✔️3.- Superar las adversidades

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La joven Ivanova abrió los ojos a regañadientes debido a los ruidos que se podían percibir en el exterior.  Remolineó unos momentos en su cama, tratando de conciliar el sueño nuevamente, pero se dio por vencida unos minutos después al no conseguirlo.

Como ya era habitual en ella, lo primero que hizo al pararse de la cama fue detenerse unos momentos a observar el paisaje que está ciudad le ofrecía, pero a diferencia del día anterior, hoy el cielo estaba totalmente oscuro, con un par de nubes grises lo cual presagiaba una tormenta de magnitud enorme.

Pero paradójicamente Alena creía que este cambio climático repentino encajaba perfectamente con su estado de ánimo actual. ¿Cómo la vida puede cambiar tan drásticamente en tan poco tiempo?

Hace apenas 24 horas estaba perdidamente enamorada, tanto que ya planeaba su matrimonio y creía haber encontrado al hombre con el que pasaría el resto de su vida y formaría su familia, pero ahora todo eso se ha acabado, como un castillo de arena, tan frágil que al menor toque se derrumba.

En el fondo aún se sentía herida y traicionada, pero no mostraría eso ante los demás, ella no era muy devota de mostrar sus emociones, circunstancias y situaciones que tuvo que enfrentar habían hecho que formara un muro de protección a su alrededor, el que le impedía desnudar sus emociones por completo. Estaba convencida de que tarde o temprano lo superaría y que en unos meses sería un mal recuerdo, un trago amargo del destino, pero en este preciso momento aún seguía muy presente en su memoria los hechos ocurridos el día anterior y sabía que quedaba un largo camino antes de que la herida cicatrizara.

Para despejar un poco su mente y así evitar que esta le jugara malas pasadas, decidió que lo mejor era salir a dar un paseo antes de que el gran diluvio que se avecinaba tomara fuerza y la dejara imposibilitada de salir de su hogar.

Así que se preparó, y antes de salir tomó su bolso con sus pertenencias más importantes, además de un paraguas color negro de tamaño grande que la cubriera por si la lluvia decidía adelantarse.

Salió sin decirle a nadie, su padre había salido al amanecer a la empresa a resolver unos asuntos que requerían de su presencia, su hermano de once años Gleb en este momento se encontraba en el colegio y su madre no le dirigía la palabra desde lo ocurrido, sabía que seguía enfadada con ella por sus decisiones, pero nada podía hacer por eso, no iba a estar con un hombre que le mintió y la engañó solo porque a su madre le agradaba, ella debía buscar su propia felicidad.

Ale observó con detenimiento todo lo que ocurría a su alrededor al estar parada en esa avenida poco transitada de San Petersburgo; algunos coches pasando a velocidad moderada, con las luces encendidas, asimismo contemplo las luces del semáforo que cambiaban a su debido tiempo para darle la pasada a los automovilistas, dirigió su mirada a la izquierda y miró a una señora de unos sesenta años sonreír ampliamente por una cosa que una joven pelirroja a su lado —suponía que era su hija— le contaba con entusiasmo

Cosas tan sencillas y algo cotidianas pero debido al ritmo de vida tan ajetreado que llevamos hoy en día no nos detenemos a contemplar.

Alena decidió regresar, para tomar su coche e ir a adelantar unos pendientes que tenía en la oficina. El trabajo era su mejor escape y la mantenía enfocada, y eso era justo lo que necesitaba ahora que su mente era un lio de pensamientos con los que no estaba segura como lidiar.

Camino el trayecto de vuelta y a los pocos minutos entraba a su casa, subió con premura las escaleras, al entrar en su recamara tomo las llaves de su auto y se apresuró a salir de ahí.

El rugido del motor al encender, le proporciono una sensación de calma que no pudo explicar, lleno sus pulmones de aire antes de emprender el camino.

Observaba atentamente las gotas de lluvia chocar contra el parabrisas, el ruido sutil lograba apaciguar un poco sus pensamientos. Al cabo de veinte minutos cuando estacionaba enfrente de GasProm Ivanov la lluvia había azotado con fuerza por lo que se apresuró a bajar y abrir nuevamente su paraguas para cubrirse de la tormenta.

Derritiendo tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora