Treinta y nueve

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-Ai, Alfred, no sé qué ponerme, de verdad...- digo mirando un montón de conjuntos amontonados en el armario. 

-Con cualquier cosa estás guapísima- sentencia mientras se abrocha los botones de la camisa hawaiana. Al ver que mi indecisión sigue, coge un mono corto y me lo da- Este- sentencia. 

Yo acepto su propuesta porque los nervios no me dejan pensar. 

-¿Y qué te ha dicho tu madre?- pregunto nerviosa. Él se pone los zapatos con tranquilidad. 

-Ya te lo he dicho diez veces... Pues nada, que vale, que nos vemos allí. 

-Bua... Mi madre seguro que sospecha algo, de verdad. O sino estará dramatizando, pensará que me he metido en algún lío. 

-Va, vístete, que ya son las doce y media y tenemos que irnos- sentencia él. Me pongo las primeras zapatillas que encuentro y me voy corriendo al baño a maquillarme un poco y echarme espuma en el pelo. 

-¿Nerviosa, eh?- una Aitana apoyada en la puerta me mira sonriente. 

-Muchísimo Aiti... Ojalá pudieras ir tú por mí- sentencio mientras termino de ponerme la espuma. 

-No, gracias, prefiero quedarme aquí- dice riendo- Es más divertido visto desde fuera. 

-Jolin, Aiti, no me pongas nerviosa...

-¿También le vas a contar lo de la piscina?

-¿Y a ellos que más les da?

-¿Y a nosotros que más nos daba?

-¿A ti no te da asco?

-Si usasteis protección, todo se quedó ahí- el maquillaje se me cae de las manos, pensando en lo que acaba de decir, los ojos se me abren como platos y empiezo a temblar- Mierda Amaia, no me asustes- se acerca a mí- No me digas que se os olvidó.

-Soy imbécil, de verdad- digo echándome las manos a la cabeza. Lo que faltaba.

-¿Pero en la piscina no puede pasar nada, no?

-Yo que sé... 

-¿Lo busco en internet?

-¡No, no quiero saberlo!- grito. 

-¿Amaia, ya estás lista?- dice Alfred acercándose al baño. 

-Me queda nada- digo intentando disimular el miedo que recorre cada centímetro de mi piel. Y recojo el maquillaje. Me tiemblan las manos. Aitana lo coge del brazo, entrándolo en el baño y cierra la puerta. 

-¿Pero en qué estabais pensando?- le dice Aitana, enfadada. 

-A ver, Aitana... Relájate... Nuestros padres también merecen saberlo. 

-A este paso también anunciadles el embarazo- sentencia. 

-¿Qué embarazo?- dice él con el susto en su rostro. 

-¿Qué no usaste en la piscina?

-Mierda- dice. Apoya la cabeza en la puerta y empieza a darse cabezazos- Lo siento mucho Amaia. 

-¿Y el susto que llevo yo encima qué?- dice Aitana. 

-Ai, parad, que me estoy poniendo más nerviosa. Que una vez no pasa nada, y encima en la piscina. 

-¿Compramos la pastilla?- dice Alfred.

-No me la pienso tomar, que ya me tomé una hace tres meses cuando...

-No quiero saberlo- dice Aitana. 

-Es verdad...- dice Alfred. 

-Y eso es malísimo...- sentencio. Aún con el miedo intento razonar- Vamos a la comida y no pensemos en eso. Seguro que no ha pasado nada. Dejad de dramatizar. 

¿Qué es mi vida sin ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora