15| Intruso en la casa

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Era un hecho, había vuelto a entrar a mi habitación y robó mi diario. Pero ¿cómo supo que tenía uno y en qué lugar estaba guardado? Solo alguien cercano a mí pudo hacerlo, alguien interesado en leerlo...

Lucas me vino a la mente, Lucas y todos sus comentarios cuestionables.

—¿Qué buscas? —preguntó Amber desde mi cama, curiosa.

—Perdí mi diario.

No quería comentarle de las sospechas que tenía y mucho menos de la nota en el librero. ¿Por qué no lo hice? Porque en mi cabeza seguía cabiendo la posibilidad de que se tratara de un juego suyo, así como había hecho en el pasado.

—¿Qué cosas tan importantes tienes ahí?

Me incorporé y la miré justo a los ojos.

—No lo entenderías...

—¿Acaso estás insinuando algo?

Le di una última mirada y salí con dirección al baño. La Jackie del pasado se hubiese estado muriendo por haber perdido ese diario, pero ¿saben qué? Cosas peores estaban en juego. Muy en mi interior tenía la extraña sensación de que eso no sería lo peor que me pudiera pasar, que tan solo era un preámbulo del show que un psicópata se montó conmigo como protagonista.

Entré poco a poco en la bañera y me sumergí por completo en el agua fría. Hice un esfuerzo por poner mi mente en blanco, pero no funcionó por mucho tiempo.

«—Jackie, ¡no te atrevas a salir!

Miré hacia afuera y observé con ilusión a los pocos amigos que tenía jugar en la lluvia. Se veía divertido.

—Solo serán cinco minutos, prometo volver a tiempo —supliqué.

Soltó el cinturón y se concentró en su revista, por lo que creí que me había dado el permiso.

Salí antes de que cambiara de opinión y no me fijé bien en dónde pisaba, así que, en lo que fue una aparatosa caída, me lastimé el tobillo. Recuerdo que lloraba de dolor y caminando con una sola pierna me acerqué a la puerta, la misma que me fue azotada en la cara.

Era una noche oscura y de fuertes lluvias, una en la que me tocó estar por más de cinco horas en el frente de la casa, mojada y casi al borde de una hipotermia. Esa fue, sin dudas, mi experiencia más cercana a la muerte. Pero siempre que alguien le reclamaba algo a Elizabeth ella decía que yo me lo había ganado porque lo provoqué».

Cuando sentí que me estaba faltando el aire saqué huyendo la cabeza. Mi cuerpo se había acostumbrado perfectamente al frío, así que me quedé unos minutos más en el agua. Pensé en mi vida, en Lucas, Amber y mis tíos. Y cómo no, también pensé en Emely y su lucha secreta, y lo mucho que me gustaría denunciar esas cosas que seguro ella no pudo.

«Más vale que te des prisa, antes de que tú también te quedes sin voz».

Cuando sentí unos pasos detrás de mí, miré con dirección a la puerta desde la bañera.

—¿Adónde vas?

Frente a mí, Amber lucía un precioso vestido corto de lentejuelas.

—Saldré con un amigo.

—¿Viste la hora?

—Sí, aun así saldré —dijo, contundente.

Me di vuelta, pero antes de sumergirme otra vez en el agua hablé:

—No te equivoques, no soy quién para ponerle reglas a tu vida. Solo procura cuidarte, ¿sí? Tengo el presentimiento de que será una gran noche. —Se me escapó una sonrisa.

(12:28am)

Buenas noches, Lucas. ¿De casualidad en tu auto dejé mi diario?

Lucas (12:36am)

No, aquí no está. ¿No deberías estar durmiendo ya?

(12:39am)

No tengo sueño. Estoy preocupada y tengo una fuerte presión en el pecho.

No volví a recibir respuesta.

Tuvo que pasar una hora para que escuchara los primeros ruidos provenientes de la escalera. Fueron fuertes, pero lentos. Sin embargo, no me tomaron por sorpresa, pues algo así esperaba que sucediera. Quien ingresó a la casa la conocía como la palma de su mano, tanto que no tuvo que forcejear con la puerta.

A segundos de querer hacerme la fuerte, las manos me temblaron como nunca, porque escuchar esos pasos en la vieja madera de las escaleras era realmente escalofriante. Aun así, tomé del suelo la copa de vino y me serví más. Me di el primero, segundo y tercer sorbo siguiendo sus pasos y sintiéndolo cada vez más cerca, hasta que se detuvo justo frente a mi habitación. Aquel fue el momento en el que decidí que debía grabar para tener mis pruebas. Claro, en caso de sobrevivir a aquel encuentro mortal.

—Anastasia odia las puertas con seguro, aquella fue una regla a la que tuve que acostumbrarme cuando llegué aquí. Pero como sabrás, ella no está... —hablé para él, quien me escuchaba en silencio, tal vez sorprendido por que estuviera despierta—. Puedes intentarlo.

Aún en ese momento tenía la extraña esperanza de que todo aquello fuera una ilusión, nada más que un producto de mi imaginación por mi débil salud mental y el vino. Pero cuando le hice la invitación, cuando lo reté y escuché cómo intentó girar la manija, todo mi cuerpo pareció colapsar.

—¡Qué lástima que no puedas cruzar! Aunque no lo creas, tengo muchas ganas de encontrarme contigo cara a cara; tú tan solo llévame despacio, que pronto se nos dará.

Me serví la otra copa derramando fuera de ella casi todo el contenido de la botella.

—Hoy te puedes ir a la mierda. No tengo tiempo para ti.

Solté todo el aire de mis pulmones cuando lo escuché bajar las escaleras, así que aliviada me terminé la copa y llamé a alguien.

—¡Lucas! ¡Lucas! ¡Escúchame, Lucas! —grité a los cuatro vientos entre lágrimas.

Ahora que lo recuerdo, siempre hubo silencio del otro lado de la línea.

—¡Lucas, lo hice! ¡A través de una puerta, pero al fin le planté el pecho! ¡Lucas, estoy tan feliz! No puedo dejar de llorar. Se ha i...

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¡Nuevo capítulo!

Quiero darle gracias a todos, por leer esta novela, por votar, y sí, también a ustedes lectores fantasmas.

Estas vacaciones me inspiré con unos capítulos así que los subiré todos.

Nos leemos pronto

AQUEL QUE ACECHA [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora