*aviso: cometí un error al numeral los capítulos, pero pronto lo voy a corregir.
Esperanza estaba arriba de la camioneta, estacionada en la puerta del departamento de JiMin, a quien esperaba ya que se había olvidado el teléfono arriba cuando salieron. El muchacho subió de repente con una sonrisa de oreja a oreja, anunciando que estaba más que listo para comenzar su día. La morena le dio un beso y arrancó el automóvil, conduciendo con tranquilidad.
JiMin bajó en la empresa luego de darle repetidos besos a la muchacha. Esperanza le sonrió cuando lo vio entrar siendo tan temprano y arrancó hacia su casa. Estaba tarareando una canción cuando entró en su habitación, la poca luz de día por el amanecer, entraba por la ventana, tiñendo todo de colores cálidos. Se puso a ordenar sus cosas con algo de música en volumen bajo, movió algunas cosas de lugar, cambió las sábanas de su cama y se sentó en su escritorio a organizar unos papeles, hasta que la carpeta color marrón con las copias de la investigación de su padre se cayó a sus pies.
Frunció el ceño observando el grupo de papeles y luego la dejó entre sus cuadernos negando con la cabeza mientras salía de su habitación. Bajó a la sala de estar y comenzó a preparar el desayuno de su familia, siendo el primero en bajar Carlos, que vestía su uniforme de secundaria con su mejor cara larga desanimada. Esperanza le sonrió enternecida, porque parecía que iba a quedarse dormido en cualquier momento. Él estudiaba también en la academia de Fénix, pero llevaba un atuendo distinto al de los alumnos de Esperanza, debido a que Carlos estaba varios niveles más avanzado que sus compañeros en edad.
Mark fue el segundo en sentarse a comer, y estaba en iguales condiciones que su hijo, al contrario de Chris, que había tomado su desayuno totalmente despierto preparando la mochila del menor, quien estaba seguro que no había preparado nada el día anterior. El castaño dejó la mochila junto al niño, a quien besó en la coronilla y luego besó a su pareja en los labios, yendo al baño tarareando. Esmeralda apareció radiante como siempre bajando las escaleras con su mochila al hombro. Gritó que se iba a trabajar mientras comía su desayuno desde el baño hasta la sala, entre lavando sus dientes y lavando sus cosas con las que había comido. La rubia se marchó a Fénix siendo seguida de Carlos, que tenía que ir a la escuela.
Mark llenó de besos a su hijo, avisando que llegaría para la cena debido a una misión, a lo que el niño refunfuñó un poco mientras abrazaba a su padre. Chris debía informar a su jefe en el otro bando sobre las últimas noticias, obviamente falsas, sobre Fénix, así que también se estaba preparando para irse. Esperanza estaba leyendo un libro tirada en la sala aquel viernes, pero escuchó lo que la pareja, ahora sola en la cocina, se estaba diciendo.
-Promete que vas a tener mucho cuidado y que me llamarás cuando termines. - pidió Mark con la voz algo cortada, evidentemente queriendo llorar.
-Lo prometo, ricitos, por favor no llores, necesito que te enfoques en la misión de hoy, ¿sí? - Chris estaba muy calmado, pero cuando Esperanza los espió, supo que estaba muy nervioso.
-Te veo hoy en la noche. - Mark abrazó al castaño rodeando su cintura, sintiéndose protegido por los brazos del muchacho, que besó su cabello repetidas veces. - Te amo.
Ritoski había dicho aquello antes de salir por la puerta, dejando a Chris con una sonrisa de tonto entre los labios. Por alguna razón, una de las pocas cosas que lo hacía sonreír así, era cuando Mark le decía que lo amaba.
El castaño entonces pescó a Esperanza mirando la situación con una sonrisa cariñosa, al contrario de él, que volvió a su seriedad de siempre.
-Eres un pastelito, ni lo intentes, porque ya te ví. - La joven pensaba seguir molestando al castaño, pero tu teléfono sonó sobre la mesa ratona de la sala.
Se estiró y vio un mensaje de Rose avisando que la poción que necesitaba para frenar los sueños, estaba lista. Kibō resopló aliviada; llevaba todo un mes soportando la vida de otra doble de ella y todo por falta de ingredientes. Rose había tenido que re abastecer su depósito para poder hacer la poción, y le había llevado el tiempo suficiente para que su amiga se quiera arrancar el cerebro con una cuchara para helados.
Se levantó, tomó su abrigo, su bolso y saludó a Chris antes de irse dando un portazo. El castaño estaba seguro de que los terminarían echando si la joven seguía saliendo así. Pero a Esperanza le importaba muy poco, realmente, por lo que bajó las escaleras corriendo y se subió en la motocicleta que había comprado con los frutos de su trabajo. Siguiente de ponerse el casco, arrancó camino a Fénix, conduciendo en algunos tramos como una maldita demente.
Cuando estacionó en el garaje de la agencia, tuvo que tener cuidado de no arrollar a nadie, pero como la mayoría de los agentes la conocía, en cuanto la escuchaban acercarse, se alejaban de la trayectoria de la morena. Se bajó de un salto, dejando su casco sobre el asiento, corriendo dentro saludando a los gritos a Marco en la sala principal. Él simplemente negó con la cabeza siguiendo con su trabajo, mientras que Esperanza entraba a la sala del escuadrón cayendo al suelo con un estruendoso ruido, el cual no sorprendió a Rose, que estaba leyendo un libro mientras bebía un café.
Kibō se levantó quejosa y sonrió a su amiga cuando ésta simplemente levantó la botella de la poción. Estaba tan feliz que dio saltitos por la sala.
-Recuerda dormir en cuanto te haga efecto, o de otra forma no va a funcionar. - Rose cerró el libro para encontrarse con que Esperanza ya se había bebido la poción y estaba quedándose dormida sobre las colchonetas del suelo.
La hechicera suspiró y dejó una manta sobre la joven, que ya estaba totalmente dormida hecha un ovillo. Rose salió de la sala y escribió en la pizarra de la puerta ‘’no molestar’’. Caminó hasta su cubículo y continuó trabajando, tarareando una canción. Valentín entonces comenzó a pasarle información del trabajo que hacían en conjunto, llevando hojas y hojas al escritorio de su jefe, que no paraba de escribir sobre su libreta y anotar cosas en las hojas que le llevaban.
Todos trabajaban mientras Esperanza dormía plácidamente sobre las colchonetas en la sala del escuadrón, que en su mente, se transformó en una habitación, en donde en pijama y de cabello algo rizado, descansaba alguna versión de ella. Se sentó confundida en la cama y miró el reloj, quedaba una hora para que suene la alarma y entonces decidió levantarse a darse una ducha antes de viajar a Corea por su trabajo de fotógrafa.
Bostezo metiéndose en la ducha mientras tarareaba un poco. Se vistió luego y tomó el desayuno leyendo las noticias de ese día. Un famoso bailarín viajaba también ese día, por lo que había un revuelo en las redes. Rió por lo bajo mientras guardaba su computadora en el bolso de mano, revisó tener todo para viajar y arrastró su maleta fuera de su departamento. Tomó el primer taxi que vio pasar y le indicó el camino al aeropuerto, en donde la dejó poco después. Caminó por los pasillos mirando carteles para saber por donde ir, hasta que llegó a una puerta de cristal que la llevaba directo a la ruta de abordaje del avión. Al cruzar, un montón de flashes la sorprendieron y miró confundida a su alrededor, encontrándose con un lugar acordonado. ¿Tenía tanta mala suerte como para meterse en una ruta privada?
Maldijo volviendo hacia atrás, pero la puerta aún no se había cerrado, por lo que se golpeó la frente con el filo, soltando un grito por el dolor. Se tocó la frente, encontrando algo de sangre entre sus dedos, estaba tan confundida que ni siquiera se quejó cuando una mano la tomó del brazo. Un chico la miraba preocupado: llevaba lentes sobre el cabello rubio, sedoso y espeso, tenía los ojos rasgados más dulces que jamás hubiera visto, la nariz era adorable y sus labios de un carnoso color oscuro. Creyó que podría desmayarse de ver tanta belleza y ternura en una sola persona, pero no lo hizo.
-Señor Park, debemos irnos. - decía un hombre detrás del muchacho, pero éste lo calló con una simple mirada.
-¿Estás bien? - el joven corrió un poco su cabello, encontrando la pequeña herida sobre su frente, por lo que inmediatamente revolvió en su bolso. Sacó una bandita médica con un montón de dibujos animados de gatitos y corazones, la cual colocó con cuidado sobre la frente de la joven, que lo miró algo confundida. - Eso ayudará por ahora…
-Gracias, señor Park. - Esperanza inmediatamente hizo una reverencia pero le dolió la cabeza. Se quejó mientras se enderezaba y el joven volvió a sujetar su brazo.
-JiMin, mi nombre es JiMin. - Contestó el rubio riendo un poco. - Trata de no hacer reverencias por un rato, podría hacerte peor… - JiMin dio pie a que la joven diera su nombre.
- Esperanza, me llamó Esperanza Cabrera. - ambos fueron interrumpidos mientras se daban la mano cuando el hombre detrás del rubio, comenzó a decirle que debían abordar al igual que la señorita, que resultaba ser la fotógrafa del show de Park JiMin.
-Una increíble coincidencia. - El muchacho tomó la maleta de la joven y la arrastró, siendo seguido por ésta, que parecía algo avergonzada de no haber reconocido a su cliente.
Conversaron durante el camino al avión, cuando abordaron, cuando la mayoría dormía, y Esperanza encontró algo increíblemente atrayente en el joven coreano, no sabía si era su carisma, su dulzura o una mezcla de todo, pero le agradó la sensación de haber encontrado algo que ni siquiera sabía que le faltaba.
Finalmente, Kibō despertó del sueño. Sentía el rostro húmedo y descubrió que había estado llorando mientras dormía. Se sentó en las colchonetas y miró a su alrededor algo desorientada; estaba en la sala de entrenamiento, en Fénix, en Corea, en donde había estado en los últimos meses. Rose entró entonces, con el almuerzo en mano.
-Al fin despiertas. - dijo la castaña animada, tomando asiento luego de dejar el almuerzo de Esperanza sobre las piernas de ésta.
-¿Qué fue todo eso?- inquirió la joven confundida.
-Mientras investigaba de qué dimensión venía la conexión, encontré esa. Me pareció que te gustaría saber que hay una en la que eres ordinaria y tienes a JiMin en tu vida. No en todas estás con Flint, gracias el cielo.
-No sé si mi linaje respeta la ley del multiverso, Rose. Puede ser que Tadashi aún no me haya encontrado en esa dimensión. - La morena abrió su almuerzo y lo comió con lentitud, aún muy pensativa.
Cuando terminó, agradeció a su amiga con una reverencia y salió de la sala del escuadrón, caminando con tranquilidad hacia el garaje, pero Marco la llamó antes de llegar, por lo que subió la escalinata de la sala principal, quedando frente a su jefe, en silencio. Marco le entregó una caja pequeña envuelta en papel rosa y sonrió a penas antes de volver a trabajar.
La morena hizo una reverencia y retomó su camino a la motocicleta, a la que se subió suspirando. Antes de ponerse el casco observó la caja, la cual abrió. Dentro había un juego de llaves, una nota y un mapa. ‘’Úsalas bien, y no dejes nada sucio.’’. Esperanza frunció el ceño y ojeó el mapa, resultando en la cabaña que Marco tenía a las afuera de Seúl. Entonces supo en qué quería usar aquello, y sonriendo volvió a su casa.
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Kibō --> Park Jimin.(En Edición)
Ciencia FicciónSinopsis: - ¿Confías en mí? -Con mi vida. Jimin observó a la joven frente a él y se preguntó qué más había detrás de esa sonrisa y ojos cargados de culpabilidad. Esperanza, una chica que vive una adolescencia común y corriente, se encuentra repe...