En un cambio de planes Max decidió que se esperaría a que fuera de madrugada para que saliera de la ciudad. Su plan era llamar la menor atención posible, pues como lo sucedido llegó a oídos de unos cuantos vecinos, todos estaban a la expectativa de cuál sería nuestro siguiente paso. Así que, a mí, que no me gustaba ser el centro de atención, la idea me pareció buena.
Llevaba todo el día sin comer, pero eso no fue impedimento para que Anastasia preparara todo un banquete, con la intención de que nos sentáramos una vez más en la mesa, tal y como llevábamos haciendo desde un año atrás. La cena fue en completo silencio, pues se habían acabado las divertidas anécdotas de la universidad, Lucas y yo no andábamos juntos y, por si fuera poco, aquel día sería el de nuestra despedida. Podría jurar que todos llorábamos en silencio, evitando a toda costa las conversaciones incómodas, y mirando con miedo al futuro.
—Este fue el mejor año de mi vida —llamó Amber la atención de todos mientras la suya se la robaba su plato sin terminar—. Sin duda alguna, fuiste la mejor experiencia que pude vivir jamás. Contigo aquí dejé de sentirme sola —dijo refiriéndose a mí.
Estaba segura de que en ese momento ellos notaron que mis ojos se cristalizaron, pero, aun así, no era momento para sentimentalismo.
—Gracias, Amber. Yo creo que...
—Jackie —me interrumpió Anastasia—, si necesitas llorar, hazlo. No es bueno que te guardes todos tus sentimientos.
En ese momento miré todos y cada uno de sus rostros, con un vano sentimiento de ilusión en él. Anastasia había pronunciado las palabras que mi padre me solía decir mucho antes de morir, así que actuaron como un bálsamo consolador.
—Lloraré cuando sea el momento. Por ahora, este no lo es.
La cena culminó entre lágrimas, mientras cada uno tenía de manera simbólica el corazón sobre la mesa. Hubo un momento en el que nos miramos a la cara, buscando desesperadamente algo qué hablar, pero al final nadie dijo nada.
En completo silencio las horas pasaron y ya era medianoche. Cuando Max se percató que la última luz del vecindario fue apagada, mandó a buscar a un muy buen amigo suyo para que le hiciera el favor de llevarme a Mill Valley. Aquella fue una escena de películas, porque no solo andábamos a escondidas, sino que también todo el vecindario estaba sumido en una temible oscuridad.
Las despedidas las tuvimos dentro de la casa, donde fueron derramadas las lágrimas y liberado los gritos con libertad. Así que, al llegar quien me acompañaría en mi viaje, frente a la casa solo pudimos compartir melancólicas sonrisas que eran apenas perceptibles por la pobre luz de la luna.
—Los voy a extrañar —susurré en un completo acto de valentía.
Max agitó su mano con euforia, acción que me indicó que debía partir antes de que fuéramos descubiertos. Corrí rápido para llegar a la camioneta, y ya arriba le di una última mirada a la casa, y por supuesto, un último vistazo al bosque. Aquel lugar en el que se me había arrebatado la dignidad y cordura lucía tenebroso, tanto que podría jurar que había escuchado ruidos extraños salir de él, ruidos que me decían a gritos que huyera, que me fuera lo más lejos que pudiera.
Escuchándolos, me escudé tras la capucha de mi abrigo y callé las voces con los audífonos. Tal y como estaba me sentía segura, pero cuando vi que estábamos a punto de bajar por la pendiente en la que Derek me encontró, supe que no era suficiente. Apreté los audífonos contra mis orejas y cerré los ojos con fuerza. Tuve que ponerme en posición fetal para aliviar el sentimiento de inseguridad, y tal vez así, llegar sana y salva al lugar que sería mi nuevo hogar. Y lo cumplí, lo hice pese a sentir la presión en el pecho y la sensación de que me volvía a cerrar al mundo.
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AQUEL QUE ACECHA [COMPLETA]
Misterio / SuspensoSigue la historia de Jackie, una joven que es víctima de una obsesión mortal. A medida que el acoso se intensifica, ella se verá atrapada en un macabro juego donde sus intentos de escapar solo la acercan más a aquel que la acecha. Explora los límite...