Piero se quedó sin habla al escuchar a Alena, su mente comenzó a procesar la idea. Nunca se lo había planteado, pero no le desagradaba en absoluto. Además, a raíz de los acontecimientos recientes que habían pasado juntos su relación se había fortalecido mucho.Pero cuando quiso decir algo ella ya se había quedado dormida. Suspiro y se aseguró de mantenerla cerca de su pecho antes de dejarse llevar por el sueño.
Atípicamente Piero había despertado antes de que Ale lo hiciera por lo que pudo disfrutar de la bella visión que era su chica dormida sobre su pecho, con sus hebras castañas desparramadas y sus labios ligeramente abiertos. Definitivamente esa había sido la mejor manera de comenzar el día.
Llego hasta la cocina y se dispuso a preparar el desayuno para poder llevárselo a la cama. Quería sorprenderla de alguna manera.
Acomodo todos los ingredientes y comenzó a batir huevos, tostar pan y algunas cosas más.
Estaba tan ensimismado en su tarea que sufrió un pequeño sobresalto al sentir unas manos ceñirse a su cintura. Pero inmediatamente su inconfundible aroma a sándalo y naranja lo atrapó e instintivamente giró sobre sus brazos para acercarla a él y poder observar esos increíbles zafiros que enmarcaban su mirada y lo volvían loco.
—Buenos días —musitó Piero. Iba a llevarte el desayuno a la cama, pero te has despertado antes. Siéntate, esto está casi listo.
Ale le sonrió y tomó asiento en una de las sillas del comedor. Minutos después Piero acomodó todo lo que había preparado y comenzaron a comer.
Sus miradas se encontraban cada tanto y pasaban varios minutos observándose mutuamente sin mediar palabra, se decían tantas cosas sin necesidad de verbalizar nada, haciendo más fuerte esa intensa conexión que compartían.
Piero se aclaró la garganta para armarse de valor y poder decir aquello que le había dado vueltas en la cabeza desde la noche anterior.
—Anoche... estabas casi dormida y creo que dijiste algo —Piero hizo una pausa para tomar un respiro.
La joven Ivanova lo observaba atentamente con una expresión confundida en el rostro.
—¿Qué fue lo que dije? —Ale no quitaba sus ojos de él lo que lo hacía sentir un poco intimidado.
—Hablaste sobre mudarnos juntos.
—Ah era eso. Creí que había dicho alguna grosería o algo así —Alena río, lo que automáticamente lo hizo sonreír a él. Sí, hablé sobre mudarnos juntos, llevamos ocho meses saliendo y creo que es tiempo de dar un paso más.
Piero contuvo el aliento, no esperaba aquella respuesta tan directa, a pesar de que ya debería estar más que acostumbrado al carácter de la castaña.
—Ya hace un tiempo que varias noches a la semana te quedas aquí, yo debo volver a Rusia en unos días, pero antes debo viajar a Japón a cerrar un contrato, prácticamente no tienes donde quedarte así que ¿porque no dar un paso más?
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Derritiendo tu corazón
RomanceLa muchacha de castaños cabellos, caminaba solitaria y desolada por las calles de San Petesburgo mientras sus azulados ojos derramaban lágrimas cuál catarata. Estaba siendo víctima de una de las mayores humillaciones de su vida, hace apenas unas hor...