Capítulo Treinta y Nueve.

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Un mes después.

Ruggero estuvo enojado conmigo tres días luego de que me preguntara si estaba tomando la píldora.

No nos vimos mucho, él me llamaba y me escribía algunas veces pero en la universidad no lo vi ni una vez.

No fue al almuerzo el día que nos tocaba juntos, y tampoco me espero cuando él salía más temprano. Él estaba evitándome.

Me enojé con él, pero al tercer día apareció en Dalton con su mejor cara de Lo siento.

Arreglamos las cosas y ahora todo está mejor.

Luego de nuestra pequeña reconciliación, fui con mi ginecólogo.

Y aquí estoy, un mes exactamente desde que estoy bebiendo las pastillas anticonceptivas.

Ruggero no sabia nada, y no se lo había comentado por algunas razones.

Primero necesitaba saber que yo era lo suficientemente responsable y organizada como para tomar la pastilla cada día a la misma hora, superé la prueba. Cada día a las 7:30 de la noche tomé la pastilla.

Otra razón por la cual no le dije: tenia miedo.

Miedo de embarazarme con solo dieciocho años, mucho miedo.

Me gustaba más la idea de usar condón, pero Ruggero se veía tan ilusionado con esto que realmente lo consideré. Estuvimos teniendo relaciones pero siempre con protección, sin embargo, estaba lista para decírselo hoy.

Arreglé mi cabello una vez más y me giré mirando a Valentina, quién se encontraba sobre su cama leyendo un libro.

-¿Crees qué él se enoje? - pregunté suspirando y tomando mi bolso-.

- Tal vez se enoje en el momento, pero estará feliz de saber que ya no habrá nada entre ustedes - murmuró sin despegar la vista de aquél libro-.

-¿Saldrás? - pregunté y ella suspiró cerrando el libro-.

- Mike y yo no estamos bien, así que voy a quedarme en casa, leyendo un poco - se encogió de hombros y yo me senté en su cama-.

-¿Qué paso? - pregunté poniendo mi mano sobre la de ella-.

- Creo que hay alguien más -sonrío con tristeza-. No lo sé, no sé que pensar -ella soltó mi mano y se tapó los ojos-.

-¿Por qué dices eso?

- Porque él no deja de usar el móvil, ya no me deja usarlo, a veces lo llamó y me dice que está ocupado, no atiende llamadas frente a mí - Ella suspiró y me miró con los ojos llorosos-.

Puse mi mano sobre su cabello y lo acaricié.

- Si eso es así -sonreí-. Yo le corto las bolas - murmuré y ella asintió dejando caer su cabeza contra mi hombro-.

- Yo lo amo - murmuró con voz apagada-.

- Y él te ama a ti Valu - le dije dándole un abrazo. Mi celular comenzó a sonar dentro de mi bolso-. Tengo que irme - murmuré poniéndome de pie-.

Ella asintió y volvió a tomar su libro para leer.

Salí de la habitación y ajusté mi bolso antes de bajar las pequeñas escaleras.

La camioneta de Ruggero estaba mal estacionada en todo el centro del estacionamiento.

Justo cuando entré en la camioneta Ruggero me sonrío observándome.

- Te hiciste algo en el cabello - dijo cuando me incliné para darle un corto beso-.

- Lo notaste -susurré poniendo mis labios de nuevo sobre los de él-.

Treinta. (Ruggarol) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora