Ocho

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-...¡Deja de tener miedo y empieza a ser tú!

Me quedo callada, mirándola. Cómo una persona tan pequeña puede esconder un mundo interior tan grande y bonito. Las palabras se me atraviesan, como siempre, y no soy capaz de ordenarlas para darle una respuesta que esté a la altura. Así que me limito a abrazarla con todo mi cariño. Ella corresponde al abrazo muy fuerte, pretendiendo darme más fuerza aún si cabe.

-Lo haré- digo.

Nos separamos y ella asiente con una sonrisa.

-Ahora a pasarlo bien- sentencia. Me coge del brazo otra vez y nos dirigimos al comedor.

Al llegar poco ha cambiado. Miro a cada persona, buscando, esperando que una de ellas aún no esté allí. Aún no estoy preparada para enfrentarme a mi verdad.

La realidad me da un guantazo en forma de metro setenta y cabello oscuro. Está de espaldas, no me ha visto. Parece estar haciéndose el desayuno. De golpe, Alfred se gira buscando alguna cosa sin importancia y me ve. Para en seco. Su mirada atraviesa la mía y su expresión esconde muchos sentimientos. Él también está pensando en la noche anterior. Sin embargo, parece echar toda esa condena a un lado y la cambia por su bonita sonrisa. Se acerca un poco más a nosotras. Aitana saluda con un ''Hey'', feliz, y se aparta a seguir con su animada conversación con Luis.

Tengo que asumir lo que venga.

-Buenos días Amaieta- dice en tono cariñoso.

-Buenos días- contesto nerviosa.

-¿Has desayunado?

-No, me he despertado hace nada...

-Bien, porque acabo de hacer un Nesquik y un Cola Cao.

Se acerca a la cocina y sigue buscando algo. Las cucharas. Termina de prepararlos y me da el mío.

-Gracias- le sonrío.

-No es nada- responde. Nos quedamos mirándonos.

-Creo...- pienso bien mis palabras pero tengo que cumplir lo que le he dicho a Aitana- Creo que tenemos que hablar.

Él se queda en silencio un momento. Da un sorbo a su taza.

-Yo también lo creo- dice- ¿Cuándo?

-Pues... Ahora mejor que no... Tengo que ordenar mi cabeza... Pero si quieres, esta noche...

-Me parece genial. Esta noche entonces- asiento con la cabeza y me giro dispuesta a buscar conversación en otra parte antes de que la tensión nueva sumada a la acumulada me jueguen una mala pasada- Yo también tengo cosas que decirte.

Sentencia. Esta vez con un tono más serio. Giro la cabeza para comprobar su rostro. Ha cambiado completamente. Esta vez es él el que se da la vuelta y decide irse antes de que pueda hacerle ninguna pregunta.

Me dirijo hacia Aitana y Luis, quienes tienen alrededor a Miriam y Roi. Me uno a sus risas mientras doy pequeños sorbos, intentando que este desayuno me dure eternamente. No digo nada. Simplemente me río cuando debo hacerlo, asiento cuando se requiere y observo.

Pasan las horas.

La comida la hemos preparado las chicas. Entre todas ha sido un éxito.

Ahora descansamos en el comedor, echados en los sillones o en colchones por el suelo. Algunos en conversaciones con otros y otros simplemente en su mundo, con música, alguna serie, escribiendo...

De repente Roi da varias palmadas, llamando la atención de todos los presentes. Incluso los que llevan los auriculares se han percatado del gesto y han parado lo que estaban haciendo.

¿Qué es mi vida sin ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora