Capítulo Veintiuno.

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Día veinte.

Abrí los ojos y la habitación estaba oscura. Me gire entre los brazos de Ruggero quedando frente a él.

Maldición es perfecto.

Miré sus labios y luego su perfecto rostro dormido.

Sus cejas, párpados, nariz, barbilla, todo de él es perfecto.

Pase mi dedo sobre su labio inferior y luego mis labios sobre los de él. Fue un beso corto y él no respondió.

Volví a besarlo pero esta vez sí respondió, sus labios se movían de manera demasiado lenta y perezosa, dando a entender que aún estaba dormido.

Me separé de él y deje mi frente en sus labios, mi rostro en su cuello.

Me acurruqué más junto a él, luego besó mi frente hasta que volví a quedarme dormida.

**

- Vete maldición -sentí un pequeño susurro proveniente de Ruggero que poco a poco hizo que me despertará, pero no me moví-.

- Responde mi puta pregunta -ese era Mike-.

- Maldición vete -se quejó Ruggero y yo casi me reí-

- Sólo dime la verdad, ¿Ella está desnuda? -habló y su enojo fue demasiado notable-.

- No mierda, no está desnuda, ¿Por qué lo dices?

- Porque tiene las sábanas hasta el hombro.

- Ella tenía frío, ahora por favor largo que quiero estar con ella - comenzó a acariciar mi cabello y besar mi frente-.

- Pero yo también quiero estar con ella.

- Mierda Mike vete, si ella despierta va a querer irse a Dalton, y ni tu ni yo estaremos con ella, así que largo.

- Bien, pero te juro que como ella este desnuda yo te pateare tan fuerte en las bolas que no podrás orinar jamás -su tono era amenazante-

- Entendido - Ruggero habló y luego de unos segundos de neto silencio la puerta se abrió y cerró-.

Ruggero soltó un suspiró y continuó acariciando mi cabello, tarareaba una pequeña canción la cual no conocía mientras de vez en cuando dejaba uno que otro beso en mi frente.

Me removí y salí de su cuello para mirarlo.

- No, Karol, no, vuelve a dormir -metió mi cabeza de nuevo en su cuello y yo reí. Salí de nuevo y él hizo un puchero-. No te vayas.

- No me voy a ir -susurré y él asintió-.

- Buenos días entonces -besó mi frente y yo suspiré-.

- Buenos días -le sonreí-.

- ¿Qué haremos hoy? -pregunto jugando con el cabello que caía en mi espalda-.

- Ruggero, no es que quiera irme, juro que volveré, pero debo vestirme y lavarme los dientes.

- Puedes usar mi cepillo.

- Que asco, no.

- Vamos Mowgli -él sonrió divertido-. He metido mi lengua en tu boca varias veces, y créeme es bastante delicio...-tape su boca con mi mano-.

- Eres. Un. Cerdo -dije apretando los dientes, su lengua paso por la palma de mi mano y yo la quité de inmediato-. ¡Mierda! -golpeé su rostro y él se carcajeó-.

- Eres tan linda, mi Dios, Karol nos hemos besado con lengua muchas veces, no pasa nada porque te cepilles con mi cepillo -me puse de pie y caminé rápidamente al baño cerrando la puerta con pasador-.

Treinta. (Ruggarol) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora