Cuarenta

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Al llegar, entramos en silencio. La mayoría están descansando. 

-¿Te la vas a tomar ahora?- dice Alfred señalando el bolsillo donde está la caja.

-Sí, ahora me la tomo. Pero primero voy al baño, que no me encuentro muy bien- él asiente, algo preocupado. 

Al entrar, y sentarme, veo que me ha bajado la regla. Empiezo a llorar de alegría. Entre la tensión vivida esta semana y el impacto emocional de la regla en mi mente, esa ha sido la salida que me ha parecido más razonable. 

En un par de minutos, salgo del baño y me acerco a un Alfred dando vueltas, pensativo. 

-Alfred- digo. Me acerco a su oído para que solo me oiga él-. Me acaba de bajar la regla.

-¡¿En serio?!- dice gritando. Algunos hacen ''shhh'', invitándonos a callarnos. En el comedor la mayoría están durmiendo. 

-Perdón- susurramos ambos. 

-Dios mío. Menos mal- dice él, suspirando tranquilo y riendo. Me da un abrazo.

-Pues a mí no me hace tanta gracia, me duele la barriga un montón- digo empezando a notar pinchazos.

-Pobrecita- me abraza fuerte otra vez. Me da la impresión de que sigue sonriendo.

***

-¿Sabes que me apetece?- dice Alfred. Su brazo me recoge. Yo estoy acurrucada, pegada a él. Estas rutinas acostados en la cama bajo la luz de la luna son las más bonitas en mucho tiempo.

-Bua, Alfred, ahora no, que tengo la regla- digo viéndolo venir.

-¿Qué dices tonta?- contesta riendo- No me refería a eso.

-¿Entonces qué?- me río yo también. Muchas veces hablo sin pensar.

-Me apetece ver mundo contigo, viajar muy lejos, viajar muy cerca, vivir aventuras- dice con voz de niño.

-Oh. Pareces Peter Pan- le digo con ternura.

-Si quieres vamos a Nunca Jamás- dice con voz de bebé. Me inspira mucha ternura cuando hace esto.

-Ooooh. Vale. Pero en esta cama también se está muy bien- suspiro y sonrío.

-¿Te encuentras mejor del dolor?- dice.

-Después del Ibuprofeno sí- contesto tranquila.

-Me alegro- me da un beso en la frente. Yo me abrazó a él aún más fuerte-. Podríamos irnos de viaje.

-¿Dónde?

-A una isla desierta.

-Y viene un tsunami y nos morimos- sentencio.

-Qué directa eres a veces... Y bruta.

-Jo... Que no. Que yo soy natural. Pero no lo digo por mal. No sé- digo en mi propia montaña rusa emocional.

-Ya lo sé, boba-me da un beso tímido en la cabeza-. Entonces, ¿dónde quieres que te lleve?

-¿En plan, al brazo? Pues no creo que me lleves muy lejos, porque peso un poco.

-¿Me estás vacilando, Amaia?- dice confuso.

-¿De viaje te refieres?

-Sí- contesta divertido por la situación.

-¿En tu coche?

-No tiene por qué.

-¿Dónde yo quiera?

-Donde tú quieras.

-Pues a Pamplona- sentencio.

-Jolín Amaia, algo diferente... Que a Pamplona vamos cuando tú quieras...- mi dedo dibuja corazoncitos en su pecho desnudo, jugando con los ricitos que reinan por esas tierras.

¿Qué es mi vida sin ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora