✔️18.- La importancia de un papel

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Alena ese día por ninguna razón en particular despertó con demasiada energía

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Alena ese día por ninguna razón en particular despertó con demasiada energía. Se levantó de la cama incluso antes del alba. Se calzó unos calcetines, ya que en su casa —y en ninguna casa rusa— era bien visto andar con zapatos, era una costumbre que le había sido inculcada desde niña y veintiocho años después, ya como adulta aún conservaba. Comenzó a caminar hacia la cocina para preparar un desayuno para dos.

Su hermano menor Gleb aún dormía plácidamente en la otra habitación después de una fiesta de pijamas.

Sobre la encimara de la cocina dejó dispuestos todos los ingredientes y utensilios que utilizaría y se dispuso a empezar a cocinar.

Cuarenta minutos más tarde ya estaba todo listo, el momento justo en el que Gleb cruzaba el umbral de la puerta de la cocina y tomaba asiento en el comedor dedicándole una sonrisa a su hermana mayor.

—Hice tu desayuno favorito Gleb, ya está listo, apresúrate por favor porque si no llegaremos tarde a lo que tenemos que hacer.

El menor asintió acatando la orden, porque a pesar de que llevaba una vida relativamente normal como un estudiante de colegio —en el que por cierto iba más adelantado que el promedio— debía cumplir con ciertas responsabilidades poco comunes. Como lo era que ahora estaba desarrollando un software tecnológico para la NASA aprovechando su alto coeficiente intelectual.

A pesar de que sólo tenía once años de edad, no los aparentaba debido a todo el ejercicio que practicaba desde los tres años de edad, además de la mayor estatura con la que contaba.

Después la castaña también se sentó a la mesa y ambos compartieron una amena charla en tanto disfrutaban el desayuno. A pesar de la diferencia de edades ambos hermanos compartían una conexión inigualable, podían hablar incluso con la mirada, como una especie de telepatía.

Luego de un corto viaje y de una corta despedida Alena dejó a Gleb en donde necesitaba y ella tomó rumbo hacia GasProm Ivanov donde Milenka y su hermano la esperaban diligentes a las puertas de la empresa para comenzar la investigación que esperaba pudiera brindarle las respuestas que tanto había buscado.

Introdujo la llave en la cerradura y con un sonido la puerta se abrió. Ale ingresó seguida de su "equipo" al tiempo que empezaba a encender las luces para darle un poco de claridad al ambiente.

Siguió avanzando, en esta ocasión no llevaba zapatos de tacón sólo unas simples zapatillas deportivas por lo que no producía el característico sonido del tacón resonando contra el suelo embaldosado.

Entro a una amplia estancia, seguida de dos personas, era la sala de conferencias; la cual contaba con una mesa alargada de vidrio con ocho sillas alrededor, además de dos pantallas de computadora, un proyector y demás implementos.

Alena les indicó con un gesto que tomaran asiento, lo cual ambos hicieron y el chico de no más de treinta años comenzó a sacar distintos aparatos electrónicos de un maletín y los acomodaba.

Derritiendo tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora