encontrar dos almohadones debajo de la mesa ratona.
Sonrió con aquel detalle y se arrodilló esperando al muchacho, que llegó enseguida con las mejillas enrojecidas y una sonrisa. Bebieron café juntos conversando sobre el departamento y el vecindario, riendo. Mandaron fotos del café nocturno al los grupos que tenían, provocando audios sin sentido por parte de sus amigos, que gritaban diversos disparates. Cuando las tazas se encontraron vacías, lavaron lo usado aún conversando y JiMin aseguró haber traído un pijama extra y se fue corriendo a la habitación a buscarlo. Esperanza se rió mientras iba a la habitación apagando las luces en su camino, pero se quedó a oscuras porque la habitación estaba con la puerta cerrada. Con tranquilidad siguió el camino tocando la pared con la punta de los dedos y buscó el picaporte de la puerta a tientas. Al abrir la puerta se encontró con JiMin peleando con un moño, que estaba sobre una caja, arriba de la cama.
Frunció el ceño un momento, hasta que el rubio canturreo un sorpresa abriendo los brazos.
-¿Otro regalo, Chim?. Te vas a fundir.
-No se aceptan quejas y tampoco devoluciones porque perdí el ticket, así que ábrelo ya. - el muchacho se acercó hasta la caja y aguardó expectante mientras la chica abría la tapa.
Esperanza abrió la boca en una gran ''O'' mientras levantaba los pijamas de parejas en alto. Miró al chico y abrazó la prenda medio llorosa, solo para pasar a ser abrazada por el mayor.
-Y además venían con unos anillos muy lindos, Tae Hyung me llevó a ver un regalo para Ho Seok hyung pero terminé comprando algo yo y él llevó algo de otra tienda.
-Pero me diste la llave de tu departamento, me invitaste a vivir contigo, es suficiente regalo para mí, no debías gastar nada más. - Esperanza estaba haciendo un pequeño berrinche pero su novio inmediatamente movió las manos frente a ella recordando lo del ticket como excusa para que la joven acepte el regalo.
El joven tomó su pijama y avisó que iría a cambiarse al baño, que ella podía hacerlo allí. En cuanto estuvo fuera de la habitación, Kibō observó las prendas y notó el pequeño detalle de que era una camiseta rayada con rojo y blanco de mangas cortas, haciendo juego con el pantalón corto con el mismo estampado. Recordó sus cicatrices y entró en pánico, pero debía aceptar el regalo porque sabía que le había costado mucho. Sintió que se iba a poner a llorar y se cambió como un rayo cuando escuchó el ruido en el pasillo. Dejó su ropa doblada con cuidado sobre la cómoda y saltó sobre la cama, cubriéndose con las sábanas, tratando de sonreír cuando JiMin entró a la habitación tarareando. El muchacho se metió en la cama también mirando su teléfono un momento antes de dejarlo sobre su mesa de luz, pero notó la incomodidad de la joven, que se rehusaba a salir de debajo de las mantas, incluso aunque dentro de la habitación había calefacción. Cuando le preguntó si podían dejar la manta más pesada en los pies, la morena dijo que si no del todo convencida, por lo que el rubio se sentó recto y la miró a los ojos.
-¿Qué sucede? ¿hay algo que te moleste?
Las preguntas del muchacho provocaron que se remueva un poco en su lugar, nerviosa. JiMin entonces se estiró hasta su mesa de luz y sacó un anillo de dentro del cajón; era el que venía junto al pijama de parejas. Se giró en dirección a la joven, que lo miró aún inquieta.
-Ven, dame tu mano. - Park extendió su mano en espera de que su novia haga lo pedido.
Kibō sacó muy a su pesar un brazo de debajo de la manta, y dejó su mano descansar sobre la de JiMin, que puso el anillo en el dedo anular con una sonrisa cariñosa. Incluso dejó un beso sobre el torso de la mano de la chica, que lo miraba sorprendida.
-Creo que sé lo que está pasando. -Aventuró el coreano. Inmediatamente acarició el brazo de Esperanza, observando algunas cicatrices como si fueran lunares comunes y corrientes. - Hemos dormido juntos suficientes veces como para notar algunas cosas, y lo entiendo, se que viviste una adolescencia complicada y estudiaste en la Isla en ese instituto de chicos problemáticos. Está bien, creo que eres hermosa incluso con ellas, porque son parte de tí.
Esperanza miró aun más sorprendida a su novio, que le sonreía con tanto cariño, que sentía que le podría explotar el corazón. Se acercó hasta él y lo abrazó con fuerza, sintiendo la única paz que el muchacho provocaba en ella. Era el sol que iluminaba sus días, siempre esperando lo mejor de ella, aunque incluso ella misma no podía ver aquello.
-Aprovecho este momento para contarte que yo también debo viajar. - Kibō seguía pegada al joven, sentía que si se separaba, lloraría o su miedo se iba a reflejar en su rostro y no podría mentirle al chico. - Debo hacer algunos trámites familiares aprovechando que tengo unos momentos libres en la academia debido a unas refacciones del edificio. Iwa sensei dejó algunas cosas inconclusas. Serán pocos días, y lo más probable es que esté de vuelta para cuando los shows en Japón terminen.
-Entonces qué bueno que fui a cenar contigo hoy, aunque todo el tiempo del mundo no sería suficiente para disfrutar contigo. - La última parte, JiMin no la dijo tan alto, casi había sido un simple divague, pero Kibō lo escuchó y lo besó repitiendo que era un ternurita.
Claro que Park se había avergonzado un poco mientras se escondía bajo sus sábanas, a lo que Esperanza estalló en risas abrazando a su novio. A pesar de que iban a pasar bastante tiempo separados, estaban disfrutando del momento. JiMin, como siempre, esperó a que la morena se quedara profundamente dormida, para recién entonces, dormir, pero sus sueños fueron bastante turbios, no paraba de ver a Esperanza en el mismo lugar de siempre, en ese teatro lleno de sillas vacías, utilizando su vestido. Lo que le resultó extraño, fue encontrarse con que estaba sucia, cubierta de tierra, con algunos rasguños sobre su pálida piel. El ojo Izquierdo de la joven estaba surcado por una mancha gris; lo reconoció como heterocromía, aunque también había un golpe sobre su mejilla, así que se había acercado aún más a la joven, que lo miraba sin expresión.
En el momento que estiró su mano para tocar a la joven, ésta se desvaneció como si se tratara de una hoja cayendo de un árbol al secarse. JiMin se quedó estático con el cuerpo de la joven entre sus brazos, dejándose caer sobre sus rodillas. Corrió el cabello de la morena, el cual se encontraba sobre su pálido rostro. Casi podía sentir el frío que emanaba de su cuerpo, sus lágrimas bañar sus mejillas mientras intentaba decir su nombre, pero por más que gritaba, nada salía de su garganta.
Se despertó escuchando su propio sollozo mientras dormía. Estaba acurrucado en el lado de la cama donde debería estar su novia, tenía frío y su rostro estaba húmedo. Se sentó confundido, mirando a su alrededor, y escuchó ruido fuera de la habitación, por lo que salió secando su rostro.
En la cocina estaba Kibō preparando el desayuno mientras cantaba en una voz muy baja. Se quedó observando a la joven unos momentos, tratando de no verla como en su sueño, sino como realmente estaba: utilizando su pijama descalza y sonriente. Cabrera entonces notó que estaba de pie en la sala, por lo que lo saludó, pero no recibió respuesta del atónito chico.
-¿Estas bien, querido? - preguntó con un tono dulce.
-Claro, solo pensaba en lo delicioso que huele el desayuno. - JiMin no pudo dejar ir lo que realmente quería decirle:''por favor, cancela tu viaje, tengo miedo de perderte.''
Sabía que decir algo como aquello era completamente idiota, más allá de que sus sueños con Kibō siempre tenían algo de verdad, podía ser que simplemente estuviera reflejando a su miedo de que algo le suceda durante el viaje, que no era del todo irracional, puesto que no sería la primera vez que Esperanza ''tenía un viaje'' y se accidentaba. Sacudió la cabeza disimuladamente, tratando de concentrarse en lo que su novia le estaba contando sobre la comida y decidió calmarse. Se dijo que todo estaba en su mente y que no debía dejar que su miedo lo controle.


Kibō --> Park Jimin.(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora