Capitulo 2.

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-Buenos días!!- grita Ashley sobresaltando a todas las chicas.

La e visto venir, me encojo de hombros mentalmente.

-Hoy haremos él último reto, lo se, lo se, ahora estaréis pensando: Pero si solo hemos echo uno. Bueno, en tres dias tenemos que hacer la presentación de las fraternidades. Y no hay tiempo de hacer mas. - sonríe mirando un papel que tiene entre sus manos. -Saldreis a la calle, así, como vais ahora mismo, en pijama, y tenéis que conseguir él número de cuatro tíos, las dos ultimas en llegar estarán fuera de la hermandad.

-Pero, si estamos fuera ¿Donde viviremos? Porque ya no tenemos residencia, en cuanto nosotras decidimos venir aquí la residencia decidió dar nuestra habitación a otra persona. - dice Linda.

-Os tendréis que buscar la vida. - se encoje de hombros. - ahora, ya podéis ir a buscar números de teléfono, tenéis hasta la hora de comer. ¡Adelante! Y que ganen las tres mejores.

Miro mis pintas, moño alto a lo choni, pantalones cortos, o cortísimos, holgados y una sudadera.

Bueno, si no se asustan con mi cara de recién levantada creo que lo conseguiré.

Camino calle abajo directa a la casa de los Delta, espero que sean majos y me ayuden.

O alomejor ya están artos de mi.

Llamo a la puerta esperando que alguno me abra.

Él rubio abre la puerta con cara adormilada. Aprovecho para entrar en su casa dándole un pequeño empujón. No opone ningún tipo de resistencia.

—¡Buenos días!— grito en él salón.

Todos duermen, o dormitan en los sofás.

—Shhh. — bufa uno acomodándose.

—Shhh No, ¿Que horas son estas de estar durmiendo?

—Mama, cinco minutitos.— murmura Kyle.

—Ni cinco minutitos ni mierdas, necesito vuestra ayuda— digo y me apoyo en él brazo de uno de los sofás.

—¿Nuestra ayuda de que?— pregunta él rubio.

Andrew creo que se llamaba.

—La tuya no. Tu no me sirves— ruedo los ojos. —Haber, apuntar vuestro número de teléfono nombre y apellido. Con cuatro tengo suficiente. — le doy él papel a Kyle.

Cuando ya solo me falta una persona Andrew intercepta él papel.

—¿Y esto a que se debe?— pregunta leyendo él papel.

—La ultima prueba para entrar a las Kappa.— me en cojo de hombros.

—Ayyy— suspira uno que no había visto nunca. — Pruebas, que bonito momento.

—Pero este año no las hemos podido hacer porque alguien...— me clava la mirada— nos rompió la caseta y nadie se apuntó.

—Tss, no me ataques— ruedo los ojos y le arrebato él papel de las manos. —Porfavor, quien sea, ¿podéis ponerlo?

Le doy él papel a uno de los chicos que se mantienen despiertos y me lo devuelve.

Menos mal, ya tengo los cuatro, y supongo que la plaza en las kappa asegurada.

—No, no, no— niega él rubio.

—¿Te apartas?Graciaaas— digo empujándolo.

Esta vez no es tan fácil como antes.

—¿Porque quieres entrar en las kappa?— pregunta agachándose hasta estar mas o menos a mi altura.

—¿Porque si?

—eso es una afirmación o una pregunta— levanta una ceja.

—Tomalo como quieras— me en cojo de hombros. —Ahora tengo prisa. Apartate por favor.

Veo por la ventana de la sala de estar a Linda correr con un papel en sus manos directa a nuestra hermandad.

Mierda.

—Venga, por favor, apartate. — digo empezando a ponerme nerviosa.

—Tendras que esforzarte mas Angelito.— se encoje de hombros.

Se me revuelve él estomago al oír esa palabra, trago gordo y doy un paso atrás. Miro al suelo y respiro hondo antes de echar a andar intentando huir.

Él no entenderia porque estoy a punto de llorar.

Le doy un golpe con mi hombro en su hombro haciendo que él reaccione cogiendome del brazo.

Mi mirada se cruza con la de él un segundo, pero ha visto mis ojos.

—Porfavor, dejame irme.—Murmuro de una vez.

Me suelta dejandome libre.

Camino a paso rápido lejos de su casa.

Odio recordarlo.

Odio recordar los momentos en los que yo era realmente feliz.

Me seco las lágrimas antes de llegar al porche de las kappa.

—Y aquí tenemos a la cuarta aspirante a Kappa. — dice cojiendome él papel de las manos. —Lo siento Loren, pero ya no formas parte de las Kappa. — se encoje de hombros. — Aquí tienes tus maletas y tus cosas. Que te vaya bien.

Me cierran la puerta en las narices dejándome completamente tirada, en la calle, sin casa, y con él corazón roto.

Ahora podría protagonizar una película triste donde abandonan a un perro en medio de la noche bajo la lluvia, a diferencia de que aquí no llueve y es por la mañana, y claro, no soy un perro, pero me siento completamente igual que si lo fuera, o incluso mas.

Miro él papel entre mis manos y una idea cruza mi mente.

Saco mi móvil y marco rápidamente su numero. Espero un poco y al tercer tono lo coje.

—¿Si?— pregunta por él otro lado.

—¿Puedes ayudarme?

Atrevete a olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora