33| ¿De qué no serían capaces?

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No todos los días la podía tener sedada y era una lucha la que libraba entre nosotros y mi deseo de que la niña naciera sin complicaciones. Ese fue uno de esos días en los que sus ataques de ansiedad la consumieron hasta el cansancio, y en el luchamos cuerpo a cuerpo y entendí que una vez naciera la bebé, debía apartarla de su madre por su seguridad.

—¿Qué te sucedió en el brazo? —preguntó Amber.

El instinto hizo que de inmediato me bajara las mangas del abrigo, pero luego me reprendí por ello.

—Es Alice. Ella de vez en cuando se pone violenta.

Anastasia se acercó con cuidado y me examinó.

—¡Es que hasta en el cuello! ¡Derek, por favor! —Abrió los brazos con desdén y los dejó caer.

—Sí, lo sé. Estamos trabajando en ello. Con algo de suerte la semana que viene se regresa a Francia; mamá quiere llevársela de vacaciones unos días.

—¡Pues menos mal! Un día de estos hasta te puede matar. —Sirvió té y luego se sentó en la mesa—. Por nuestra experiencia con Jackie sabemos que es muy difícil a nivel emocional tener un pariente cercano con algún trastorno, pero tampoco es para que se descuiden.

Asentí y le di el primer sorbo a mi té.

—Pero bueno, ya basta de hablar de mi caótica vida. —Miré a Amber—. Hablando de Jackie, ¿han sabido algo de ella?

Amber lanzó las servilletas a la mesa y luego se levantó para fregar los trastes. De inmediato miré a Anastasia, exigiendo explicaciones.

—Pues..., recibimos hace dos días una llamada diciendo que la habían visto por la zona fronteriza. Max salió ayer para tratar de encontrarla.

Hubo un minuto de silencio, uno en el que ellas reflejaban su gran pena y yo pensaba en qué decir.

—¿No han considerado que sean llamadas con fines maliciosos? Piénsenlo, ¿cómo podría Jackie llegar sola al otro extremo del país?

—Es lo que yo les digo —dice Amber desde la cocina—. Pero si tomamos en cuenta que está prófuga de la justicia, a veces lo veo muy probable.

Me llevé la mano al mentón, pensativo.

—Por eso les digo que me compartan todas las actualizaciones del caso. ¿Recuerdan que los dueños de la estación de servicio donde desapareció no nos quisieron dar los vídeos? Gracias a mis contactos conseguimos la orden del fiscal. —Me levanté para llevar la taza hasta la cocina—. Si me comparten los datos específicos de dónde la vieron por última vez, tal vez pueda conseguir los vídeos de las cámaras de seguridad cercanas.

Reprimiendo las ganas de llorar, Amber miró por la ventana.

—Derek —me llamó en un susurro.

—¿Sí?

Me paré a su lado con la intención de mirar hacia donde ella lo hacía. Era el bosque, lugar en el que una pareja de enamorados cachondos encontró el cuerpo de Lucas sin querer. Según los reportes policiales, Jackie después de asesinarlo lo colocó ahí en uno de sus arranques psicodélicos, pues para ella ese lugar era simbólico. Como consecuencia de los actos de barbarie que ahí se cometieron, se crearon cuentos de terror, donde le decían a los niños que, si entraban al bosque sin supervisión, Jackie los estaría esperando. Pero lo más loco de todo eso es que aquella historia de terror adultos y mayores la terminaron creyendo.

—Ese día que la viste por última vez, ¿cómo estaba?

Esa era la pregunta del millón para Amber, y siempre creí que me lo preguntaba porque nunca estuvo completamente convencida de todo lo que ocurrió. Pero ¿quién era yo para negarle saber la verdad?

—Ya se los he dicho cientos de veces. Recorrimos unos kilómetros después de que salió del baño tras descubrir que estaba embarazada, me pidió que me detuviera para ir al baño, así que no me pude negar. Pasaron los minutos y no regresó. Hoy en día sigo culpándome por su desaparición. —Solté unas lágrimas.

Ella asintió, poco convencida.

—¿Cómo pudo recorrer tantos kilómetros? ¿Cómo logró encontrar a Lucas y enfrentarse a él tan solo unas horas después? ¿Dónde consiguió el arma?

Anastasia se levantó y se posicionó a nuestro lado. Yo no supe qué decir, así que agradecí que ella interviniera.

—Porque los más probable es que él los estuviera persiguiendo a ellos, Amber. Y conociendo lo noble que es Jackie, no dudo que se haya escapado para cuidar a Derek, con miedo de que alguien más saliera herido.

—Sí, pero ¿cómo llegaron al bosque? ¿Él la secuestró y la invitó a un paseo cordial por todo el país para luego llegar aquí? ¡Es ilógico pensar que Jackie no pasara por aquí antes de huir! ¡Jackie hiciera lo que hiciera se hubiese despedido de nosotros antes de escapar!

—Lo sé, lo sé—. Anastasia acarició su espalda—. Muchas preguntas sin respuestas, pero hay algo que no podemos negar.

—¿Te refieres al ADN de Jackie encontrado en el cuerpo? —pregunté.

Con pesar Anastasia asintió.

—No existe una prueba más contundente que esa —sentenció.

Fastidiada, Anastasia dio por terminada la conversación y nos llevó a la mesa para comer y tratar de contactar a Max. Amber y yo tuvimos una fuerte batalla de miradas, hasta que se levantó y se encerró en su habitación. Ella aseguraba conocer a Lucas y saber que no sería capaz de hacerle daño, pero la policía dejó de hacerle caso cuando de vez en cuando cambiaba su versión y decía que ellas dos siempre sospecharon de él. Nadie sabía qué creer.

—¿Cómo va la mudanza? —pregunté.

—Descarté esa idea —dijo Anastasia mientras comía—. Tengo la esperanza de que Jackie vuelva a casa. Si nos mudamos, nunca llegaremos a encontrarnos.

Me levanté para recoger los platos de la mesa y pensé en todos los cabos sueltos que había dejado. Con el paso de las semanas mi versión no me resultaba creíble ni a mí mismo, así que, de no contar con el apoyo de mi gente, probablemente recibiría cadena perpetua, porque ¿de qué no podría tu familia con tal de zafarte de una condena?

AQUEL QUE ACECHA [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora