Capitulo 34.

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—¿No se suponía que venias a pasar tiempo con tu familia?— pregunto al oír lo que tiene planeado.

—Bueno, pero hasta la cena tenemos rato— se encoje de hombros — ¿Venir a Nashville y ni ver él Panteón? ¿Tu estas loca?

—Uy perdón señorito. — me río.

—Venga vamos— coje su cazadora y las llaves del coche.

Los dos nos subimos al coche, y en una media hora llegamos al parque donde esta echa la replica del panteón de Artemisa, creo, no estoy segura.

—Esto es muy bonito— digo observando la maravillosa arquitectura griega.

Además, él parque que hay alrededor es perfecto para pasar un buen rato.

—Disculpe señor— duice Andrew captando la atención de un hombre al lado de los que parecen ser sus hijos. —Nos puedes hacer una foto?

—Claro. ¿Quereis que salga todo RL panteón?

— no es imprescindible, con que salgamos nosotras bastante. — sonríe entregándole él teléfono.

¿No se supone que las fotos se hacen para recordar los sitios en los que has estado? ¿O las personas con las que has estado?

Haber, no me voy a negar a una foto con Andrew.

Sonreímos al teléfono, y después Andrew besa mi mejilla haciéndome reír. Ahora si que parecemos una pareja, y me estremezco solo de pensarlo, tampoco seria tan horrible como hubiera pensado hace un tiempo.

Andrew me está empezando a gustar mas de lo que yo quisiera.

Después de las fotos nos sentamos a comernos un helado en la hierba, él se apoya en un árbol mientras que yo me siento enfrente, no me oasa desapercibido que me saca alguna que otra foto.

—¿Tienes complejo de fotógrafo?— prefunto riendome.

—¿Yo? No. Yo soy empresario. — Asiente convencido. — peroooo le voy a enviar esta foto a tu tío. Bua! Flipará.

Abro los ojos como platos, a saber como salgo en esa foto. Me lanzo encima de él para arrebatarle él teléfono que guarda mi perdición.

Rodamos por la hierva forcejeando con él móvil entre risas.

Ojalá quedarnos así para siempre.

Él se queda encima mía riendo, hasta que él silencio se estanca en nosotros creando una burbuja que nos seoara del resto de personas del parque. Nuestras narices se tocan y nuestros alientos se mezclan. Me sumerjo en sus preciosos ojos azules, son como un mar en él que no me imoortaria hundirme.

Quiero besarlo ahora mismo.

—Buscaros un hotel!— grita un viejo amargado.

La burbuja se desvanece en segundos.

suspira levantándose y ayudándome a mi.

Fulminó con la mirada al abuelo.

Viejo amargado— digo en voz alta.

Él abuelo ni se inmuta. Como se nota que no a entendido ni una mierda de lo que e dicho.

Nos alejamos paseando del parque en dirección al parque. A sido una bonita tarde.

—¿Andrew? ¿No me digas que eres tu?— dice una voz femenina detrás nuestra.

Yo me giro al oírlo, pero él se tensa y se queda mirando al frente. Dándole la espalda.

Una chica de cabello castaño claro rizado nos mira, bueno, a mi y a su espalda, con una sonrisa en su rostro. Tiene pinta de tener entre dieciocho y dieciséis años. No sabría decirlo bien. Pero no tiene pinta de ir a la universidad.

Atrevete a olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora