Creo que me volví adicto a la tristeza.
Lo digo por cada noche en la que hago de este abismo uno más profundo.
Lo pienso, y el pensamiento me ahoga cuando intento embrigarme con lágrimas vacías y teniendo el alma seca.
Estática. Inerte. Casi muerta o muy poco viva.
Porque lo siento como si fuera un astronauta a la deriva, teniendo los pies en una luna diferente a la mía.
O será la daga que se quedó atascada en mi garganta, el filo del vetusto silencio y los puntos suspensivos que se tornan una droga.
Y el tiempo tan solemne que dio razón a la adicción más cómoda.
El necesitado anhelo de tenerla cerca, de volverla musa y caer en la seducción del roce suyo con mi pluma.
Ahora tengo el alma cauterizada y la abstinencia me sabe amarga.
Entonces me emborracho con lágrimas insípidas y dejo que la tristeza me apuñale con la misma daga oxidada.
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Poemas De Un Mal Poeta.
PoesiaLetras, versos sin más sentido que los propios sentimientos.