Habían pasado un par de meses desde aquel día tan revelador para Alena. Había sido una especie de catarsis en su vida. Expresar sus sentimientos tan abiertamente y saber que era correspondida la llenaba de gozo, pero muy en el fondo sentía que debía hacer algo más para cerrar ese capítulo tan doloroso de su vida para comenzar a escribir uno nuevo.
Se encontraba sola en casa. Hace dos semanas que Piero había presentado su exposición y había tenido tanto éxito que consiguió un puesto permanente en la galería y ahora pasaba cada minuto que podía tomando fotografías y pintando cuadros.
Ella se había tomado el día libre y ahora tenía tantos pensamientos sin expresar que no sabía cómo lidiar con ellos.
Camino hasta la mesa, tomó algunas hojas y un bolígrafo y solo comenzó a escribir.
Mamá:
No sé cómo empezar esto, mi cabeza da vueltas y mis manos tiemblan mientras escribo, pero siento que debo hacerlo. Durante toda mi vida y aunque no lo demostraba siempre busqué tu aprobación y apoyo y nunca sentí que los tuviera completamente. Ahora que crecí puedo entender un poco algunas de tus actitudes hacia mí, pero eso no justifica tu desprecio, desprecio e ira hacia conmigo. Yo no tuve la culpa de nacer como lo hice y en el momento en que lo hice, en verdad lamento que hayas sido abusada cuando joven nadie debería tener que pasar por eso.
Luego años después me traicionaste de la manera más ruin que jamás hubiera imaginado ¡Te acostaste con mi prometido y tuviste un hijo con el! ¿Quién mierda hace eso? Aunque no lo demostré, eso me destrozó por dentro, tu sabías que el sueño de mi vida siempre fue casarme, tomaste eso y lo hiciste añicos Olga.
Hoy quiero decirte que te perdono, de verdad lo hago y quiero perdón si alguna vez te lastime, no sé si quieras perdonarme, pero necesito hacer esto para dejar ir el pasado junto a todos estos sentimientos negativos que he guardado para poder empezar un nuevo capítulo en mi vida sintiéndome libre y sin ataduras.
A pesarse todo siempre guardare un poco de amor hacia ti.
Hasta siempre, Alena
Dejo caer el bolígrafo exhalando un suspiro. Se sorprendió al notar sus mejillas húmedas y se apresuró a secar un par de lágrimas que habían caído.
Metió la carta dentro de un sobre para después levantarse e ir a dejarla y esperar que llegara a su destinatario.
Se colocó sus zapatos y condujo hasta el buzón, metió el pedazo de papel dentro e inmediatamente después suspiro de nuevo. Aquello era lo más difícil que hubiera tenido que hacer. Dejar ir, pedir perdón y arrepentirse siempre será difícil pero necesario. En aquel momento sintió que un gran peso se liberaba de sus hombros.
Subió de nuevo a su auto y aún no tenía deseos de volver a casa por lo que condujo por una larga carretera, sin rumbo fijo, con las ventanillas abajo y la música a todo volumen.
Permitió que el viento se llevara todo lo viejo para dar cabida a lo nuevo. Por alguna razón se sentía con deseos de reír a carcajadas.
Observó la hora en el tablero del coche, en ese momento Gleb debía estar en el periodo libre en la escuela. Rápidamente le escribió un mensaje de texto.
¿Quieres ir al cine y pasar el día con tu hermana favorita?
Bastaron un par de minutos para que su petición recibiera una respuesta afirmativa, por lo que en diez minutos ya se encontraba fuera de la escuela de Gleb.
El menor de la familia Ivanov, al ver el auto de su hermana aparcado en la acera se apresuró a llegar hacia el para después subir.
Se abrazaron cariñosamente y en el trayecto hablaron sin parar, era una de las cualidades que más disfrutaba de su relación de hermanos. A pesar de la marcada diferencia de edad ambos podían hablar de cualquier tema y entenderse sin necesidad de usar las palabras.
Luego de un corto trayecto llegaron al cine y luego de hacer las compras de bocadillos habituales disfrutaron juntos de una película de acción.
Se divirtieron y, lo más importante pasaron tiempo juntos, como hacía mucho no lo hacían.
Después Alena lo llevo a casa de su padre donde se despidieron con un abrazo para después tomar caminos separados.
Mientras conducía de regreso a casa recibió una llamada de Piero por lo que activó el manos libres para responder.
—¿Dónde estás cariño? He traído la cena, te espero
—Ya voy de regreso, pase el día con Gleb, te veo en unos minutos Piero.
Colgó la llamada y se enfocó en conducir por lo que en media hora llegaba de nuevo a casa. Antes de entrar se quitó los zapatos y después camino hacia la cocina guiada por el exquisito olor.
Sonrió al ver al italiano sacando algunas cajas de comida de una bolsa, de había quitado la camisa por lo que ahora dejaba su abdomen al descubierto. Ale llegó a su lado y le ofreció un beso que Piero gustoso correspondió.
La cena transcurrió entre una amena charla y gestos de cariño por parte de ambos. Ahora estaban acurrucados en el sofá mientras disfrutaban de una copa de vino.
Guiada por un impulso Alena se levantó, encendió el estéreo, puso algo de música y alargando la mano hacia Piero sonrió.
— Baila conmigo
Piero aceptó sin pensarlo demasiado y así fue como ambos terminaron bailando y riendo a carcajadas en medio de la sala de estar.
Si así iban a ser sus días de ahora en adelante definitivamente podía acostumbrarse a esto sin problemas.
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Derritiendo tu corazón
RomanceLa muchacha de castaños cabellos, caminaba solitaria y desolada por las calles de San Petesburgo mientras sus azulados ojos derramaban lágrimas cuál catarata. Estaba siendo víctima de una de las mayores humillaciones de su vida, hace apenas unas hor...