Canción del capítulo.
«No pressure by Justin Bieber»
El rubio miraba por la ventana de la habitación de Ned desde arriba de un árbol, tratando de visualizar cualquier movimiento extraño o amenaza que pudiera acercarse. Soltó un suspiro.
—No sabía que el suero del súper soldado también te hacía mitad mono—la voz familiar de su amiga lo hace bajar del árbol.
—Yo tampoco —responde sacudiéndose la tierra y mirando a su alrededor.
—Steve —lo llama y él suelta un pequeño "mhm" —Steve.
Hace que lo mire pero discretamente solo posa su mirada en un punto detrás de ella.
—¿Qué pasa? —pregunta.
—Nada —responde tranquilo, tratando de sonar convincente.
—Claro, Capitán mono, ahora puedes decirme qué pasa —dice haciendo un esfuerzo por volver más ligero el ambiente entre los dos.
—Entonces, solo somos compañeros de trabajo —vuelve a citar las palabras de ella.
Entonces recuerda y agacha la cabeza, su semblante cambia.
—Creí que no querías que supieran.
—¿Y por qué no? —mueve apenas unos centímetros su vista y se topa con los ojos de la rubia, odiando internamente el efecto que causan en él, haciéndolo echarse para atrás. —Quiero decir, ¿está mal?
Natasha tarda en responder y aparta la mirada de él, girándose hacia el edificio.
—Deberíamos estar al pendiente.
—Natasha, mírame — sabe que no es consciente de sus palabras debido a lo que pide, pero no se detiene —Nat —la toma del brazo y esta se gira hacia él.
—No sé si esto que estamos haciendo realmente funcione. —suelta y aquella declaración lo deja perplejo.
—¿Qué?
—Steve, soñamos con cosas muy distintas.
—¿A qué te refieres con eso? —se cruza de brazos.
—Sabes a lo que me refiero —vuelve a apartar la mirada —deberíamos estar vigilando.
—¿Qué es con lo que supuestamente sueño? ¿De verdad lo sabes?
Toma una bocanada de aire.
—Sueñas con una casa a la cual llamarle hogar —comienza— sueñas con un trabajo, y no hablo de esto, si no de un trabajo real, como ser un escritor, o médico, tal vez un abogado. Sueñas con viajes inolvidables y travesías graciosas. Sueñas con la casa llena, con una familia. Sueñas con hijos y nietos, Steve. Sueñas con una vida real —sorbe su nariz —Y yo no puedo cumplir ninguno de esos sueños contigo.—Nat, escucha —trata de consolarla dando un paso al frente, pero ella se aleja.
—Sabes que no puedo, por más que quisiera, no puedo. Esta es mi realidad, tan-tan solo mírame —él lo hace —Esto, Steve es todo lo que puedo ofrecerte, y tú mereces más. No tengo lo que necesitas.
—No es cierto —puede ver cómo se va alejando dentro de los árboles mientras él grita su nombre tratando de detenerla, pero es inútil, la pierde de vista. Apunto de sufrir un ataque de asma como los que tenía cuando era adolescente, cae sobre sus rodillas y en otra parte siente que se va de espaldas entonces, está ahí, de nuevo, sentado sobre el árbol, observando la ventana del amigo de Peter. No logra entender nada.
—Luces bien, James Dean —su voz lo trae de nuevo a la realidad y mira hacia abajo, encontrándose con la cabellera rubia y los ojos vibrantes de ella, mirándolo con cariño. Lo llena de una paz y un alivio embriagante, que lo hace sonreír inconsciente, luciendo como un chico de la edad de Peter.
—Tú también, Marilyn.
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Hombres con traje se pasean de un lado a otro, hablándose en un idioma diferente al español y cada uno de ellos con gafas puestas en los ojos.
Uno de ellos pasa de largo por todos y se dirige a la sala de oficinas, en dónde hay una puerta que pide identificación y huellas dactilares de su mano derecha. Una vez completada la autorización, entra interrumpiendo una discusión que dos hombre tienen adentro.
El que está sentado detrás del escritorio de cristal tiene un semblante serio y mordaz, luce harto del tatuado que tiene frente a él, y entonces sin ganas de seguir escuchando, saca una Glock 17 debajo de su mesa y dispara hacia uno de sus hombros, haciendo saltar a los demás presentes.
—No voy a pagarte más por el simple hecho de traerme esto —dice dejando el arma de fuego sobre la superficie de cristal —Yo te pedí específicamente una cantidad, es tu problema si creíste que soy tan idiota como para hacer negocios con cualquiera solo por traerme algo "extra", así que te doy cinco segundos para que corras o voy a terminar de agujerarte el cuerpo. Uno.
El hombre sentado sobre la silla de piel se levanta con urgencia tratando de salir del lugar.
—Cinco —dice y cuando está a punto de colocar su mano en el identificador, lanza un disparo hacia su cabeza.
El chico que hacía unos segundos había entrado, suelta una pequeña risa y deja su maletín en el suelo.
—Parece que no te enseñaron a contar —dice y se sienta en la misma silla.
—Octavius —saluda el que está del otro lado —No me digas que ya lo conseguiste.
—Solo si tú ya conseguiste lo mío —responde, el segundo sirve un chorro de licor en un vaso cerca de la mesa —Pero como dudar de ti, Gales.
Enciende un cigarro y le da una calada antes de tomar su propio maletín y subirlo sobre la mesa. Se coloca guantes y lo abre con precaución. Matt logra divisar cinco bolsas de polvo blanco y sonríe para sus adentros.
—Como dudar de mí —afirma sacando humo. Cierra el maletín y lo hace a un lado —¿Yo puedo creer en ti?
Levanta una ceja y esta vez, el coloca el maletín que llevó sobre la mesa y sin ningún cuidado lo abre.
Una 9mm Italiana asalta sus ojos y le es imposible no inclinarse hacia delante, tirando su cigarrillo al suelo.
Lleva sus manos a esta, pero el rubio lo detiene.—Primero entrégame mi paquete —dice fríamente. Gales, lo mira con recelo y le entrega el paquete en sus manos. Matt lo vuelve a abrir, y en efecto, las cinco bolsas siguen ahí. —Bien, me voy de aquí.
Toma la pistola guardada en el maletín y le dispara en el hombro, imitando la acción que él había hecho con el otro hombre.
—¿Acaso creíste que era demasiado idiota como para hacer negocios con cualquiera? —dice y antes de que el hombre le responda, vuelve a darle otros dos disparos.
Guarda la 9mm Italiana y también la Glock 17 antes de salir de ahí con dos maletines en mano y sin ninguna ganancia perdida.
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𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐏𝐄𝐓𝐄𝐑 ↯ Peter Parker/Tom Holland.
Fiksi PenggemarLas situaciones trágicas que pasaron en la vida de Peter a tan corta edad habían provocado que Nueva York se olvidara de El Hombre Araña. Después de siete meses de ausencia, lo único que quedaba era rendirse ante el crimen que gobernaba las calles y...