𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐏𝐄𝐓𝐄𝐑 ↯ Peter Parker/Tom Holland.

Seventeen.

—Ned, Ned, necesito saber que hacer, ¿Cómo fue que de un momento a otro sucedió todo? ¡Había estado evitando todo lo relacionado con ésto durante muchos meses! —decía el chico una vez más en la azotea de un edificio.

—Ni yo, eres un imán de problemas, Peter.

Lo miró con desesperación.

—¿Qué voy a hacer, Ned?

El segundo chico le dió un sorbo a su gaseosa.

—Ponte tu traje.

—Ned-

—¡A la mierda con ésa promesa, sabes que están en riesgo más personas de las que crees!

—Pero May, no, no puedo ponerme el traje.

—De acuerdo, entonces, mañana podemos ir al funeral de Amelia, estrenaras antes de Navidad tu traje.

—¡No juegues con éso, Ned!

—Peter, estás perdiendo mucho tiempo, basta.

—Tiene que haber algúna otra solución que no amerite ponerme el traje.

—Claro, la hay.

—¡Dime! —se encaminó hasta él y se puso de rodillas.

—Puedes llevar una patrulla.

—¿Es en serio Ned? ¿Octopus versión payaso contra una patrulla? ¿sabes cuánto van a durar?

—Oh, puedes-

—¿Puedo?

—¿Aún tienes tus antigüos lanza telarañas?

—Sí, también mi traje casero, es parte de mí, pero como sea.

—¡¿Por qué no lo dijiste antes?! ¡Ve con éso?

—¿Qué? ¡no! ¡es exactamente lo mismo!

—Eh, no, May te prohibió ponerte él traje, no tu pijama.

Le dió un golpe en el brazo.

—¡Auch!

—Espera, creo que tienes razón.

—sí, lo sé, ¿por qué carajo me golpeas?

—Diablos, tiene tanto que ni siquiera uso mis poderes. Será como, dar tu primer beso de nuevo.

—Ignorare éso, es hora de irnos. —Se puso de pié con su bebida.

—Espera- tocó su hombro.

—¡Ahora qué!

—¿Y si algo sale mal? No quiero que pase algo como la última vez, yo-

Soltó un suspiro.
—Y si algo sale mal, no será tu culpa, porque al menos no te habrás quedado con los brazos cruzados. Recuerda que el traje no te hace, tú haces al traje. Tú tienes la fuerza y la resistencia. Tú tienes el control, después de todo, eres el hombre araña.

Asintió decidido.

—A parte, no sería igual porque, —soltó una risa —A tí no te gusta Snap.

Su cuerpo se tensó.

Soltó una risa falsa.

—¡No, por supuesto que no! —dijo sin voltear atrás.

El moreno se adelantó hasta ponerse frente a él.

—No me digas que te gusta Amelia.

No dijo nada.