Gracias por la paciencia, después de el descanso, volvemos con todo. Dentro de las próximas 2 semanas le daremos fin a esta historia.Gracias por todo su cariño hacia #Pierena 😍
Betsy ❤️
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Se había sorprendido tanto que su mandíbula casi llegaba al suelo. Observó nuevamente sus ojos azules con detenimiento buscando algún atisbo de vacilación en ellos, pero no logró encontrarlo.
Aunque en primera instancia el enojo gobernó su cuerpo porque Alena y su hermana se hayan tomado tales atribuciones y hubieran invadido su privacidad pasados unos minutos una inexplicable sensación de gozo lo invadió, su corazón comenzó a palpitar y no pudo atinar a hacer otra cosa más que tomar a la ojiazul en sus brazos y alzarla en voladas.
Ella, sorprendida por su repentino cambio de humor se mostró inquieta, pero no pudo evitar comenzar a reír al escuchar las carcajadas del italiano.
Cuando sus pies tocaron de nuevo el suelo, ambos se quedaron acurrucados en el sofá, disfrutando la sensación de plenitud que se extendió por el ambiente.
—Eres una caja de sorpresas —había dicho ella. Un momento parecías querer golpearme y al siguiente te pusiste a reír como un loco ¿Quien entiende tus cambios de humor Barone?
— Al parecer solo tú, por eso nos entendemos tan bien señorita Ivanova
La rusa no escondió la gran sonrisa que esas palabras le habían causado y se acercó aún más para recompensarlo con un beso.
Sacudió la cabeza en un intento de salir de sus cavilaciones, sonrió nuevamente al rememorar lo ocurrido ese fin de semana.
Todo parecía ir tan bien que creía que todo se trataba de una fantasía. Sin embargo, logró convencerse de que no lo era al observar el lugar donde estaba parado.
Así es, el ansiado lunes había llegado y Piero se hallaba respirando profundo antes de entrar por las grandes puertas acristaladas con el corazón retumbándole en el pecho.
Tomó valor para por fin entrar y aunque sus piernas temblaban se aseguró de proyectar la seguridad que en ese momento no tenía.
Se acercó al mostrador y le sonrió a la chica que estaba detrás.
—Buenos días, soy Piero Barone, tengo una cita con Vicenzo Marconi.
—El señor Marconi lo espera, tome el ascensor, gire a la derecha y avance por todo el pasillo, es la última oficina.
El joven Barone agradeció las indicaciones y se desplazó velozmente hasta su lugar de destino.
Luego de que encontró la oficina tocó la puerta un par de veces antes de que alguien en el fondo le permitiera la entrada.
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Derritiendo tu corazón
RomanceLa muchacha de castaños cabellos, caminaba solitaria y desolada por las calles de San Petesburgo mientras sus azulados ojos derramaban lágrimas cuál catarata. Estaba siendo víctima de una de las mayores humillaciones de su vida, hace apenas unas hor...