Alena remolineaba en la cama mientras varias risas escapaban de sus labios. Se había levantado hace media hora, pero aún no tenía deseos de comenzar el día.Su mente solo parecía rebobinar los recuerdos de la noche anterior, lo que ocasionaba que su sonrisa se ensanchara. Aún podía sentir la caricia ardiente de los labios de Piero, las ansias con las que los cuerpos de ambos se buscaban, los varoniles gemidos que escaparon de su boca y ella tuvo el placer de escuchar. Su creciente erección presionando contra sus muslos haciendo que la temperatura aumentara. Le encantaba sentir que provocaba esos efectos en el. Si cerraba los ojos aun podía recrear las sensaciones que había experimentado al alcanzar la cumbre del placer.
El sonido de un mensaje entrante hizo que abriera los ojos de golpe. Tanteó en su cama hasta dar con su celular, sonrió al ver en la pantalla un mensaje de Piero.
Buenos días, preciosa ¿dormiste bien? Lamento haberme ido tan deprisa anoche, uno de mis amigos estaba en problemas y tuve que ayudarlo. No dejo de pensar en lo que paso ayer ¿Te pasa lo mismo o yo estoy enloqueciendo?
Su teléfono comenzó a repicar de nuevo, impidiéndole teclear la respuesta al mensaje. Observó la pantalla y frunció el ceño, ese número no estaba entre sus contactos registrados. Aun así, decidió responder.
—Diga
—Alena, soy Francesco, el abuelo de Piero, me gustaría invitarte a cenar esta noche a casa, para agradecerte por lo que hiciste por mi nieta.
—Me gustaría ir, ¿a qué horas sería?
—Te esperamos a las 8
—Perfecto, ahí estaré, adiós
Corto la comunicación y segundos después la pantalla volvió a iluminarse por un mensaje de Piero.
¿Todo bien? Pasó un rato y no respondiste nada
Acabo de colgar con tu abuelo, me invito a cenar esta noche en tu casa
Ah sí, le dije que yo te invitaría, pero insistió en hacerlo el mismo, incluso le pidió tu número a mi hermana
Fue un lindo gesto
¿Vendrás?
Si, ahí estaré
Perfecto, te veré esta noche, un beso, preciosa.
Un temblor se propagó por el cuerpo de la castaña debido a la expectativa de lo que pudiera llegara pasar esa noche. Quería causar una buena impresión, era cierto, pero no por eso intentaría aparentar algo que no era.
Luego de estirarse sobre la cama por fin consiguió las fuerzas para levantarse y comenzar su día.
Lo primero que hizo fue abrir las ventanas de la habitación para permitir que la luz natural entrara. Se dirigió al baño, donde lavó su rostro con agua fría lo que le permitió espabilarse completamente.
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Derritiendo tu corazón
RomanceLa muchacha de castaños cabellos, caminaba solitaria y desolada por las calles de San Petesburgo mientras sus azulados ojos derramaban lágrimas cuál catarata. Estaba siendo víctima de una de las mayores humillaciones de su vida, hace apenas unas hor...