Esperanza estaba dando vueltas por la casa mientras se sostenía la cabeza. Llevaba todo el día tratando de encontrar información sobre gente que hablaba un idioma sin haberlo estudiado, y en cuanto la cosa se tornó turbia con respecto a posesiones satánicas, había apagado la computadora. Se dejó caer en el sofá esperando por que sea la hora en que el resto de su familia se hacía presente en la casa para cenar, como todos los sábados.
Llevaba una semana ignorando las preguntas de sus compañeras, y agradeció que las clases hubiesen terminado, así no tendría que aguantar preguntas incómodas por su comprensión de la lengua japonesa. Aunque cuando ella creyó que el interrogatorio no iba a hacerse presente, su celular sonando con una canción de su anime preferido, la hizo caerse de su asiento soltando un grito.
Riendo cuando su madre le preguntó si estaba bien, la morena tomó el teléfono y contestó sin mirar. La voz de Jae gritando con las demás del grupo, la hizo rodar los ojos divertida.
-Sin vergüenza, estamos yendo a tu casa. – Dijo Astrid emocionada.
Esperanza sollozó fingido mientras se levantaba para vestirse con ropa decente, o su madre la asesinaría.
- ¿No puedo ser como Alex y desaparecer? – cuestionó la morena haciendo referencia a su mejor amigo, quien había optado por desaparecerse de los grupos por completo. - ¿Dónde están?
-Estamos esperando un colectivo, nos juntamos. – Jae soltó un grito después de hablar, algo había hecho que hizo que las muchachas comenzaran a reír escandalosas. – Ni me hables de esa rata, estoy furiosa con él.
-No lo vale, olvídalo. – Moana rio.
Mientras Esperanza hablaba con sus amigas, se vestía con el teléfono en alta voz. La muchacha se paseó por la habitación con el teléfono en la oreja aguardando a que las chicas se tomaran el colectivo correcto para llegar hasta su casa. Cuando la llamada terminó, la morena salió hasta el patio para aguardar por sus amigas sentada en la hamaca del jardín. Resopló mientras jugaba con su llavero, hasta que sus ojos se toparon en la calle con la figura de Tadashi Iwa, con quien no hablaba desde la semana anterior. El anciano arrastraba un carro con tranquilidad mientras tarareaba una canción.
La morena se puso de pie inmediatamente y corrió hasta la puerta de entrada, por la cual salió presurosa para interceptar a Iwa. En cuanto éste la vio, sonrió ampliamente.
- ¿Así que estabas viva? – preguntó el canoso con curiosidad.
-Lamento no haber aparecido, estuve estudiando para el bendito examen. – La muchacha se ofreció a llevar el carro, a lo que el canoso no se opuso. Juntos, caminaron hasta la casa de Tadashi. – Ahora que estoy de vacaciones puedo ayudarlo con su jardín.
-Eso es una increíble noticia, pequeña Kibō.
-Me gusta mi nombre en japonés, suena mucho mejor que en español. – La morena distraída, fue observada con curiosidad por el japonés.
Sin mucho que comentar y con su típica sonrisa divertida, Iwa abrió la reja y fue seguido de cerca por la joven, que entró a la casa del mayor por primera vez. La chica se sorprendió de lo espaciosa y bella que era la estancia; todo en color blanco, adornos orientales por donde alcanzaba la vista y sobre la chimenea (y lo que más llamó la atención de la muchacha) había dos espadas.
- Tsurugi. – Musitó la morena mirando ambos objetos totalmente derecha en su lugar.
- ¿Qué dijiste? – Preguntó Tadashi mirándola con un brillo en los ojos.
- Tsurugi. ¿No es el tipo de espadas que tiene? – Esperanza no sabía de donde había sacado aquella información, pero no le sorprendió, no del todo al menos. – Iwa Sensei, ¿Por qué dejó de buscar a su aprendiz?
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Kibō --> Park Jimin.(En Edición)
Ciencia FicciónSinopsis: - ¿Confías en mí? -Con mi vida. Jimin observó a la joven frente a él y se preguntó qué más había detrás de esa sonrisa y ojos cargados de culpabilidad. Esperanza, una chica que vive una adolescencia común y corriente, se encuentra repe...