Dia trece.- Te he dicho que no puedo -le dije a Ruggero a través del teléfono-.
- ¿No puedes arreglarte las uñas otro día?
- No, la cita en el salón es hoy.
- ¿Y qué se supone que haga yo mientras tanto? -se quejó-.
- No se, lo que hacías antes de que pasáramos todo el maldito día juntos - me termine de aplicar el labial y tomé las llaves de mi auto-.
- Karol, quiero verte.
- Ya te dije que iré a arreglarme las uñas Joder, podemos vernos más tarde -encendí el auto y mire por el retrovisor - Te llamaré después voy a conducir.
- Bien -accedió y colgó la llamada, genial él estaba molesto-.
**
- ¡Oh Jesús, está caliente! - una chica gritó o en realidad parecía un gemido-.
Me gire como muchas de la chicas que allí estábamos y vi un Ruggero con el ceño fruncido mirando a todos lados.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos una enorme sonrisa surco sus labios.
Traía un ramo de rosas en la mano y se acercó vacilante hacia mi.
Todas las chicas, mujeres e incluso las ancianas miraban de arriba a abajo a Ruggero.
- Hola Karol -él se sentó a mi lado y besó mi frente-.
- Hola Ruggero -le sonreí abiertamente- ¿No podías esperar para verme?
- Nop, estoy realmente jodido - Él me tendió las flores pero no podía recibirlas porque me estaban arreglando las uñas-.
- ¿Podrías darmelas más tarde?, ahora lo tengo algo difícil -apunte con mi cabeza a mis manos-.
- Oh, si está bien -Él puso las flores sobre su regazo, lo observé un momento y sonreí tímidamente, él era tan guapo-.
Puse mi rostro en el hueco entre su cuello y su hombro para descansar mi rostro y dejarme llevar por su increíble y seductor aroma.
- ¿Karol?
- ¿Hummm?
- ¿Quieres hacer algo después?
- Ajá.
- ¿Recorrer tiendas?
- Ajá.
- ¿Luego ir por un helado?
- Ajá.
- ¿Quieres tener una sesión de sexo salvaje conmigo está noche?
- Ajá...Espera ¿Qué? -saqué mi cabeza de su cuello y lo miré mal, él me sonrió con inocencia y al no poder utilizar mis manos le di un cabezazo-.
- Joder -se quejó mientras se rascaba la cabeza y yo puse toda mi atención en las chicas que arreglaban mis manos y pies-.
- Hola...Disculpa pero necesito tu ayuda un segundo -gire mi cabeza en el momento en que escuche una voz femenina-.
- ¿Mi ayuda? -Ruggero se señaló y la chica asintió-.
- Verás...La calefacción se acaba de trabar, y pues viendo tu altura y tu fuerza, me preguntaba si tal vez podrías ayudarme -la chica, que por cierto tenía los senos me grandes que una sandía, sacó un chicle de sus labios y lo enrolló en su asquerosa y fea uña color rosa-.
- Oh, bueno, por supuesto -Ruggero dejó las flores en donde estaba sentado y camino tras la chica-.
¡Oh claro!.
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Treinta. (Ruggarol)
RomanceTreinta, sólo dame treinta dias y lo conseguiré. Novela Adaptada, todos los créditos al autor