Capítulo Catorce.

6.7K 275 35
                                    


Dia trece.

- Te he dicho que no puedo -le dije a Ruggero a través del teléfono-.

- ¿No puedes arreglarte las uñas otro día?

- No, la cita en el salón es hoy.

- ¿Y qué se supone que haga yo mientras tanto? -se quejó-.

- No se, lo que hacías antes de que pasáramos todo el maldito día juntos - me termine de aplicar el labial y tomé las llaves de mi auto-.

- Karol, quiero verte.

- Ya te dije que iré a arreglarme las uñas Joder, podemos vernos más tarde -encendí el auto y mire por el retrovisor - Te llamaré después voy a conducir.

- Bien -accedió y colgó la llamada, genial él estaba molesto-.

**

- ¡Oh Jesús, está caliente! - una chica gritó o en realidad parecía un gemido-.

Me gire como muchas de la chicas que allí estábamos y vi un Ruggero con el ceño fruncido mirando a todos lados.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos una enorme sonrisa surco sus labios.

Traía un ramo de rosas en la mano y se acercó vacilante hacia mi.

Todas las chicas, mujeres e incluso las ancianas miraban de arriba a abajo a Ruggero.

- Hola Karol -él se sentó a mi lado y besó mi frente-.

- Hola Ruggero -le sonreí abiertamente- ¿No podías esperar para verme?

- Nop, estoy realmente jodido - Él me tendió las flores pero no podía recibirlas porque me estaban arreglando las uñas-.

- ¿Podrías darmelas más tarde?, ahora lo tengo algo difícil -apunte con mi cabeza a mis manos-.

- Oh, si está bien -Él puso las flores sobre su regazo, lo observé un momento y sonreí tímidamente, él era tan guapo-.

Puse mi rostro en el hueco entre su cuello y su hombro para descansar mi rostro y dejarme llevar por su increíble y seductor aroma.

- ¿Karol?

- ¿Hummm?

- ¿Quieres hacer algo después?

- Ajá.

- ¿Recorrer tiendas?

- Ajá.

- ¿Luego ir por un helado?

- Ajá.

- ¿Quieres tener una sesión de sexo salvaje conmigo está noche?

- Ajá...Espera ¿Qué? -saqué mi cabeza de su cuello y lo miré mal, él me sonrió con inocencia y al no poder utilizar mis manos le di un cabezazo-.

- Joder -se quejó mientras se rascaba la cabeza y yo puse toda mi atención en las chicas que arreglaban mis manos y pies-.

- Hola...Disculpa pero necesito tu ayuda un segundo -gire mi cabeza en el momento en que escuche una voz femenina-.

- ¿Mi ayuda? -Ruggero se señaló y la chica asintió-.

- Verás...La calefacción se acaba de trabar, y pues viendo tu altura y tu fuerza, me preguntaba si tal vez podrías ayudarme -la chica, que por cierto tenía los senos me grandes que una sandía, sacó un chicle de sus labios y lo enrolló en su asquerosa y fea uña color rosa-.

- Oh, bueno, por supuesto -Ruggero dejó las flores en donde estaba sentado y camino tras la chica-.

¡Oh claro!.

Treinta. (Ruggarol) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora