Capítulo Cuatro

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Día tres.

- Karol despierta -palabras suaves y cariñosas resonaron en mi cabeza haciéndome abrir los ojos-.

Lo primero que vi fue la piel del cuello de Ruggero.

Me hice hacia atrás para poder mirarlo, le sonreí y él beso mi nariz.

- Buenos días - susurró quitando los cabellos de mi frente-.

- Buenos días.

- ¿Estas mejor ahora? -preguntó pasando sus manos por mi cabello-.

- Si, gracias por todo Rugge - dije en un bostezo- ¿Qué hora Es?

- Las 6 y 23 -contestó mirando el reloj de su mesita-.

- Me gustaría tomar una ducha - le dije mirándole-.

- ¿Eso es una invitación? -ronroneó-.

- Definitivamente no.

- Nada perdía con intentar -rodé los ojos y el rio-. Escucha, puedes tomar una ducha no hay ningún problema, yo saldré a ayudar a los chicos con el desayuno y a hablar con ellos sobre lo que te pasó, anoche explotaron mi teléfono con mensajes y llamadas.

- Esta bien, gracias por todo de nuevo -besé su mejilla-.

- No pasa nada, ahora ve y alistate que no podemos llegar tarde a clases - Me alborotó el cabello y salió de la cama en bóxers a diferencia de mí que aún usaba la ropa de ayer-.

Jesús dormí demasiado.

Me puse de pie, tomé mi pequeño bolso y me adentré en el baño de Ruggero.

Ugh que asco.

Una caja de condones reposaba sobre uno de los estantes del baño, bóxers por todos lados y crema dental exprimida en el lavamanos. 

Simplemente asqueroso.

Saqué la ropa limpia de mi bolso dejándola sobre el retrete, puse la ropa interior sobre esta y la toalla sobre la ducha.

Me quité toda mi ropa y la doble metiendola en el mismo bolso donde traía la limpia.

Tomé mi shampoo y mi acondicionador antes de adentrarme en la ducha.

Trate de no tardar demasiado para no llegar tarde a clases.

Cuando me estaba sacando el jabón para salir la puerta del baño se abrió.

- Karol apurate -se quejó la voz de Ruggero-.

- Ya voy a salir - le indiqué-.

Un jadeo se escapó de sus labios y luego se aclaró la garganta.

- Jesús Karol, nada más con ver tu ropa interior me he puesto duro.

- ¡LÁRGATE! -grité, lo sentí reír y cerrar la puerta-.

Rodé los ojos y cerré el agua.

Sequé mi cuerpo y luego me vestí.

Unos jeans oscuros, un suéter rojo con incrustaciones doradas y unas zapatillas negras.

Peine mi cabello y lo dejé suelto, no me puse gran cosa en cuanto a maquillaje, un poco de rimel y brillo labial únicamente.

Salí del baño y dejé mi bolso en el suelo al lado del closet de Ruggero.

Tomé la chaqueta que use ayer, mi móvil y salí de la habitación. En la sala no había nadie, los murmullos se escuchaban en la cocina.

Entré en ella y la mirada de todos cayó sobre mi.

Treinta. (Ruggarol) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora