4 de julio del 2019
Bajé rápido las escaleras que conducían al sótano. Los gritos desgarradores de Alice se escuchaban hasta afuera, por lo que asustado fui a mi encuentro con ella.
—¡¿Qué sucede?! —Puse mis manos sobre su cuerpo y lo examiné.
Veía el terror en su rostro, por lo que temí lo peor. Entonces, fui consciente de dónde me apuntaba, pero no me creí capaz de mirar al baño y encontrarme con lo que la tenía en ese estado.
—¿Qué te hizo? ¿Le sucedió algo a Jackie? —pregunté, nervioso.
Ella seguía señalando el otro extremo de la habitación, mientras lloraba un mar de lágrimas con la boca completamente abierta. Entonces, y comprendiendo que era el hombre de la casa, me armé de valor, incapaz de seguir ignorándola. Cuando llevé mi mirada al baño, me sorprendió con lo que me encontré: era Jackie, parecía completamente bien.
—¡¿Qué demonios te sucede?!
Enojado y con el arma en la mano me acerqué, pero en el momento que puse un pie en el baño y me percaté del piso lleno de sangre y el cordón que colgaba de ella, me quedé perplejo.
—¡No te quedes ahí parada y llama a mamá! ¡Date prisa, Alice!
No sabía qué hacer. Por más que me hubiera preparado para ese momento no se me ocurrió nada. Tenía miedo, como nunca. Apresurado, guardé el arma y me acerqué a la bebé en el inodoro. No lloraba, parecía muerta.
—¡Maldita! —grité al mismo tiempo que por el hombro la empujé.
Jackie cayó al suelo y con la pared se golpeó la cabeza, pero parecía igual o más perpleja que yo. Era su mirada, resultaba evidente que estaba aterrorizada, con el corazón en la boca. Era como si nunca hubiese visto a una bebé, como si no pudiera asimilar que una criatura como esa saliera de ella. De repente, mientras soltaba una lágrima, ella se puso de pie y me pidió que le entregara a la bebé. Yo estaba tan nervioso que no era capaz de medir mis acciones, así que de inmediato saqué el arma y se la coloqué en la frente, listo para disparar en cualquier momento. Y lo hubiese hecho, juro que sí. Lo único que fue capaz de hacerme reaccionar fue volver a escucharla.
—Por favor —suplicó en un hilo de voz.
Se me puso la piel de gallina, ya que volver a escucharla más que un milagro inesperado parecía un evento paranormal.
—¿Quieres que lo haga mientras la sostienes en tus brazos? ¿Es eso?
Estaba haciendo cuenta regresiva en mi mente mientras le cumplía lo que sería su último deseo. Cuando ya la tuvo en sus manos y la examinó con curiosidad, la puso bocabajo y le dio unas palmadas en la espalda; y yo, por mi parte, entendí que era hora de acelerar mi cuenta.
—Uno... —dije al instante, pero fui incapaz de jalar el gatillo.
El silencio fue opacado por unos roncos y delicados gritos. Era la bebé, que aún estando de cabeza mientras su madre la sostenía de las piernas seguía llorando. Yo no supe qué hacer, Jackie tampoco.
Disparé al techo para soltar toda la tensión acumulada y me lancé al suelo. Me arrastré hacia la esquina de Jackie dormir y ahí me cubrí el rostro con las manos y lloré. En el momento no supe si mis lágrimas eran de alegría o desesperación, pero pensándolo mejor tiempo después, creo que eran de alivio.
—Está viva—susurró Alice a mi lado.
No pude contestar, mucho menos ponerme de pie. Seguía llorando un mar de lágrimas mientras con el paso de los minutos me comenzaba a sentir afortunado, agradecido con la vida por la oportunidad.
—¿Está viva? —pregunté minutos después.
—Compruébalo tú mismo.
Me llevé las manos a la cabeza y la levanté para mirar a la cama. Ahí estaba Jackie, sentada en la esquina mientras con su sábana acurrucaba a la bebé contra su cuerpo. Se le escuchaba susurrar algo, parecía una canción de cuna, pero nunca lo sabré porque en el momento estaba tan asustado que no le di importancia.
—¡Está viva! —entonces grité de alegría.
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AQUEL QUE ACECHA [COMPLETA]
Misterio / SuspensoSigue la historia de Jackie, una joven que es víctima de una obsesión mortal. A medida que el acoso se intensifica, ella se verá atrapada en un macabro juego donde sus intentos de escapar solo la acercan más a aquel que la acecha. Explora los límite...