La muchacha de castaños cabellos, caminaba solitaria y desolada por las calles de San Petesburgo mientras sus azulados ojos derramaban lágrimas cuál catarata.
Estaba siendo víctima de una de las mayores humillaciones de su vida, hace apenas unas hor...
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La joven Ivanova se encontraba enfrascada en una pila de documentos que debía preparar para una próxima reunión.
Decidió tomarse un descanso, soltó un suspiro, pestañeo y se frotó el puente de la nariz con los dedos en un intento de sacar el estrés acumulado.
Soltó la liga que sujetaba su cabello, logrando que su melena castaña cayera en cascada hasta su espalda.
Giró su silla y pudo observar la cuidad en plena hora pico a través del ventanal. Los coches pasando a gran velocidad, los transeúntes corriendo de un lado a otro, las luces de los semáforos cambiando de manera intermitente.
Saco su celular del bolso y al revisar la hora se dio cuenta que ya marcaba las 16:00 hrs, un poco antes de lo que había citado a Piero por lo que aún le daba tiempo de ir a su departamento y cambiar su vestimenta.
¡El trabajo podía esperar un poco más!
Tomó su maletín, se puso su abrigo y caminó hasta la puerta de su oficina y atravesó la puerta despidiéndose con un gesto de los empleados que aún estaban en las instalaciones.
Subió a su auto y lo puso en marcha mientras en la radio sonaba una canción que Alena desconocía, suponía que era de algún grupo ruso que estaba de moda en esos tiempos.
Llegó a su departamento, insertó la llave en la cerradura e inmediatamente su pequeño gato salió a recibirla.
Luego de unos minutos se paró frente a su armario y se decantó por unos jeans azules y una blusa negra con volados, se calzó unas sandalias con un poco de tacón y estaba lista para salir.
Antes de irse le envío a Piero un mensaje con la dirección de un café cercano donde podían conversar tranquilamente.
Después de un viaje corto, llegó al lugar acordado donde lo primero que percibió fue el penetrante olor a café nada más entrar. Hizo una mueca ya que el café no era para nada de su agrado, ella prefería una buena taza de té caliente.
Avanzó unos pasos y en una de las mesas al fondo del local reconoció a Piero por su característico cabello castaño y sus gafas que ahora eran de color azul. Se aproximó hacia él.
—Hola Piero —saludo formalmente al encontrarse frente a frente.
—¿Alena? —Piero levantó la vista para encontrarse con los ojos azules de la joven Ivanova— Hola —Se acercó y la abrazó tomando a la joven por sorpresa.
—¿Cómo estás Piero? —preguntó la castaña a la vez que tomaba asiento.
—Bastante bien —El joven imitó su acción— hace unos días salí del hospital, pero aún me quedan algunos rasguños, nada que con un par de días no se quite.
—Me alegro mucho —Alena sonrió abiertamente. Fuiste muy afortunado, un poco más y no estarías aquí hoy.
Lo sé —Piero suspiro— de verdad quiero agradecerte por lo que hiciste por mí, si la ambulancia hubiera tardado un poco más no sé qué habría pasado. Enserio muchísimas gracias.
No fue nada —Alena hizo un gesto con la mano quitándole importancia— pasaba por ahí casualmente, estaba ejercitando he igual quise ayudar con lo poco que he aprendido de primeros auxilios. Te acompañé hasta el hospital, pero surgió un inconveniente con uno de mis empleados y tuve que ir a resolverlo.
—¿Todo está bien? ¿Lograste resolverlo?
—Si, nada grave, una pelea entre empleados.
Un sonido proveniente del celular de Alena interrumpió la amena conversación. Al mirar la pantalla se percató de que era un mensaje de su padre.
"Tu madre ha enloquecido, debes venir ahora mismo"
Alena observo el aparato con el entrecejo fruncido.
¿Todo está bien? —Preguntó Piero al percatarse de su expresión.
Realmente no —respondió Alena al tiempo que tomaba sus cosas con premura— Debo irme, lo siento mucho.
No te preocupes —inquirió Piero— espero que todo se solucione ¿Podremos volver a vernos?
Gracias por entender —Ale se levantó de su asiento— sobre lo de volver a vernos, no lo sé, yo te llamaré. Adiós —se despidió con un rápido abrazo y abandonó el lugar a paso veloz.
Se subió a su auto mientras su mente comenzaba a maquinar.
¿Qué habría pasado con su madre? ¿Sería cierto que había enloquecido? ¿Gleb estaría bien?
Puso en marcha el vehículo y de pronto sin esperarlo una sonrisa apareció en su cara al recordar la "cita" con el joven Barone.
¡Si Definitivamente quería repetirlo!
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Mi regalo de navidad para ustedes 🎁🎄😉 espero que estas fiestas las pasen en compañía de sus seres queridos, rodeados de amor y que coman mucho. Besos😘
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