𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐏𝐄𝐓𝐄𝐑 ↯ Peter Parker/Tom Holland.

Twenty two.

"Hola, Am. Estoy jodidamente nervioso, pero en fin, creo ha pasado bastante tiempo y necesito hacer ésto.
Justo ahora estoy en Malibú, un amigo me dijo que era necesario un buen servicio médico. Como decirlo. No tengo idea de lo que sucedió. Pero no sé como agradecerte por haberme llevado a casa. No sé que sería de May si no hubiese llegado. Gracias. Prometo pagartelo."

Prometo pagartelo.

Volvió a leer el mensaje.

Prometo pagartelo.

Simplemente le dolía el solo pensar que cuando por fin había encontrado alguien en quien confiar éste decidía mentirle en la cara.

Era inevitable sentirse burlada y al mismo tiempo llena de enojo.

Peter era el jodido Hombre Araña.

Ni siquiera había podido dudar un poco sobre aquél hecho porque ya veía venir su cara frente ella sobre una telaraña.

¿De qué se trataba el mundo hoy en día?

Pasó sus manos por su cabeza y después por su rostro, presionando sus sienes.

Incluso odiaba sentirse preocupada por Peter después de ser un completo idiota con ella.

El teléfono fijo de su casa comenzó a sonar.

Caminó en dirección a la cocina con paso lento.

Antes de comenzar, se dió el momento de tomar un par de respiraciones profundas. Las personas no tenían la culpa de las cosas tan mediocres que pasaban en su vida.

—¿Hola?

—¿Amelia? —una voz desconocida asalto sus oídos, logrando que sus manos pegaran más el teléfono a su cabeza.

—¿Quién habla?

—Amelia —respondió ahora con más firmeza. Era extraño que derepente le sonara tan familiar aquélla voz. —Debes salir de ahí.

Frunció su ceño.

—¿Salir de dónde? ¿Quién eres?
Bueno, la gente no tenía la culpa de su mala suerte, pero sí en definitiva podía estresarla.

—Escucha, no queda mucho tiempo. —podía escuchar a través de la línea la respiración agitada del hombre —Alguien se ha puesto en contacto con Deutsch, debes salir de ahí y buscar un lugar seguro, en donde no puedan encontrarte.

¿Por qué la vida simplemente quería joderla?

—Oye, ni siquiera sé quien eres ¿Qué pasa contigo?

—Por favor, haz lo que te pido, por favor.

Antes de volver a contestar, la grabación del buzón de voz comenzó a sonar.

Bajó el teléfono.

Lo colgó de nuevo de un golpe, pero éste resbaló al suelo.

En el teléfono, la mini pantalla seguía iluminada de verde, mostrando el registro de llamada.

Sus ojos vagaron por la información, la cantidad de dígitos de aquél número era sin duda extensa. Ya lo había visto en otra parte.

Rápidamente fué hacia su perchero junto a la puerta principal y busco entre los abrigos de ella y Abraham.
¿En dónde había metido el pequeño trozo de papel?

Caminó de un lado a otro tratando de recordar en donde lo había dejado.

Entonces pasó una mano por la bolsa trasera de su jean.