AQUEL QUE ACECHA [COMPLETA]

27| Reencuentro

Fue una eternidad lo que tuve que esperar para que la noria se detuviera y nosotras pudiéramos bajar, sentí que el corazón se me iba a salir del pecho porque estaba emocionada, pero otra parte de mí temía que él haya viajado a Mill Valley para dar malas noticias.

—¡Max! —grité mientras corría con los brazos abiertos hacia él—. ¡Qué bueno que te veo! ¡Dios mío!

Me recibió tal y como lo deseé, con los brazos bien abiertos y el rostro mojado por las lágrimas.

—¡Cuánto te extrañamos, Jackie!

Me tocó la cara con ambas manos y me examinó con cuidado. Y, mientras yo lo hacía con él, me pareció que en tan solo dos semanas sí que había cambiado.

—Tenemos una sorpresa para ti.

Se hizo a un lado y cuando con miedo miré más allá, justo donde Ana y yo habíamos comprados los algodones de azúcar, los vi. Me sobraron las fuerzas para correr como un siervo libre entre tantas personas, me sobraron las fuerzas para cuando llegué hasta ellos reunirlos en un mismo punto y abrazarlos a todos al mismo tiempo.

—¡Jackie! —gritó Amber mientras me besaba la frente.

—¡Dios mío, Amber, estás más grande! —dije entre lágrimas—. Y tú, Anastasia, te cortaste el cabello —dije maravillada.

Anastasia me llenó la cara de besos y cuando terminó fue que me di cuenta de que había alguien más a quien estaba abrazando.

—Derek —dije en un susurro—. Viniste, Derek. —Lo abracé con anhelo.

—No tuve de otra —se quejó entre dientes, pero con una burlona sonrisa en el rostro.

Ver a mi familia reunida una vez más no tenía comparación, de hecho, ni siquiera el buen rato que había pasado con Ana lo tenía. Pero si bien es cierto que todo en esos momentos eran abrazos y risas, había un gran elefante en la habitación que no podíamos ignorar.

—¿Por qué están aquí? ¿Sucedió algo?

—Nada malo, pero creo que este no es el lugar para tener una conversación, ¿no creen? —interrumpió Amber.

Me comí todas las uñas de los dedos en el pequeño tramo que había de la feria a la casa de Ana. Examinaba todos y cada uno de sus rostros tratando de ver en ellos algún indicio de lo que pudiera estar ocurriendo, pero no pude deducir nada. Se les veía felices por el reencuentro, sin preocupación alguna.

—Amber, ¿cómo sigue tu pierna?

Ella se levantó un poco el vestido y con una amplia sonrisa me la mostró.

—Mejorando muy rápido. ¿Y tú?

Me miré los brazos y curvé una sonrisa satisfecha.

—Oye —la llamé mientras veía hablar a los demás en la sala de al lado, incluso a Derek—. ¿Pasa algo malo?

Ella negó rápido con la cabeza y se acercó a mí con su muleta.

—No, es todo lo contrario. Ya en un momento te darás cuenta.

Nos quedamos viendo por unos segundo a los demás. Traté de escuchar al menos un poco de lo que hablaban, pero me fue imposible. Lo único que me tenía tranquila era que los veía sonreír, y eso me aseguró que no estaban en discusión. Entonces, en un segundo de esos Derek se dio vuelta y desde la distancia me miró. Había algo en él, cierto grado de provocación.

—Amber —volví a llamar.

—¿Sí?

—En caso de saber que recibiría visitas, me sería más probable que fuera la de Lucas. ¿Qué sucedió?