Esperar a que la historia se haga realidad.

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Abrí un viejo libro y sus hojas desgastadas aún hablaban, sus viejas letras reían y lloraban y la historia aquella tan real y fantasiosa aún contaba una romántica prosa.

Leí el poemario, los poemas que al tiempo retaban y que sólo apuntaban bajo la tinta desgastada.

Hablaba de amor y del efímero amorío, hablaba de confusión y de las encrucijadas en una decisión y también hablaba del olvido y del polvo que al olvidar recubre.

Seguían las páginas y las hojas,  avanzaba el relato simple como agua y extenso como el cielo.

Con el único sentimiento caminaba un único personaje, dentro de su sola historia y ahogado en soledad esperando soportar las letras y a otra página llegar.

Pasaba el tiempo y su rutina al tiempo mataba, pasaba y pasaba todo igual y corría y gritaba mientras las manecillas caminaban.

Y encontró al fin, bajo el atardecer, a la compañía que rompía el cincel, la acuarela, el papel y la pluma.

Encontró dulce acompañente, ella movió su reina y el sólo acomodo su peón.

Entre casillas blancas se deslizaba y siempre encontraba el jaque y siempre escapaba el rey.

Entre la espada y la pared, entre palabras y silencio.

Entre la verdad, la mentira y el ocultar lo que sentía.

Y avanzaba la historia y se estancaba su sentir.

Las hojas en blanco aparecieron y el final aún no estaba escrito, con la tinta diferente se escribía el desenlace o el inicio.

De una historia sobre dos personas que se amaron, de dos personas que callaron.

De dos almas que con corazón partido volaron,cada quien con su fragmento,  con la fragilidad dentro de sus alas y una visión borrada.

Cada quien con el tormento de no olvidar y recordar a cada instante su efímero amorío.

Con las cadenas al volar... Se querían y tal vez era más que el querer sencillo.
Era amor o tal vez una forma de matar la soledad o de dar suicidio a su rutina.
Era amor y la falta de valor le cegó de ver aquello que había buscado.

Un final de tantos, un final amargo es un fin que se antepone al riesgo de gritar.

De apostar y dejar todo a ganar, en una ruleta que por nombre lleva Sentimiento y de una baraja cuyo as bajo la manga es El amar.

¿Que te parece si apostamos y nos dejamos llevar?

Sí pierdo y si te pierdo, apostaré de nuevo.

Apostaré estrellas, lunas y planetas.

Y conquistare el iris salvaje que ocultas y el fuego de tus labios que resalta.

Dar inicio a la prosa de esta historia, que alguien más la lea y conozca a un par de  almas gemelas que gritaron y hallaron sinfonía en su canción desesperada.
Que el fuego de tus labios evapore las lágrimas secas, que las hojas desgastadas y las fotos alimenten la fogata, que el frío huya y el invierno se detenga al poder de una sola vela encendida.
Que sólo un par de letras hablen, que sólo la utopía viva y este sentimiento inerte se evapore a la locura...

Poemas De Un Mal Poeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora