Treinta y uno

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Tras el momento avergonzante de la farmacia, nos dirigimos de vuelta a la casa rural en silencio. No pensaba que fuera en serio. 

-Amaia- rompe el silencio- que no te sepa mal, es por si acaso- dice él. 

-No... Si da igual- contesto. Él ya no dice nada- ¿Con quién planeas usarlos?

-Con mis amantes.

-Vale- digo, de forma cortante. Me giro hacia la ventana. No tiene gracia. 

-Es que mira que hacer una pregunta tan tonta, Amaia... Si está claro- dice, y yo sonrío-, con Ana. 

Empieza a reírse a carcajadas. 

-Eres idiota, en serio- le digo. Y vuelvo a girarme hacia la ventana. 

-Va, tonta. Que no planeo usarlos con nadie. Los tengo por si surge algo...

-¿Algo cómo qué?

-Algo, Amaia, algo...

-¿Algo con quién?

-Pues contigo, Amaia, contigo. 

-No está en mis planes hacer nada contigo- le digo, medio en broma, medio molesta aún por su salida anterior. 

-Ni en los míos tampoco, no te emociones- contesta en el mismo plan. 

-No me he emocionado.

-No, que va- dice burlón. 

-¿Y si no está en tus planes para qué los compras?- digo, molestándolo. 

-Por nada, Amaia. ¿Sabes qué?- para el coche, arrimado hacia el arcén. Menos mal que no viene nadie- Voy a dar la vuelta y los voy a devolver- empieza a dar la vuelta. 

-No- digo cogiendo el volante. 

-¿Por qué no?- pregunta él. 

-Por si acaso- digo yo. 

Y estallamos a reír como dos niños que adoran picarse, que mueren por seguir jugando a este juego y que se quieren... Que se quieren muchísimo.

Gira el coche, de nuevo, y se dirige hacia la casa. 

-¿Quieres que los estrenemos ahora?- dice él. 

-Alfred...- contesto avergonzada, con tono de reproche. 

-Tranquila, mujer, solo era por saber si funcionan correctamente, si están caducados o si está todo correcto...- dice él, bromeando. 

-Está todo correcto- le digo segura-. Que malas ideas tienes...

Aparca el coche, ya en nuestro destino y bajamos. Yo cojo la compra y él el trombón. Esconde la bolsa de la farmacia dentro de su mochila, para evitar comentarios. 

Entramos a la casa, tranquilamente. Todos están en el comedor. Dejamos las cosas y nos acercamos a ver qué están haciendo. 

-Por fin estáis aquí- dice Nerea-. Venid. Estamos haciendo reparto de roles. 

-Bua... No entiendo nada- digo. Algunos ríen. Muchas risas, muchas risas, pero nadie me explica... No me toman en serio. 

-A ver, hemos pensado que al principio de la fiesta podemos recrear una gala de Operación Triunfo. 

-Es una tontería muy grande- dice Ricky. 

-Que va a salir mal- dice Mimi. 

-¡Me encanta!- contesta Ricky. 

-Por mí guay- dice Alfred. 

-Estaría bien- digo yo. 

Nos sentamos alrededor del grupo y nos adentramos en una conversación larga y tendida acerca de quién debería ocupar cada papel y por qué. 

¿Qué es mi vida sin ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora