Capitulo 15.

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Un fuerte sonido me despierta de golpe. Miro hacia todos los lados desorientada.

Fijo mi vista y veo a Andrew buscando una escoba.

No me acordaba que estaba con él.

Él barre todo él destrozo que ha echó al romper un baso contra él suelo. Este chico es torpe desde que nació. O eso supongo.

Me incorporo en él sofá echando la manta hacia delante, supongo que él me la puso, y también supongo que me quedé dormida viendo la serie.

-¿Me vas a hacer él desayuno Como en las películas?- pregunto mirando lo que esta haciendo.

Hay tanto humo saliendo de la sartén que ni siquiera se ve lo que esta "cocinando"

-No. Tienes manos para hacértelo. - se encoje de hombros - y, como puedes estar observando, no soy muy bueno en la cocina.

-Ya lo veo, lo que quiera ser eso que estas cocinando, esta un poco quemado. ¿Es bacón?

-Era un gofre.- suspira- me doy por vencido. Me beberé un café y ya.

-¿Un gofre?- me río. - eso lo metes al microondas y apañado.

-¿Me estas jodiendo?- me encojo de hombros abriendo la nevera.

-Si leyeras él paquecito antes de hacer las cosas te hubieras enterado.- me río.

Saco dos gofres.

Al parecer, él dueño de esta casa solo bebe wisky, zumo de naranja o cerveza y solo come Gofres, nutella, yogures de fresa,lechuga y leche.

Dudo que esta casa se a de Andrew, no podría estar tan cachas comiendo tanta basura porque lo único saludable es la lechuga.

Los pongo en un plato y los mete al microondas, tardan un minuto exacto en empezar a emitir ese olor que te hace agua la boca.

Al sacarlos le doy uno a él y saco la nutella.

-Y bualá. Hasta un niño de seis años lo podría hacer.

Me siento en uno de los taburetes que están alrededor de la isla y empiezo a comerme él gofre.

Como se nota que en España me hize adicta a ellos.

—¿Quieres un vaso de leche o zumo? O claro, si quieres wisky para desayunar... Pero lo veo precipitado — dice levantandose.

—Un vaso de leche esta bien.— sonrio.

Mientras él lo prepara pongo mas nutella en mi gofre.

Ahora mismo tengo antojo de chocolate con churros o de una hamburguesa. Pero creo que con las sobras de pizza tendré suficiente.

Me levanto y cojo la caja de pizza que aun estaba en la mesita pequeña, la dejo al lado de mi gofre y comienzo a engullirla.

—No te duele él estómago?— pregunta dejando él baso de leche delante mía.

—No— me en cojo de hombros.

Un ratito después por fin e acabado de comer.

Y no tengo ni idea de donde esta Andrew. Para lo pequeño que es este piso se las arregla muy bien para esconderse.

Camino por él pasillo Encontrándome con cuatro puertas. No oigo ruido en ninguna, así que entro en la primera que pillo.

Así, a la aventura.

La habitación es oscura, está pintada de un color azul marino muy deprimente, hay una cama en él medio de la habitación, y a un lado una estanteria llena de libros.

Me acerco a ella, alomejor encuentro algo interesante. Paseo él dedo por todos los libros hasta que veo uno que me sorprende. "Él conejo de las patas rosas"

Ese libro es mi infancia, o eso me decía mi madre.

Cuando me mude a España por un tiempo mi madre me enseñó todas y cada una de las cosas que me habían pertenecido antes de mi secuestro. Entre ellas estaba este libro, mi madre me contó que fue él único libro que me leí y releí mas de un millón de veces. y lo volví a hacer, me lo leí, mas de siete veces, queriendo saber él porque estaba tan enganchada a él, pero no lo encontré.

Y sigue siendo un misterio para mi.

Lo cojo y me siento en la cama observando la portada, en la que hay un conejo, con las patas pintadas rosas.

Lo abro y comienzo a leerlo.

Pero sigo sin encontrarle un significado especial.

—No puedes estar aqui— dice sobrrsaltandome.

—Emmm, te estaba buscando— digo levantándome.

—¿para que?— pregunta quitandome de las manos ese libro que ha echo tanto en mi.

Aunque no lo recuerde.

—Queria saber cuandl volvemos— me encojo de hombros.

—Ahora mismo.— me empuja suavemente de los hombros.— Zed me a llamado preguntando donde estas. Y le e dicho que conmigo.

—Amms, y no a preguntando por ti? Es un poco estúpido ¿no crees?— me río.

—No, él sabe donde estoy— dice cortante.

¿No puede volver él simpático Andrew de esta mañana? A este no lo soporto.

Salimos de ese piso en lo que Canga un gallo, no me da tiempo siquiera de recojer lo que e utilizado para desayunar.

Él mismo lo recojerá por las prisas en otro momento.

Atrevete a olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora