Capítulo Veintidós.

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Día veintiuno.

Llegué con una bolsa repleta de refrescos y agua para Valentina y para mi, nuestra pequeña nevera se estaba quedando sin provisiones.

Cuando metí la llave escuche leves murmullos que me hicieron detenerme.

- Ojalá y te mate - sin duda era Jorge-.

- Cállate -Ruggero-.

- Es verdad Ruggero, eres un idiota -Lionel-.

- Yo pienso que si ella no te mata yo encantado puedo hacerlo -Michael-.

- Yo te ayudo, realmente tengo ganas de golpear a Ruggero alguna vez -era la voz y carcajada de Agustín-.

- No sean idiotas, él lo hizo sin intención -Valentina-.

¿Qué hacen todos aquí?

Abrí la puerta y todos me miraron con caras horrorizadas, Ruggero quien estaba al lado de mi mesa de noche se movió hacia la izquierda un poco, Agustín y Lionel a su lado.

Jorge estaba plácidamente acostado en mi cama y Mike acostado en la cama de Valentina con ella completamente sobre él.

Ruggero levantó su brazo derecho y le pegó en la parte trasera de la cabeza a Agustín.

Agustín lo miro mal y luego camino hacia mi.

- ¡Karol! -sus brazos apretaron mi anatomía dejándome sin respiración-.

- Agustín - lo empujé- ¿Qué pasa? -él frunció el ceño y paso su brazo por mis hombros-.

- No pasa nada, todo está perfecto ¿Sabes que más es perfecto?, el clima, afuera está genial, deberíamos salir -trato de empujarme pero yo me salí de su agarre-.

Mire a cada uno de los presentes en el dormitorio y por último a Ruggero.

- ¿Qué pasa? -volví a preguntar y él bajo la cabeza, se movio dejando ver mi mesa de noche, la pecera y mi Leo en el fondo de esta muerto- ¿PERO QUÉ? - me planté frente a la pecera- ¿Cómo lo han matado? -pregunté tomando la pequeña pecera entre mis manos-.

- Lo han me suena a multitud, lo ha matado Ruggero -Agustín dijo frunciendo el ceño-.

- ¿Pero cómo? -insistí-.

- Verás pequeña Karol -Jorge se puso de pie y se acercó a mi- Ruggero, como es un maldito dependiente de ti, ha venido e interrumpió una sesión de sexo de Valu y Mike, como ellos se estaban besando y riendo Ruggero alega que se sentía aburrido, por lo que sacó el pez de la pecera y este se le cayó al suelo y cuando lo levantó era demasiado tarde, entonces nos llamó a todos para ayudarlo con una solución pero no se nos ocurrió nada - Jorge se paró a mi lado y suspiró después de hablar tanto-.

- No puedo creer que lo matará, te lo regaló ayer -Lio negó con la cabeza-.

- Ya paren, le compraré otro mañana -Ruggero se sentó en mi cama pero yo lo volví a levantar-.

- Vas a ir ahora mismo y me conseguirás no uno sino dos peces -Lo empuje hacia la salida-.

- ¿No puede ser mañana? -preguntó cuando llegamos a la puerta del dormitorio-.

- No, ahora ve -cerré la puerta en su cara-.

Ruggero.

- No, ahora ve -cerro la puerta en mi cara-.

- ¡Bien! -grite y caminé a mi camioneta-.

Maldito pescado.

Cuando llegue al centro comercial, entre directamente a la tienda de mascotas, estaba el mismo chico de ayer.

Treinta. (Ruggarol) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora