Veintisiete

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-¿Sabéis qué?- digo soltando el vaso- Que si no hay botella, cada uno puede besar a quien le dé la gana- sentencio.

Me acerco a Neizan y me mira los labios. Yo, cojo su cuello, clavándole las uñas y me lanzo a besarlo. Mi boca sabe a alcohol. La suya también quema. Pero no me importa. Empiezo a besarle con todas mis ganas y aliento.

No tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Pero me siento tan bien. Él me levanta de los muslos y me enredo en su cadera. Oigo a Aitana decir lo mismo y lanzarse hacia Javi.

El lío está servido.

De repente, oigo a alguien tirarse a la piscina.


-AMAIA Y AITANA, NOS VAMOS- sentencia un Alfred totalmente fuera de sí.

-Pero si acabamos de empezar- digo intentando volver a besar a Neizan.

-¡QUÉ NOS VAMOS Y PUNTO!- grita Alfred, más enfadado aún si cabe. Acto seguido, ignorando las miradas de todos  los de nuestro alrededor, me coge de la cintura y me arrastra como puede fuera de la piscina. Yo me acabo dejando llevar. Al final, todo esto ha sido por Alfred. 

-Si se quiere quedar, que se quede- grita Neizan- Tú no mandas de ella.

-No, yo no, el alcohol sí imbécil de mierda- contesta Alfred. Y me deja fuera de la piscina. Sin rechistas, permanezco ahí, mirando la escena. Esto es mucho más interesante que lo anterior.

-Aitana, nos vamos- dice Cepeda, cogiendo a Aitana como a una niña.

-Jolín Luis, ahora que me estaba divirtiendo- dice ella. Pero le sale una media sonrisa que deja entrever que ese contacto era el que quería. El chico parece no estar conforme. 

-Déjala tío, ella sabe lo que quiere y lo que quiero yo...- dice Javi, con una segunda intención que capto hasta yo. 

-Como digas una palabra más te rompo la cara de una manera que no te va a reconocer ni tu madre- dice Cepeda saliendo de la piscina con una Aitana a rastras que parece no ser consciente de todo lo que la rodea. Solo está pendiente de Luis. 

-Vamos, Amaia- dice por última vez Alfred, llevándome hacia la puerta. Sus manos están frías, pero no molestan. Me cogen con fuerza, sin dejarme caer, pero sin hacerme daño- 

-¿Qué pasa Alfred?- esa voz debe chirriar en su cabeza tanto como en la mía porque poco a poco detiene el paso, conteniendo la rabia- ¿Estás celoso de que me estuviera comiendo la boca en tanga mientras a ti te hacía la cobra en todas vuestras cancioncitas de mierda?- dice Neizan. Alfred me deja en el suelo. Yo intento cogerle, pero no me hace caso. Poco más puedo hacer en mi estado y sin saber bien qué contestar a un estúpido como él.  

Ahora Alfred sí que está fuera de sí.

-ERES UN SUBNORMAL- dice y, de golpe, se lanza al agua otra vez, pero con un objetivo diferente. 

Cepeda deja a Aitana a mi lado, algo asustada, y salta detrás de él para retenerlo. Alfred solo logra empujar a su objetivo, porque los amigos de Neizan lo retienen y Cepeda engancha su brazo al vuelo. Lo saca de un tirón. 

-Tío, para, dios, para. No vale la pena- dice Cepeda, obligándolo a que deje de resistirse. 

Fuera de la piscina, Alfred recoge mi ropa y me ofrece la mano. 

-¿Vienes o no?- pregunta, enfadado, decepcionado, muerto de celos, con ganas de salir de allí. Yo, aún confusa y desorientada, acepto. 

Cepeda coge en brazos a una Aitana visiblemente borracha que no para de decirle que le echaba de menos y que le quiere. Definitivamente, debo de estar borracha yo también. 

Alfred, cansado porque no paro de tropezar, me vuelve a coger en brazos y me lleva a nuestra habitación. Me deja en la cama y se va. Cuando vuelve, trae consigo una toalla mojada y una seca. Cierra con pestillo.

Con la mojada y, una cara de enfado que no puede disimular, me quita el maquillaje que debe estar bailándome por la cara. Con la seca, empieza a secarme el cuerpo. 

-No me has secado bien- digo, jugando, cuando acaba- sécame otra vez. 

Le ofrezco la toalla. 

-Amaia, estás asquerosamente borracha y le acabas de comer la boca a ese tío. No pienso jugar. 

Enfadado, se levanta de la cama y empieza a dar vueltas a la habitación con cara de frustración. Cada vez que me mira, su expresión de odio y celos aumenta. 

-ESTÁS BORRACHA- y da un grito. 

-No... Solo he bebido un par de copas y ya está... En serio... No es ningún drama- digo sin entender la complejidad de la situación. Mi mente no está preparada para coordinar un par de frases coherentes, imagina para pensar...

-DIOS. LE ESTABAS COMIENDO LA BOCA A ESE IMBÉCIL. EN ROPA INTERIOR. 

Alfred da vueltas por la habitación. Se coge la cabeza. No entiende. 

-Y lo peor es que ese tío tiene razón- dice, cara la pared, furioso de nuevo- A mí me hacías la cobra por un pico, ante diez personas que eran familia, y a él... DIOS. AMAIA. CUANTO TE ODIO AHORA MISMO- dice, dando un puñetazo a la pared. 

Yo, queriendo jugar, me levanto. Él se gira a mirarme. Ante su atenta mirada me quito la ropa mojada. El sujetador se desliza por mis brazos y, al quitarlo, suspiro por librarme de esa prenda opresora y sin sentido. Alfred se pierde, mirando mi cuerpo. Lanzo el tanga, despacio y, sutilmente, levanto la mirada hasta cruzarme con la suya. Le miro con deseo y pasión, a la vez que inconsciencia. Y apago la luz. 

En pocos segundos, el brillo de la luna invade la habitación y volvemos a reconocer nuestros cuerpos, caras y sentimientos. Sigue mirándome, yo sonrío. 

-El único que me ve así eres tú- digo acercándome. Y él calla, dejándome jugar, perdido en mi desnudez, temblando ante la luz de una pequeña ventana que refleja en mi piel nuestra ciudad de las estrellas. 


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¡Hola chicxs!

Hasta aquí el capítulo intenso de hoy. 

Espero que os guste. 

Dejadme en comentarios vuestra opinión y sugerencias. 

Pronto más y mejor. 

Mil dieciséis gracias a todos por seguir aquí <3

PD: ¡Feliz aniversario de City of stars!


¿Qué es mi vida sin ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora